El discurso del Rey
El Monarca alerta del peligro de cuestionar los principios que garantizan la vida en paz y libertad en Espa?a
El rey Felipe VI dedic¨® este domingo su discurso de Nochebuena, el d¨¦cimo de su reinado, a realizar de forma casi monogr¨¢fica una contundente defensa de la Constituci¨®n y de los valores comunes de la sociedad espa?ola. Se trata de una alocuci¨®n muy centrada en el momento pol¨ªtico que vive Espa?a, lo que ha dejado fuera el tenso contexto internacional, protagonizado por dos guerras, en Gaza y en Ucrania. El Rey se refiri¨® a la Ley Fundamental como el instrumento ¡°que nos permite asegurar nuestro modelo de vida, nuestra forma de vivir y de entender la vida¡±. Ante las tentaciones populistas y el ...
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El rey Felipe VI dedic¨® este domingo su discurso de Nochebuena, el d¨¦cimo de su reinado, a realizar de forma casi monogr¨¢fica una contundente defensa de la Constituci¨®n y de los valores comunes de la sociedad espa?ola. Se trata de una alocuci¨®n muy centrada en el momento pol¨ªtico que vive Espa?a, lo que ha dejado fuera el tenso contexto internacional, protagonizado por dos guerras, en Gaza y en Ucrania. El Rey se refiri¨® a la Ley Fundamental como el instrumento ¡°que nos permite asegurar nuestro modelo de vida, nuestra forma de vivir y de entender la vida¡±. Ante las tentaciones populistas y el manoseo de la palabra Constituci¨®n por parte de los actores p¨²blicos, Felipe VI se expres¨® con precisi¨®n, recordando adem¨¢s que el texto de 1978 es un ejemplo de la capacidad de superar divisiones mucho m¨¢s graves que las actuales. El Monarca parece haber querido tambi¨¦n acercar la Constituci¨®n al ciudadano y trascender la teorizaci¨®n rutinaria sobre la democracia para se?alar la importancia que tiene para el d¨ªa a d¨ªa de los espa?oles, subrayando que la estabilidad del sistema actual est¨¢ directamente conectada con el respeto a la pluralidad y la consolidaci¨®n de derechos sociales como la sanidad, la educaci¨®n o la vivienda. Poner en riesgo una cosa es amenazar la otra.
Hay que situar el tono de las palabras del jefe del Estado en el contexto en que se producen. Llamar al respeto a la ley de leyes ser¨ªa mera ret¨®rica si sus valores de unidad y voluntad de entendimiento no estuvieran en cuesti¨®n. Espa?a cierra un 2023 de alta tensi¨®n pol¨ªtica en el que dos elecciones han colocado a los partidos pol¨ªticos en la necesidad de recurrir a pactos in¨¦ditos para acceder al poder auton¨®mico y central. Como consecuencia, se ha acelerado una tendencia a la separaci¨®n en bloques ideol¨®gicos que con peligrosa naturalidad degenera en una deslegitimaci¨®n del contrario. A esa temible tendencia parece ir destinado el discurso.
Tras las elecciones generales del 23 de julio, el propio Monarca se vio arrastrado al barro pol¨ªtico con acusaciones y demandas impertinentes sobre su papel institucional. Hemos visto choques entre poderes del Estado y b¨²squeda de tutores para resolver nuestros problemas internos. Solo en esos antecedentes se entienden pasajes aparentemente obvios: ¡°Cada instituci¨®n, comenzando por el Rey, debe situarse en el lugar que constitucionalmente le corresponde¡± y ¡°debemos respetar tambi¨¦n a las dem¨¢s instituciones en el ejercicio de sus competencias¡±.
Felipe VI no es el ¨²nico jefe de Estado que dedica un discurso en los ¨²ltimos a?os a recordar que el camino de la polarizaci¨®n extrema conduce al descr¨¦dito de la democracia. El cuestionamiento de los principios que garantizan la convivencia ¡ª¡°la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo pol¨ªtico¡±¡ª es una corriente globalizada que se abre paso en todo Occidente. Por eso no se debe permitir su normalizaci¨®n. La l¨ªnea roja es la Constituci¨®n, no como significante vac¨ªo para la refriega partidista sino para la aplicaci¨®n de sus valores.
En pocas ocasiones se ha expresado Felipe VI con la precisi¨®n de este domingo en defensa de los valores constitucionales como ¨¦xito colectivo y herramienta para el futuro. Con preocupaci¨®n, apelando al ¡°deber moral¡± de evitar que ¡°el germen de la discordia se instale entre nosotros¡±, pero tambi¨¦n con confianza y optimismo. El Rey ofreci¨® no solo un retrato de la gravedad de las corrientes que nos acechan, sino tambi¨¦n un necesario alegato para un pa¨ªs con tendencia casi cultural a no creer en sus propias virtudes y a negar sus propios ¨¦xitos.