¡®La fiebre¡¯: lecciones sobre c¨®mo se fractura una sociedad
La nueva serie de los creadores de ¡®Baron noir¡¯ retrata a la perfecci¨®n c¨®mo los medios de comunicaci¨®n de extrema derecha y las redes sociales amplifican pol¨¦micas para generar odio
En la serie francesa La fiebre, que se estren¨® en julio en Movistar Plus+, una consejera pol¨ªtica empleada en una agencia de comunicaci¨®n, Sam Berger, es reclutada de urgencia por un club de f¨²tbol despu¨¦s de que las im¨¢genes de su jugador estrella, de origen senegal¨¦s, dando un cabezazo a su entrenador y llam¨¢ndole ¡°sucio tubab¡± (tubab significa blanco en wolof) empiecen a correr como la p¨®lvora. Aunque el altercado nace en realidad de un prosaico malentendido sin ninguna connotaci¨®n racista, esta soci¨®loga de formaci¨®n tiene la misi¨®n de romper el relato medi¨¢tico propagado por la fachosfera que acusa al jugador de racismo antiblanco, y a la vez de impedir que la izquierda anticolonialista transforme al futbolista en un m¨¢rtir y un s¨ªmbolo de la lucha antirracista. Escrita por los guionistas de Baron noir, la serie revela las fracturas identitarias que atraviesan y dividen la sociedad francesa y sobre todo sirve para entender los mecanismos que originan las pol¨¦micas identitarias amplificadas por los medios de comunicaci¨®n de extrema derecha y las redes sociales.
En una escena, tras regresar a casa despu¨¦s de trabajar, la protagonista se sienta junto a su hijo en el sof¨¢, enciende la televisi¨®n y pone el programa de la cadena C8 Touche pas ¨¤ mon poste (TPMP), presentado por el pol¨¦mico Cyril Hanouna, quiz¨¢ el talk show m¨¢s denostado y de los m¨¢s seguidos en esa franja horaria de la televisi¨®n francesa (1,24 millones de telespectadores diarios de media) por su discurso ultraderechista y la mediocridad intelectual de sus colaboradores, una mezcla de expresentadores casposos, pseudo expertos y famosos de la telerrealidad. ¡°?En serio vas a ver esta mierda?¡±, le pregunta incr¨¦dulo su hijo. A lo que ella le contesta que si quiere entender lo que est¨¢ pasando en el pa¨ªs tiene que ver ese programa. Un ejercicio que, por primera vez, y empujada por la serie, me propuse hacer el otro d¨ªa.
El tema central de la emisi¨®n era el tuit de Jean-Michel Apathie, editorialista del programa de la competencia Quotidien (considerado de izquierda, aunque sus detractores acusan al talk show de fomentar una visi¨®n estrictamente parisina y elitista de la pol¨ªtica y de la sociedad), en el que calificaba de grosera la promoci¨®n por parte del diputado del Reagrupamiento Nacional (RN), Laurent Jacobelli, de la d¨¦cima edici¨®n de la Fiesta del cerdo en la ciudad de Hayange, en el noreste de Francia. El tuit de Apathie dio lugar a m¨¢s de dos horas de un debate intencionadamente enfocado en el supuesto desprecio de clase de las ¨¦lites hacia lo rural y las fiestas populares. Invitado del programa, Jacobelli pudo desplegar a su antojo el relato de una Francia dominada por unas ¨¦lites que odian al ¡°verdadero pueblo¡± y a sus tradiciones. El diputado, apoyado en su tesis por Hanouna y el resto de los presentes, se escud¨® alegando que otras ciudades tambi¨¦n celebran la festividad, pero obvi¨® que en el caso de Hayange fue inaugurada hace 10 a?os, justo despu¨¦s de que la formaci¨®n xen¨®foba de Marine Le Pen se hiciera con la alcald¨ªa. Los comentarios en redes al tuit de Apathie siguieron la misma l¨ªnea. ¡°?Cu¨¢nto desprecio por lo rural! ?Y luego os sorprend¨¦is de que os odien al otro lado de la circunvalaci¨®n de Par¨ªs!¡±; ¡°Las fiestas populares francesas son groseras, ?es eso lo que est¨¢ usted diciendo? ?Desde nuestros territorios rurales os decimos que os den!¡±, se pod¨ªa leer en la red social.
Por mucho que el cerdo sea una referencia de la gastronom¨ªa francesa, un partido islam¨®fobo jam¨¢s tiene buenas intenciones cuando decide organizar ese tipo de fiesta. Tanto es as¨ª que al poco tiempo, los medios de extrema derecha, desde Le Journal du Dimanche pasando por las radios Europe 1 y RMC ¨Dlos mismos sobre los que el RN se apoy¨® durante la campa?a de las legislativas¨D, se hicieron eco de la supuesta pol¨¦mica provocada por el tuit de Apathie, con el fin de amplificar el ruido y extender la idea de que existe una Francia que reniega de su identidad, entregada al wokismo y lo pol¨ªticamente correcto.
Servida en prime time d¨ªa tras d¨ªa y sin filtro alguno, la batalla cultural alimentada por la ultraderecha con la complicidad de un programa en el que Jordan Bardella ¨Dentre otros pol¨ªticos de su misma ideolog¨ªa¨D ha estado pase¨¢ndose como en su casa, lleva m¨¢s de una d¨¦cada impregnando de odio a millones de franceses que ya no sienten verg¨¹enza por votar al RN o a Reconqu¨ºte, el partido de Zemmour, al ver que sus ideas son legitimadas en el espacio medi¨¢tico. TPMP, que seg¨²n la historiadora e investigadora del CNRS (la principal instituci¨®n francesa de investigaci¨®n) Claire S¨¦cail ¡°socava los t¨¦rminos de la conversaci¨®n social y, por extensi¨®n, amenaza los cimientos de la democracia¡±, ha sido sancionado y llamado al orden por la Autoridad Reguladora de la Comunicaci¨®n Audiovisual (ARCOM) 29 veces en sus 13 a?os de existencia ¨Ddesde insultos hom¨®fobos hasta inventarse testimonios¨D. El programa, de hecho, dejar¨¢ de emitirse a partir de febrero de 2025 despu¨¦s de que la ARCOM decidiera retirar a la cadena C8 su frecuencia. Una medida m¨¢s que necesaria, aunque quiz¨¢ llegue demasiado tarde.