Las Rosal¨ªas
Las ¨¦pocas tambi¨¦n se expresan seg¨²n su relaci¨®n con estas arom¨¢ticas flores, s¨ªmbolo pol¨ªtico del progreso
Cada ¨¦poca tiene sus valores y una predisposici¨®n subjetiva en relaci¨®n con las certezas, las dudas y la percepci¨®n que cada individuo o sociedad se hace de s¨ª mismo. Seg¨²n la fil¨®sofa Rahel Jaeggi, progreso y regresi¨®n van de la mano pues son anverso y reverso de una misma moneda. Lo que var¨ªa es el tel¨®n de fondo, y el actual informa de una deriva violenta del mundo.
Esta deriva se comprende mejor con la lectura de El yo soberano (Debate), de la historiadora ?lisabeth Roudinesco. Su an¨¢lisis da pistas de c¨®mo se han ido conformando tres aspectos de nuestra ¨¦poca que nos repliegan en la polarizaci¨®n. Uno es el triunfo del ¡°yo de la autoafirmaci¨®n¡± o ¡°yo soberano¡±. Otro, la sustituci¨®n de los movimientos de emancipaci¨®n por los de reivindicaci¨®n identitaria. Y, finalmente, la consolidaci¨®n de una cultura de asignaci¨®n de identidad que tiende a excluir la alteridad, la diferencia.
El exquisito ensayo de E?a de Queir¨®s Las rosas (Acantilado) da a entender que las ¨¦pocas tambi¨¦n se expresan seg¨²n su relaci¨®n con estas arom¨¢ticas flores, s¨ªmbolo pol¨ªtico del progreso cuando lleva a t¨¦rmino el libro, en 1893. Sin pertenecer a la aristocracia floral como la azucena o el loto, desarrolla una carrera triunfal desde que los poetas de la antigua Grecia empezaron a celebrarla.
Se presenta en sociedad de la mano de Homero, cuando Afrodita unge el cuerpo de H¨¦ctor con aceite perfumado de rosas (Il¨ªada). Los dioses las admiraron y los humanos prepararon coronas y ramos como ofrendas. En Roma se cre¨® la fiesta llamada Rosal¨ªa y las cortesanas, acompa?adas por el sonido de las c¨ªtaras, llevaban a Venus las primeras rosas del a?o. Era la proclamaci¨®n sacramental de la primavera y del amor.
Sin embargo vivi¨® una crisis con el primer cristianismo, que no quiso conceder espacio a la alegre flor, tan cercana a Baco y a Venus. Sus p¨¦talos y su perfume fueron proscritos. Amenazada su existencia por la llegada de los b¨¢rbaros, sobrevivi¨® gracias al refugio que encontr¨® en los monasterios. Con el paso de los siglos, rendida a sus encantos, la Iglesia sucumbi¨® y atribuy¨® esta olorosa flor a Mar¨ªa, su ¡°rosa m¨ªstica¡±. El largo viaje de las rosas se cuela tambi¨¦n en la m¨²sica popular. Los pertenecientes a la generaci¨®n de la llamada transici¨®n pol¨ªtica crecimos cantando La negra flor de Radio Futura (1987), una pieza con ritmos ¡°de fuera¡± y un grato talante respond¨®n que nos hac¨ªa so?ar con conocer un d¨ªa Barcelona y sus Ramblas.
Apenas a cuarenta kil¨®metros de la capital catalana y finalizando el siglo xx nace una nueva rosa, corp¨®rea y soberana: la Rosal¨ªa. En ella buscan hoy su reflejo no pocas j¨®venes. En pleno contexto de esencialismo polarizado, esta creadora musical abandera una actitud de apertura a la diversidad, voluntad cosmopolita y vocaci¨®n de cruce y actualizaci¨®n cultural. Maneja con destreza referencias de quienes la han precedido en el campo de la m¨²sica, la literatura, el arte o el feminismo. El tatuaje de un liguero en su pierna, un gui?o al arte de Valie Export, subraya la idea de que el cuerpo femenino es (no s¨®lo, no siempre) un campo de batalla conquistado.
El libro dedicado a esta artista La Rosal¨ªa. Ensayos sobre el buen querer (Errata Naturae) recuerda en el colof¨®n a otra rosa necesaria, Rosal¨ªa de Castro, y refiere que en sus ¨²ltimos a?os de vida, ante la ¡°caterva de ignorantes que escup¨ªan su odio hacia ella¡±, ¨¦sta respond¨ªa con cort¨¦s elegancia.
Alg¨²n nost¨¢lgico dir¨¢ que antes todo era m¨¢s inocente. El hecho hist¨®rico novelado por Bibiana Cand¨ªa en Azucre (Pepitas de Calabaza) desmiente tal presunci¨®n. Trata de c¨®mo un pol¨ªtico y empresario gallego envi¨® a cerca de dos mil j¨®venes paisanos suyos a Cuba para esclavizarlos. Es cierto que ellos embarcaron voluntariamente, pero hab¨ªan sido engatusados con enga?os. El objetivo de este pol¨ªtico liberal era retenerlos en las plantaciones de ca?a de az¨²car para sacar el m¨¢ximo provecho de la fuerza de sus cuerpos (otro campo de batalla). Cuando esto sucedi¨®, Rosal¨ªa, hija de sacerdote y madre soltera, era adolescente. El ic¨®nico poema que escribir¨¢ a?os despu¨¦s ¡°?Pra a Habana!¡± cobra un nuevo sentido a la luz de esos acontecimientos. Rosal¨ªa fue una escritora brillante, inconformista y valiente, y sin embargo confinada durante d¨¦cadas en una imagen de llorona, hoy redimida.
Insaciables en su abuso son los tiranos. Trece j¨®venes, Las Trece Rosas, fueron fusiladas por la dictadura franquista finalizada la guerra, en agosto de 1939.
Pero no hay primavera sin rosas, flor de gloria y de piedad, emblema de la belleza, met¨¢fora de la fragilidad de la vida. Anverso de la deriva. El poeta latino Ausonio, testigo del desastre pol¨ªtico de su tiempo, le dedic¨® la bell¨ªsima eleg¨ªa cuyo t¨®pico Collige, virgo, rosas llega a nuestros d¨ªas: Corta las rosas, doncella, mientras est¨¢ fresca la flor y fresca tu juventud, pero no olvides que as¨ª se desliza tambi¨¦n la vida.
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