La vocaci¨®n de una veterinaria

La ¨²ltima vez que llor¨¦ en el trabajo eran las 4.25 de un domingo, mi hija ten¨ªa dos meses y la hab¨ªa dejado en la cama con su padre para salir, en mitad de la madrugada, a hacer una cirug¨ªa de urgencia a una perra. Tras cuatro horas en quir¨®fano no pudimos hacer nada por ella. Muri¨®. Ten¨ªa una piometra, algo com¨²n que se previene con la castraci¨®n. Era mi paciente desde cachorra y hab¨ªamos insistido a sus propietarios que la castraran. Nunca lo hicieron. Me encontraba destrozada, el nacimiento de mi hija hab¨ªa sido complicado...

La ¨²ltima vez que llor¨¦ en el trabajo eran las 4.25 de un domingo, mi hija ten¨ªa dos meses y la hab¨ªa dejado en la cama con su padre para salir, en mitad de la madrugada, a hacer una cirug¨ªa de urgencia a una perra. Tras cuatro horas en quir¨®fano no pudimos hacer nada por ella. Muri¨®. Ten¨ªa una piometra, algo com¨²n que se previene con la castraci¨®n. Era mi paciente desde cachorra y hab¨ªamos insistido a sus propietarios que la castraran. Nunca lo hicieron. Me encontraba destrozada, el nacimiento de mi hija hab¨ªa sido complicado, a¨²n ten¨ªa la herida de ces¨¢rea abierta y supurando y estaba agotada, pero se lo deb¨ªa a mi paciente, y esper¨¦ a que llegara su familia para informarles y acompa?arles en el duelo. Cuando mi compa?era les envi¨® la factura al d¨ªa siguiente, pusieron una rese?a en internet exponiendo que hab¨ªamos ¡°matado¡± a su animal y solo nos ¡°importaba el dinero¡±. Nunca pagaron. A¨²n sigo levant¨¢ndome cada vez que suena el tel¨¦fono de urgencias en mitad de la noche, y pese a todo, sigo enamorada de mi trabajo.

Ana Ortega Naranjo. Sevilla

Intoxicados

La amalgama de informaci¨®n que gestionamos cada d¨ªa ya es una rutina robotizada. La infoxicaci¨®n es nuestra adicci¨®n y nuestra perdici¨®n. Somos esclavos de la actualidad y el entretenimiento. Las pantallas ven nuestras caras cada d¨ªa y a nuestros seres queridos les da envidia. Necesitamos estar en todo aunque no sintamos nada. A pesar de ello, la vida sigue en forma de stories de incertidumbre e ilusi¨®n. El mito de la multitarea ha hecho mucho da?o, y apenas le hemos prestado atenci¨®n, aunque tal vez sea la tecla que active nuestra siguiente evoluci¨®n. Quiz¨¢s, por primera vez, nuestro pr¨®ximo avance tecnol¨®gico sea el de retroceder.

David Garc¨ªa Lozano. Coslada (Madrid)

Educaci¨®n en el Congreso

D¨ªa tras d¨ªa, los educadores nos dedicamos a inculcar en nuestros alumnos el respeto hacia los dem¨¢s y hacia ellos mismos. Gracias, diputados, por ayudarnos, por proferir insultos donde el respeto y la educaci¨®n deber¨ªa ser un espejo para todos. Se?ora Armengol, no permita ni una falta de respeto m¨¢s en el hemiciclo. En los patios de colegio hay mucha m¨¢s educaci¨®n, no nos compare. Levante la sesi¨®n inmediatamente para que, si les queda un poco de verg¨¹enza, recapaciten por el futuro de nuestra convivencia.

Carlos Garc¨ªa Chico. Madrid

Una bandera, dos usos

C¨®mo cambia el significado de una misma bandera seg¨²n el contexto en el que ondea. La bandera de nuestro pa¨ªs est¨¢ siendo utilizada por algunos como insignia pol¨ªtica para ensalzar su orgullo nacional. Me refiero a la ense?a que, posando como pulsera en la mu?eca o colgando del balc¨®n, segrega, divide y quiebra, porque con ella se identifica el tinte pol¨ªtico de quien la exhibe. Por suerte, existe otra bandera de Espa?a, la que ondea en las gradas de los campos de f¨²tbol, acompa?ada de v¨ªtores y aplausos hacia nuestras selecciones. Ese es el emblema que nos junta y orgullosamente nos distingue de nuestros pa¨ªses vecinos. Esa es la bandera de la uni¨®n, el espejo donde mirarse para ser una mejor Espa?a.

Clara Ure?a Tormo. Valencia