Las fases de la rendici¨®n
En la discusi¨®n con los secesionistas, se empiezan considerando inaceptables sus exigencias pero, poco a poco, se encuentran resquicios para satisfacer sus demandas
Como la borrachera, los partos y el duelo, las concesiones a los secesionistas tienen fases. Primero su exigencia se considera inaceptable, y despu¨¦s pasa a imposible, que significa muy probable. Se abre, con urgencia, la discusi¨®n, y la virtualidad se cuela como una rendija de luz. No es seguro que vaya a hacerse, de hecho nos dicen que no se har¨¢, obviamente, pero que conste que ...
Como la borrachera, los partos y el duelo, las concesiones a los secesionistas tienen fases. Primero su exigencia se considera inaceptable, y despu¨¦s pasa a imposible, que significa muy probable. Se abre, con urgencia, la discusi¨®n, y la virtualidad se cuela como una rendija de luz. No es seguro que vaya a hacerse, de hecho nos dicen que no se har¨¢, obviamente, pero que conste que hay debate entre los expertos. Quiz¨¢ no se pueda hacer exactamente lo que piden, pero estamos buscando un resquicio: el resquicio es, antes que nada, un eufemismo; por ejemplo, desinflamar, alivio penal: un pr¨¦stamo m¨¦dico siempre viene bien.
Estudiosos entran de buena fe en la discusi¨®n, pero su intervenci¨®n acaba formando parte del simulacro del poder. El tribunal est¨¢ dividido; suerte que lo controlamos. Alg¨²n analista se?ala para disimular que otros hicieron concesiones a los nacionalistas: como si fuera lo mismo pactar con un partido pol¨ªtico en busca de un acuerdo beneficioso para el pa¨ªs que modificar la legislaci¨®n para contentar a quienes violaron la ley o a quienes huyeron para esquivar sus consecuencias; 2017 lo marca todo y a la vez fingimos que no ha sucedido.
Se apela cuando viene bien al esp¨ªritu de la Transici¨®n (esta medida es equiparable a la ley de amnist¨ªa o la legalizaci¨®n del Partido Comunista: como si la democracia fuera un r¨¦gimen homologable a la dictadura y quienes lucharon contra ella fuesen comparables a quienes se opusieron al franquismo); se agita un se?uelo (nueva realidad territorial, diversidad, homologaci¨®n con Europa); la anomal¨ªa ¡ªlegislar ad personam, negociar una investidura con un golpista posmoderno pr¨®fugo¡ª se presenta como correcci¨®n de una anomal¨ªa. A veces hay cierta incomodidad porque a algunos la cesi¨®n les parece excesiva. Llega lo que parece ser un matiz y en realidad es un spoiler: es cierto que se les ha dado A, pero nunca les vamos a conceder B, eso ser¨ªa realmente intolerable, y la silueta de B se recorta en el horizonte como el apache de La diligencia.
Mientras se discute si es posible o no, se va abriendo el espacio para que la exigencia inaceptable del comienzo, la maniobra inconstitucional del pre¨¢mbulo, se transforme no solo en una medida necesaria para que Pedro S¨¢nchez conserve el poder sino en la mejor soluci¨®n para la sociedad. Y entonces podremos hablar de B, cuando hayamos aprobado otra medida que cercena la igualdad de los ciudadanos, una nueva ley para beneficiar a la casta.