Kamala Harris, gu¨ªa para dem¨®cratas perplejos de todo el mundo
Gane o pierda la actual vicepresidenta de EE UU, los dem¨®cratas de todo el mundo hemos visto que la democracia a¨²n puede movilizar entusiasmos transversales
Gane o pierda, Kamala Harris puede presumir ya de haber encendido un farolillo en la noche pol¨ªtica. Parafraseando a los futboleros, est¨¢ demostrando que hay partido frente al populismo resentido y que caben otras estrategias alternativas al repliegue radical en los extremos o al conservadurismo defensivo que tan caro les est¨¢ saliendo, por ejemplo, a los socialdem¨®cratas alemanes.
Gane o pierda, los dem¨®cratas de todo el mundo hemos visto que la democracia a¨²n puede movilizar entusiasmos transversales, que interpelan a toda la comunidad pol¨ªtica y siembran dudas al otro lado del muro q...
Gane o pierda, Kamala Harris puede presumir ya de haber encendido un farolillo en la noche pol¨ªtica. Parafraseando a los futboleros, est¨¢ demostrando que hay partido frente al populismo resentido y que caben otras estrategias alternativas al repliegue radical en los extremos o al conservadurismo defensivo que tan caro les est¨¢ saliendo, por ejemplo, a los socialdem¨®cratas alemanes.
Gane o pierda, los dem¨®cratas de todo el mundo hemos visto que la democracia a¨²n puede movilizar entusiasmos transversales, que interpelan a toda la comunidad pol¨ªtica y siembran dudas al otro lado del muro que divide un pa¨ªs polarizado. M¨¢s all¨¢ de su puesta en escena, sus gestos o sus discursos; m¨¢s all¨¢ incluso de la contundencia con la que humill¨® a Trump en el debate, el ¨¦xito de Harris consiste en no dar la raz¨®n a sus rivales y abrirles una v¨ªa de agua en el coraz¨®n de su propaganda. Hasta ahora, nadie lo hab¨ªa hecho tan bien como ella.
La acusaci¨®n m¨¢s recurrente y exitosa del populismo hacia los progresistas es el elitismo. Al reaccionar con soberbia, los progresistas les daban la raz¨®n y alimentaban el fuego que ya ard¨ªa a sus pies. Cuando Trump se?alaba a los pijos progres como causa de todos los males del norteamericano com¨²n, cualquier sarcasmo de la tira c¨®mica de The New Yorker solo serv¨ªa como combustible para la hoguera. ?Veis c¨®mo no les import¨¢is?, bramaban los Trump de ambos lados del Atl¨¢ntico. El desprecio arrogante con el que una parte de la izquierda ¡ªla intelectual y cultural sobre todo, pero tambi¨¦n la pol¨ªtica¡ª ha reaccionado al resentimiento de quienes se sienten descolgados del mundo ha terminado por arrojar a muchos votantes a los brazos de demagogos y mes¨ªas de baratillo.
Tal vez su biograf¨ªa la vacun¨® contra la soberbia y le ayud¨® a presentarse como hija de unas clases medias meritocr¨¢ticas, una versi¨®n actualizada del sue?o americano con la que se pueden identificar muchos votantes para los que hacer Am¨¦rica grande de nuevo significa mandar a sus hijos a la universidad y que prosperen como la buena chica Kamala. Mar¨ªa Ram¨ªrez, en su reciente libro-perfil Kamala Harris, la primera, la caracteriza como negociadora y partidaria de comprender al otro sin renunciar por ello a sus propias posiciones. Tambi¨¦n la retrata como una pol¨ªtica flexible, poco dogm¨¢tica y apegada al presente y sus circunstancias. Quiz¨¢ nada de esto baste para contener a Trump ni apagar los ardores guerreros de los que ya hacen planes para tomar el Capitolio otra vez, pero es un buen principio y una gu¨ªa para dem¨®cratas perplejos de todo el mundo.