De barricadas y acueductos
La campa?a evidencia el avance del tribalismo pol¨ªtico, mientras la UE necesita amplios consensos para construir las estructuras esenciales que la adec¨²en al nuevo tiempo

La campa?a para las elecciones europeas deja en triste evidencia hasta qu¨¦ punto el virus del tribalismo pol¨ªtico carcome los pa¨ªses de la UE. La enfermedad no es nueva ¡ªno caben adanismos¡ª pero el brote es especialmente intenso y grave, justo cuando desaf¨ªos excepcionales nos convocan a un enorme esfuerzo de transformaci¨®n del proyecto europeo com¨²n. Desgraciadamente, demasiadas fuerzas se destinan a erigir barricadas en vez de construir acueductos. El tribalismo pol¨ªtico impera en muchos pa¨ªses y amenaza con contagiar la pol¨ªtica comunitaria, que hasta ahora hab¨ªa quedado relativamente inmune de la enfermedad. Nuestros enemigos ¡ªRusia¡ª o rivales ¡ªChina¡ª observan encantados c¨®mo nos hundimos en la discordia visceral y la par¨¢lisis que de ella deriva. Ah¨ª va un desaf¨ªo central de nuestra ¨¦poca: la creciente disfuncionalidad de las democracias mientras avanza el desaf¨ªo de reg¨ªmenes autoritarios cada vez m¨¢s coordinados.
En clave optimista, podr¨ªa observarse que las campa?as electorales son as¨ª, es su naturaleza. Pero la realidad es que nuestra ¨¦poca pol¨ªtica se ha convertido en una suerte de mono-estaci¨®n, la de la campa?a permanente. Y las barricadas van acompa?adas de fosos cada vez m¨¢s profundos, de heridas que supuran rencor. Tan hondos que se hace cada vez m¨¢s dif¨ªcil superarlos el d¨ªa despu¨¦s de las elecciones. Construir los grandes acueductos necesarios en esas condiciones se torna, pues, en una tarea ¨ªmproba. La met¨¢fora del acueducto pretende indicar la connotaci¨®n existencial de lo que hace falta. No hablamos de grandiosas e in¨²tiles catedrales. Sino de las estructuras esenciales para que la UE pueda sobrevivir como una entidad independiente en un mundo hostil, donde se afirma a pasos agigantados la ley de la jungla.
La exitosa adaptaci¨®n del proyecto com¨²n a este nuevo entorno requerir¨¢ una enorme transformaci¨®n. Esa deseable independencia pasa por elevarnos a un nuevo nivel en capacidades de defensa y de tecnolog¨ªas punteras, sin por el camino olvidar la cohesi¨®n social y el compromiso verde. Todo ello requerir¨¢ inversiones descomunales. Debemos adem¨¢s ampliar la Uni¨®n, lo que requerir¨¢ un profundo cambio de estructuras y procesos pol¨ªticos. Estas y las dem¨¢s cosas que son necesarias no podr¨¢n llevarse a cabo exitosamente sin una amplia convergencia pol¨ªtica. La construcci¨®n de la UE es la historia de la capacidad de crear esas amplias convergencias.
La supervivencia de esa capacidad es lo que est¨¢ ahora en juego en un escenario de consistente deterioro pol¨ªtico, de polarizaci¨®n que llega a la animadversi¨®n, de pol¨ªticas identitarias y tribales que, una vez puestas en marcha, son cada vez m¨¢s dif¨ªciles de aparcar para cooperar. La enfermedad amenaza con llegar hasta el teatro pol¨ªtico com¨²n, el esencial para defender nuestro lugar en el mundo.
La etiolog¨ªa es clara. El problema emana sustancialmente del auge de las ultraderechas nacionalistas y populistas. Alimentadas por los errores de los partidos tradicionales, cogieron fuerza. Esa fuerza ha desatado din¨¢micas perversas. En clave europea, aunque hayan aparcado los posicionamientos m¨¢s radicales ¡ªcomo abogar por la salida de la UE o del euro en sus respectivos pa¨ªses¡ª, estas formaciones siguen siendo contrarias a la ulterior integraci¨®n comunitaria que es necesaria. Adem¨¢s, aunque algunas hayan evolucionado en discurso y maquillaje, siguen siendo un elemento corrosivo de la calidad democr¨¢tica que es m¨¢s necesaria a¨²n. A continuaci¨®n vienen las responsabilidades de las derechas presuntamente moderadas que asumen ideas de esas formaciones y las blanquean. Y las de las izquierdas que, mientras levantan barricadas y se rasgan las vestiduras, maniobran aprovech¨¢ndose de la amenaza ultraderechista ¡ªque divide a los adversarios y moviliza a los propios¡ª y alimentando la polarizaci¨®n.
Hay otro modelo, que es el que se ha utilizado hasta ahora en Alemania, Francia o en la propia UE. Una cooperaci¨®n de los dem¨¢s que marginalice a la ultraderecha. Este esquema requiere que todos hagan su parte, que la derecha moderada renuncie a sacar partido de coaliciones con la ultra, y que los dem¨¢s est¨¦n dispuestos a colaborar con ella y, en su caso, permitirle gobernar. Este modelo no es perfecto. En Italia, Meloni alcanz¨® el poder tras no participar en un Gobierno de unidad nacional. En Francia, la derecha moderada est¨¢ casi desaparecida. Sin embargo, es preferible al de sociedades partidas en dos, y con el veneno ultra campando a sus anchas en una de las dos mitades. Este escenario es p¨¦simo en niveles nacionales, y pr¨¢cticamente letal a escala comunitaria.
El modelo de consensos amplios y ultraderecha marginalizada est¨¢ en riesgo. No es probable que se rompa del todo en esta legislatura europea, pero mientras unos y otros se dedican a levantar barricadas se entrev¨¦ serpentear una grieta con visos de convertirse en abismo y hacerlo inviable a medio plazo. La UE es el ¨²nico bote de salvaci¨®n del que disponemos. Para permanecer a flote necesita un salto integrador. Este no ser¨¢ posible con una pol¨ªtica polarizada, con una pol¨ªtica donde influyan los de la Europa de las naciones. Ojal¨¢ la enfermedad no llegue hasta el templo europeo. Necesitamos m¨¢s acueductos y menos barricadas.
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