En busca de la nada
El que uno no recuerde ni un ¨¦xito, ni un fracaso, ni una suerte, ni una desgracia, es precisamente la felicidad
A fin de cuentas, la vida no consiste sino en ir tirando del cuerpo hacia la nada y en mi caso si me preguntan cu¨¢ndo he sido m¨¢s feliz la respuesta es siempre la misma: aquel momento del que no me acuerdo de nada. Existe un tiempo perdido en la bruma en que no recuerdas que te sucediera nada, ni bueno ni malo. Creo que el hecho de que uno no recuerde ni un ¨¦xito, ni un fracaso, ni una suerte, ni una desgracia, esa amnesia es precisamente la felicidad. Si no recuerdas nada es porque la nada, que siempre es blanca y dulce como una almohada de plumas durante el sue?o, se hab¨ªa apoderado felizmen...
A fin de cuentas, la vida no consiste sino en ir tirando del cuerpo hacia la nada y en mi caso si me preguntan cu¨¢ndo he sido m¨¢s feliz la respuesta es siempre la misma: aquel momento del que no me acuerdo de nada. Existe un tiempo perdido en la bruma en que no recuerdas que te sucediera nada, ni bueno ni malo. Creo que el hecho de que uno no recuerde ni un ¨¦xito, ni un fracaso, ni una suerte, ni una desgracia, esa amnesia es precisamente la felicidad. Si no recuerdas nada es porque la nada, que siempre es blanca y dulce como una almohada de plumas durante el sue?o, se hab¨ªa apoderado felizmente de tu existencia vulgar. En ese estado de inconsciencia se supone que viv¨ªan Ad¨¢n y Eva en el para¨ªso antes de pretender ser como los dioses. Este par de chimpanc¨¦s ignoraban que hab¨ªan sido creados solo para tomar el sol. En el G¨¦nesis no se dice, pero, al parecer, Jehov¨¢ les hab¨ªa proporcionado dos hamacas y un bronceador. Todav¨ªa estar¨ªamos en el ed¨¦n si los hubieran sabido usar. Una tarde en el zoo de San Diego, mientras al anochecer los altavoces anunciaban que iban a cerrar, me perd¨ª entre fosos llenos de serpientes buscando la salida. A mi espalda sent¨ª un gru?ido extra?o. Era un chimpanc¨¦ que por los gestos parec¨ªa que trataba de saludarme. Me acerqu¨¦ a su jaula. Quedamos los dos frente a frente un buen rato en silencio mir¨¢ndonos fijamente a los ojos. A su modo con su mirada, me dijo: ¡°S¨¦ qui¨¦n eres y lo que buscas¡±. Puedo asegurar que en el fondo de sus ojos vi todav¨ªa el para¨ªso. Con el sol del mediod¨ªa sobre los p¨¢rpados cerrados en la playa uno llega a la conclusi¨®n de que la nada es un bien inalcanzable. La filosof¨ªa oriental ense?a a despojarnos de todo para conquistarla. Hubo un sabio que fue condenado a muerte por blasfemo porque proclamaba que era m¨¢s grande que Dios. El presidente del tribunal que lo juzgaba le grit¨®: ¡°Nada es m¨¢s grande que Dios¡±. El sabio contest¨®: ¡°yo soy nada, se?or¡±. Este sabio solo ten¨ªa el sol, una higuera y una hamaca.