La ciudad y los d¨ªas
Los cambios se producen de forma m¨¢s o menos paulatina. Resultan, sin embargo, bruscos o llamativos para los ausentes que un d¨ªa o de uvas a peras visitan su lugar de procedencia
He o¨ªdo la afirmaci¨®n en multitud de ocasiones. Las ciudades son organismos vivos que evolucionan, se transforman y tal. Algo parecido suele decirse de los idiomas, a menudo por boca de hablantes convencidos de que sus errores alg¨²n d¨ªa alcanzar¨¢n rango de normativos. Lo que subyace a todo esto no es m¨¢s que la vieja y comprobada certeza de que todo lo humano es pasajero. Compara uno el pa¨ªs en que naci¨® hace seis d¨¦cadas y media con ese mismo pa¨ªs de nuestros d¨ªas y, francamente, las diferencias son abismales, pese a lo cual, algunos opinantes que a¨²n no hab¨ªan nacido entonces insisten en que...
He o¨ªdo la afirmaci¨®n en multitud de ocasiones. Las ciudades son organismos vivos que evolucionan, se transforman y tal. Algo parecido suele decirse de los idiomas, a menudo por boca de hablantes convencidos de que sus errores alg¨²n d¨ªa alcanzar¨¢n rango de normativos. Lo que subyace a todo esto no es m¨¢s que la vieja y comprobada certeza de que todo lo humano es pasajero. Compara uno el pa¨ªs en que naci¨® hace seis d¨¦cadas y media con ese mismo pa¨ªs de nuestros d¨ªas y, francamente, las diferencias son abismales, pese a lo cual, algunos opinantes que a¨²n no hab¨ªan nacido entonces insisten en que todo sigue igual. Los cambios se producen de forma m¨¢s o menos paulatina. Resultan, sin embargo, bruscos o llamativos para los ausentes que un d¨ªa o de uvas a peras visitan su lugar de procedencia. Me refiero a los emigrantes, a los exiliados donde los haya y tal vez, aunque por fortuna carezco de experiencia en la materia, a quienes pasaron largo tiempo recluidos en prisi¨®n. Cada vez que vuelvo a mi ciudad natal, constato cambios. Al principio padec¨ªa r¨¢fagas de nostalgia por dicho motivo; pero, con el tiempo, tambi¨¦n se ha curado uno de eso. Cierran los llamados comercios de toda la vida, se abren nuevos. Derribaron el edificio aquel donde viv¨ªa un amigo o un pariente, levantaron en su sitio otro de oficinas o un hotel. Preguntas por fulano y te dicen: ¡°?Jes¨²s, hace lo menos tres a?os que lo enterraron!¡± El edificio de mi colegio ya no existe. Me gustaba visitarlo, pisar de nuevo el patio de cemento con porter¨ªas de balonmano, el front¨®n donde jug¨¢bamos a pala hasta que se hac¨ªa de noche y ya no ve¨ªamos la pelota. Van quedando cada vez menos elementos del paisaje urbano capaces de suscitar antiguas sensaciones. La ciudad, menos mal, conserva el nombre, la bah¨ªa, las olas contra las rocas y unas cuantas fachadas donde se refugian, adheridos, los ¨²ltimos recuerdos.