Objetos de deseo
Los seres humanos vivimos tantos a?os porque nunca deseamos lo que creemos desear, de modo que vamos de decepci¨®n en decepci¨®n
Las mariposas nocturnas son las primas l¨²gubres de las diurnas. Su abdomen, peludo y grueso, no se puede ni comparar con la elegancia filiforme del de sus parientes, que dan la impresi¨®n de carecer de intestinos. He le¨ªdo que las polillas utilizan para navegar la luz de la Luna y de las estrellas, con las que establecen complicadas geometr¨ªas que les permite volar en l¨ªnea recta. Con las luces artificiales, por razones que ignoro, se desorientan y se mueven en torno a ellas en c¨ªrculos conc¨¦ntricos cada vez m¨¢s cerrados hasta que alcanzan, por poner un ejemplo, la llama de la vela encendida pa...
Las mariposas nocturnas son las primas l¨²gubres de las diurnas. Su abdomen, peludo y grueso, no se puede ni comparar con la elegancia filiforme del de sus parientes, que dan la impresi¨®n de carecer de intestinos. He le¨ªdo que las polillas utilizan para navegar la luz de la Luna y de las estrellas, con las que establecen complicadas geometr¨ªas que les permite volar en l¨ªnea recta. Con las luces artificiales, por razones que ignoro, se desorientan y se mueven en torno a ellas en c¨ªrculos conc¨¦ntricos cada vez m¨¢s cerrados hasta que alcanzan, por poner un ejemplo, la llama de la vela encendida para la cena ¨ªntima. Se produce entonces un olor a carne y a cabello quemados envuelto en un tufo como de productos qu¨ªmicos dif¨ªciles de catalogar.
Hay algo de inquietante en esto de que la mariposa nocturna muera al alcanzar el objeto de su deseo, que es la llama. Quiz¨¢ se trate de una ley universal. Los seres humanos vivimos tantos a?os porque nunca deseamos lo que creemos desear, de modo que vamos de decepci¨®n en decepci¨®n, siempre empujados por aquello que supuestamente nos colmar¨¢ de dicha, hasta alcanzar la muerte, que, si no el nuestro, parece ser el objeto de deseo de nuestras c¨¦lulas desde el d¨ªa mismo de su nacimiento. La muerte es nuestra llama, nuestra llama oscura, podr¨ªamos decir. Giramos a su alrededor toda la vida, en espirales que nos conducen a su centro, hasta que ardemos en su fr¨ªo.
A m¨ª me dan l¨¢stima las mariposas nocturnas, las polillas, porque me veo en su fealdad, en su desorientaci¨®n, en su aturdimiento. Las imagino volando hacia la Luna, hacia la Luna llena que observo desde mi ventana. Dado que apenas viven 15 d¨ªas, se quedar¨¢n tan lejos de ella como nosotros de nuestros delirios de grandeza. Son una especie animal muy desgraciada, en fin, pero procuren que no desoven en su tarro de harina porque se les llenar¨¢n las paredes de la cocina de unas larvas francamente asquerosas.