De Kant a Putin, y viceversa
Como buen depredador, el presidente ruso ha olido la debilidad y cobard¨ªa de sus adversarios: unos Estados Unidos que pronto pueden caer bajo las garras de otro loco imprevisible, y una Europa fatigada y fragmentada tambi¨¦n por guerras culturales
El a?o en el que celebramos el tercer centenario de Kant, el fil¨®sofo de la paz perpetua y del m¨¢s elaborado discurso moral, es tambi¨¦n aquel en el que el totalitarismo comienza a ense?ar sus colmillos. No es ya solo que Putin persevere en el espanto de una guerra de agresi¨®n, es que ha comenzado a transformar su r¨¦gimen en algo indistinguible d...
El a?o en el que celebramos el tercer centenario de Kant, el fil¨®sofo de la paz perpetua y del m¨¢s elaborado discurso moral, es tambi¨¦n aquel en el que el totalitarismo comienza a ense?ar sus colmillos. No es ya solo que Putin persevere en el espanto de una guerra de agresi¨®n, es que ha comenzado a transformar su r¨¦gimen en algo indistinguible de un totalitarismo de manual. Empezando por su rasgo m¨¢s caracter¨ªstico, el uso de la violencia hacia toda disidencia interna. No se trata ya solo de la eliminaci¨®n de Navalni, el disidente noble, o de Prigozhin, el villano d¨ªscolo, o del triste piloto desertor asesinado en Espa?a; est¨¢n tambi¨¦n todos los disidentes agredidos o liquidados por medios qu¨ªmicos o biol¨®gicos fuera del pa¨ªs, o la represi¨®n interior de quienes osen poner en cuesti¨®n al dictador. Si, como dec¨ªa Arendt, el totalitarismo es la ¡°dominaci¨®n total por medio del terror¡±, el r¨¦gimen de Putin y su corte de oligarcas encajan en este modelo como un guante. Tambi¨¦n, desde luego, por su aceptaci¨®n del imperialismo y la guerra.
Lo m¨¢s sorprendente es la desverg¨¹enza con la que lo escenifica y proclama. ?Que todo el mundo se entere! El terror y la violencia como principal instrumento de amedrentamiento. Seguro que ha filtrado tambi¨¦n su intenci¨®n de colocar un artefacto nuclear en el espacio, justo cuando ahora adem¨¢s procede, por boca de su machaca Medv¨¦dev, a amenazar a Occidente con un ataque nuclear si sigue porfiando en no reconocer lo que considera sus fronteras leg¨ªtimas. Ucrania, desde luego, ?pero por qu¨¦ no los B¨¢lticos tambi¨¦n? Como buen depredador, ha olido la debilidad y cobard¨ªa de sus adversarios: unos Estados Unidos que pronto pueden caer bajo las garras de otro loco imprevisible, y una Europa fatigada y fragmentada tambi¨¦n por guerras culturales y los conflictos derivados del combate al cambio clim¨¢tico, que pueden propiciar un nuevo empuj¨®n hacia la extrema derecha. Y tocada tambi¨¦n por el propio desenvolvimiento del conflicto en Palestina y una total y escandalosa ausencia de liderazgo. Mientras tanto, Ucrania se queda sin munici¨®n.
Por parafrasear al fil¨®sofo de K?nigsberg, Europa ha vuelto a reincidir en su minor¨ªa de edad autoculpable, incapaz de hacer honor a los principios que proclama y a la responsabilidad que le exige este momento hist¨®rico. P¨¢vida y ensimismada, cae de nuevo en la tentaci¨®n de reemprender el camino de M¨²nich. Pronto Ucrania puede jugar el papel de los Sudetes, pensando as¨ª que quiz¨¢ podr¨¢ evitar una nueva guerra. El matonismo de Putin es perfectamente racional. Basta un somero an¨¢lisis de donde nos hallamos, probablemente en el momento m¨¢s bajo de nuestras ansias de libertad, con el civismo republicano hecho unos zorros. Es adem¨¢s muy congruente con lo que significa Rusia, el gigante con pies de barro que ha demostrado ser hasta ahora en Ucrania. Pero capaz de amedrentar con la amenaza nuclear. Putin no va a desperdiciar el ¨²nico activo que le queda.
Es posible que no estemos en condiciones de llevar a la pr¨¢ctica el rigorismo que nos exige el imperativo categ¨®rico kantiano. Atendamos entonces al menos exigente de su reinterpretaci¨®n por Adorno: ¡°Obra y piensa de tal modo que Auschwitz no se repita, que no ocurra nada parecido¡±. No plegarse al totalitarismo debe ser la motivaci¨®n moral m¨ªnima a partir de la cual guiar nuestra acci¨®n colectiva. O, por decirlo con Camus, ¡°impedir que el mundo se deshaga¡±. No s¨¦ yo si hasta eso es ya demasiado pedir a esta nueva raza de pol¨ªticos son¨¢mbulos que caminan directos al precipicio.