Vay¨¢monos ya todos de X, que es un antro
Si el alcalde de Barcelona deja la red social porque supone una ¡°amenaza para la democracia¡±, tambi¨¦n deber¨ªa eliminar todas las cuentas institucionales
Los periodistas nos hemos acostumbrado a casi todo. Incluso a que, ante cualquier emergencia, el tel¨¦fono oficial de prensa responda: ¡°Mira Twitter (X)¡±. Hace tanto que pasa, que la indignaci¨®n de los primeros a?os se esfum¨® hace tiempo. Ahora Incluso nos hemos adaptado: para qu¨¦ levantar un tel¨¦fono si con conectarse a la red social de Elon Musk basta.
Lograda la simbiosis, lo que no se acaba de entender es para qu¨¦ contin¨²an existiendo los tel¨¦fonos fijos de los gabinetes de prensa. Antes (?alerta, nostalgia!) se interactuaba con las personas que respond¨ªan a las llamadas. Se repreguntaba e incluso se pod¨ªa mantener una conversaci¨®n y contrastar el argumentario enlatado que elaboran las instituciones p¨²blicas para evitar dar explicaciones. Ahora llamar es una cuesti¨®n de pundonor: ojo, que somos periodistas.
X ofrece una forma sencill¨ªsima de dirigirse a los medios de comunicaci¨®n (la mitad de X son periodistas, como poco) y al mundo en general. Incluso el gabinete de prensa de los Mossos d¡¯Esquadra hace tiempo que adopt¨® la pol¨ªtica de correr a tuitear cualquier operaci¨®n policial en directo: son los primeros en contarlo (no hay m¨¦rito alguno en ello), arrebatan la primicia a cualquier periodista y logran la felicidad de miles de retuits e impresiones que incluso miden y difunden internamente. Ap¨¢rtense, medios de comunicaci¨®n, dejen paso.
El problema es que las instituciones practican esos atajos para llegar al p¨²blico final en un lodazal, equiparable a dar una rueda de prensa en un tugurio de mala muerte. Al final, si todo dios se congrega en ¨¦l, aunque tenga el suelo pringoso, la cocina sucia, carezca de salida de emergencias y sirvan alcohol de garraf¨®n, pues quiz¨¢ es que tampoco est¨¢ tan mal. O quiz¨¢ s¨ª es tan terrible, pero no voy a ser yo la ¨²nica persona que se pierda lo que ah¨ª se cuece. ?Que va hasta el presidente del Gobierno! ?Y la Rosal¨ªa!
Pero el s¨¢bado, el alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, dijo que ¨¦l ya no pensaba acudir m¨¢s al antro de X. Que se hab¨ªa convertido en un lugar de ¡°odio, intolerancia y mentiras¡±. Lo defini¨® como un ¡°pozo de fake news, falsedades e intransigencia¡±. ¡°Una amenaza para la democracia¡±, afirm¨®, en un contexto de ¡°degradaci¨®n¡± que ha ¡°agravado¡± su nuevo propietario, Elon Musk, al que no se atrevi¨® a citar directamente.
Si el alcalde de Barcelona se cree todos los motivos que esgrimi¨® para abandonar X, no tienen ning¨²n sentido que mantenga en la red social los perfiles institucionales del Ayuntamiento de Barcelona, de la Guardia Urbana, de los Bomberos de Barcelona, del PSC local¡ que legitiman su existencia. Si no es bueno para el alcalde, porque supone ¡°una amenaza para la democracia¡±, no puede ser tampoco bueno para la estrategia digital del Consistorio que gobierna.
El otro d¨ªa mi colega Carmela R¨ªos defendi¨® en esta columna que los periodistas tenemos que seguir en X para ¡°observar y contar¡± lo que ah¨ª ocurre, los ciudadanos, para ¡°comprender la dimensi¨®n del peligro que las redes desbocadas suponen para sus vidas¡±, las instituciones para ¡°proteger la convivencia en nuestras sociedades¡±. La red social X como ¨¢gora p¨²blica, en la que detectar tendencias, debatir y confrontar ideas. Como el que se suma al Telegram de Alvise (?culpable!) con la esperanza de entender algo, mientras engrosa el canal.
A riesgo de estar equivocada (Carmela sabe mucho m¨¢s), X es una red de la que huir si no se imponen unas normas m¨ªnimas de circulaci¨®n. Entre sus moradores hay multitud de personas interesantes, la mayor¨ªa con las maletas hechas. No se van porque la NASA no se va. Porque Stephen King no se va. ?Porque Rihanna no se va! Pero tambi¨¦n porque t¨² no te vas. Y el due?o del bar sigue contento, sirviendo raciones caducadas a precios desorbitados (tu vida), sabiendo que cada d¨ªa volvemos a por m¨¢s.