Guerra, paz, redes
En Francia conviven 550.000 jud¨ªos y casi seis millones de musulmanes, por lo que la guerra entre Israel y Ham¨¢s y su reguero de horrores es cualquier cosa menos un conflicto lejano
Y una ma?ana de 2023 Par¨ªs amaneci¨® con ...
Y una ma?ana de 2023 Par¨ªs amaneci¨® con decenas de estrellas de David estampadas en las paredes de algunas casas y comercios en los barrios del centro y la periferia. ¡°Esto nos recuerda a los tiempos del miedo que cre¨ªamos desaparecido, un miedo que hoy sienten miles de familias de confesi¨®n jud¨ªa¡±, se indigna el diputado @jp_mattei desde la cuenta de X de la Asamblea Nacional Francesa. ¡°Un acto inmundo¡±, valora desde su cuenta la alcaldesa de Par¨ªs @Anne_Hidalgo y anuncia una investigaci¨®n para dar con los autores de esas pintadas antisemitas. En un pa¨ªs donde conviven 550.000 jud¨ªos y casi seis millones de musulmanes, la guerra entre Israel y Ham¨¢s y su reguero de horrores es cualquier cosa menos un conflicto lejano. 850 actos antisemitas han contabilizado las autoridades desde el inicio de la crisis el pasado 7 de octubre. ¡°Lloro porque vuelvo a cruzarme con el odio que viv¨ª cuando era ni?a y no lo comprendo¡±, se lamenta una anciana en @i23news_fr.
En este contexto el odio se filtra silenciosamente en los resortes de la sociedad y emerge sin complejos. ¡°Muchos musulmanes trabajan en la construcci¨®n y tienen acceso a explosivos y pueden acceder a armas de fuego. Si existiera una consigna de matar jud¨ªos, podr¨ªa haber un atentado todos los d¨ªas¡±, manifest¨® el pasado mi¨¦rcoles el conocido abogado Arnaud Klarsfeld durante una tertulia la cadena ultraconservadora CNEWS. El v¨ªdeo camina hacia el mill¨®n y medio de visualizaciones y el millar de comentarios en Twitter (X). ¡°Dios m¨ªo, hemos tocado fondo (¡) el racismo y la islamofobia se desinhiben totalmente en los medios franceses¡±, opina @BaghliNacym. Afortunadamente, la reacci¨®n mejor valorada por los usuarios de X a las palabras de Klarsfeld tiene cuatro palabras y es obra de @iMehrez: ¡°El rid¨ªculo no mata¡±.
Pocas veces en la historia el odio ha tenido un campo tan extenso y unas herramientas tan eficaces para instalarse en el coraz¨®n de cada persona y esa ser¨¢ la segunda guerra, silenciosa y mort¨ªfera, con la que vamos a tener que convivir en el futuro. En la era de las redes sociales el rechazo al diferente, al enemigo, puede ser trabajado sin l¨ªmite de tiempo, conjugado con multitud de narrativas y difundido a los p¨²blicos m¨¢s diversos en plataformas digitales presentes urbi et orbi. Sucede ahora en el conflicto en Oriente Pr¨®ximo. Israel y Ham¨¢s reeditan, con todas las armas a su alcance, la guerra por el relato que llevan librando en el espacio digital desde hace una d¨¦cada. Todo vale: apagar las redes de transmisi¨®n y prohibir el paso acceso de a los periodistas, usar de im¨¢genes de videojuegos para inventarse ataques israel¨ªes, llenar TikTok de bailes de bellas soldados o recuperar v¨ªctimas de otros conflictos para mostrarlas como actuales.
En la batalla de las redes sociales los grandes perdedores son las voces que militan por la convivencia entre comunidades, como si eso fuera una ocurrencia marginal y alejada del anhelo de la comunidad internacional. El algoritmo no parece estar entrenado para realzar las iniciativas y de las personas que trabajan por la paz. Como el incesante goteo de peticiones en favor de un alto el fuego. Tampoco el concierto para 700 ni?os que organizaron hace dos semanas en una mezquita de Estrasburgo con cantantes ¨¢rabes, cristianos y jud¨ªos.
La paz no es una quimera. Sucedi¨® en el pasado, como recuerda la cuenta del Instituto Nacional Audiovisual de Francia que recupera momentos destacados de los anteriores procesos de paz en la regi¨®n. L¨ªderes como Golda Meir, Shimon Peres, Isaac Rabin, Yasir Arafat, Menahen Begin o Anuar El Sadat regresan en un v¨ªdeo para recordar que la paz es posible.
Como dice Shimon Peres: ¡°con todos los riesgos, con todas las interrogantes, la paz es la ¨²nica opci¨®n razonable, para los ¨¢rabes, para nosotros y para la regi¨®n.¡±