No somos terroristas
Los nuevos ciudadanos europeos descendientes de inmigrantes estamos acostumbrados a lidiar con la islamofobia de extrema derecha. Lo que nos ha sorprendido m¨¢s es que sean sectores de la izquierda quienes compren el mismo marco simplificador
Los que nacimos musulmanes estamos acostumbrados a que la extrema derecha racista nos tome a todos por terroristas, que no distinga un creyente de un fundamentalista, un palestino de un radical de Ham¨¢s. Niegan nuestra existencia y los matices y la diversidad de un grupo de 1.200 millones personas que ti...
Los que nacimos musulmanes estamos acostumbrados a que la extrema derecha racista nos tome a todos por terroristas, que no distinga un creyente de un fundamentalista, un palestino de un radical de Ham¨¢s. Niegan nuestra existencia y los matices y la diversidad de un grupo de 1.200 millones personas que tienen por homog¨¦neo, s¨®lidamente constituido, donde no existen formas distintas de entender la religi¨®n y en el que no hay ni ap¨®statas ni disidentes ni ateos ni laicistas. Tiene su l¨®gica que los excluyentes nos vean as¨ª porque est¨¢ en sus fundamentos deshumanizar al que se considera ¡°otro¡±. Son ellos mismos fan¨¢ticos identitarios que necesitan un enemigo exterior para aglutinar a sus propios seguidores en ese odio hacia seres humanos que en muchos casos no conocen de nada. Los nuevos ciudadanos europeos descendientes de inmigrantes estamos acostumbrados a lidiar con este fen¨®meno, no hay hijo de familia musulmana en Occidente que no haya sentido en la nuca el f¨¦tido aliento de este radicalismo supremacista.
Lo que nos ha sorprendido m¨¢s y nos est¨¢ llenando de impotencia e indignaci¨®n es que sean sectores de la izquierda, esa izquierda chupiguay relativista que pasa m¨¢s tiempo en redes sociales que en los barrios donde est¨¢n los problemas que dicen conocer, que sean sectores progresistas quienes compren el mismo marco simplificador de la extrema derecha. Creen defender a los musulmanes y a los palestinos cuando no son capaces de condenar las actuaciones de Ham¨¢s y a menudo sofocan las voces de aquellos que est¨¢n jug¨¢ndose la vida contra las teocracias contrarias a los derechos fundamentales y las libertades individuales. En Europa no son pocos los dirigentes de izquierdas que tratan con una deferencia exquisita a quienes a todas luces no son m¨¢s que fascistas en nombre de Dios. En Espa?a tambi¨¦n se dio en su momento un poder ileg¨ªtimo a organizaciones infestadas de salafistas y Hermanos Musulmanes que se autoproclamaron representantes de todos los musulmanes espa?oles. No los ha votado nadie, pero est¨¢n educando a los j¨®venes ciudadanos de origen marroqu¨ª en una visi¨®n machista, hom¨®foba, intransigente y radical del islam, un islam distinto del que trajeron sus padres, cuyos objetivos pol¨ªticos son peligrosos para la democracia y que han sido legitimados por una izquierda que ya no se acuerda de lo que cost¨® secularizar el poder religioso en Occidente. Y encima a los disidentes, moderados y defensores de la igualdad y los derechos humanos no nos escuchan, solo atienden a fundamentalistas y se muestran vergonzosamente tibios con los terroristas.