Los ultras del Atleti o yo
Los lectores escriben sobre la violencia en los estadios, el riesgo de una nueva pandemia, la recaudaci¨®n de impuestos, y la crisis de la vivienda en Espa?a
Soy del Atleti desde donde mi memoria alcanza a recordar. ¡°A¨²pa Atleti¡± estuvieron entre las primeras palabras de mi pueril vocabulario y con la camiseta colchonera aprend¨ª a dar mis primeros pasos. Cuando descendimos a los infiernos de segunda, llen¨¦ mi discurso de orgullo rojiblanco para defenderme de compa?eros del cole madridistas que disfrutaban metiendo el dedo en la llaga y me invitaban jocosamente a pasarme al otro lado. Por supuesto, ni eso, ni las dos finales de Champions que perdimos a?os despu¨¦s, me alejaron del sentimiento atl¨¦tico. Por eso, me entristece amargamente lo que hoy, como adulta, siento. La ni?a de lealtad inquebrantable ya no puede seguir defendi¨¦ndolos. Soy socia abonada, le regalo al club mi tiempo y mi dinero con gusto porque ir al campo me hace feliz. Pero ha llegado un punto de no retorno. No quiero ultras enmascarados, de est¨¦tica nazi, que hacen el saludo romano al cantar el himno, que denigran a jugadores por su color de piel, que siguen gritando ¡°Guti maric¨®n¡±. No en mi Atleti, se?ores Gil Mar¨ªn y Cerezo. Son ellos o yo.
Alba Gonzalo S¨¢nchez. Madrid
Prepararse para la pr¨®xima pandemia
El ser humano, por pura higiene mental, tiende a olvidar los traumas pasados. Y la pandemia de la covid-19 parece ya algo muy lejano. Pero nuestros pol¨ªticos, sean del signo que sean y cualquiera que sea su ¨¢mbito de actuaci¨®n, deber¨ªan trabajar en prepararse para la pr¨®xima emergencia sanitaria que por desgracia llegar¨¢ y as¨ª evitar el terrible ¡°s¨¢lvese quien pueda¡± que vivimos. Los hermanos, primos y allegados seguro tienen bien perge?adas sus estrategias para el ¡°f¨®rrese cualquiera¡±.
Pedro Luis Lamas Rodr¨ªguez. Madrid
Impuestos
Est¨¢n en contra de los impuestos, sin embargo, se pasean con altivez en su Maserati por las autopistas y autov¨ªas del Estado, cuya construcci¨®n y mantenimiento pagamos entre todos. Repudian los tributos, pero cuando sufren cualquier incidente a quien llaman es a la Polic¨ªa. Les repele el fisco, aunque algunos de ellos o de sus familiares m¨¢s cercanos cobran todos los meses del erario p¨²blico. Desean una sociedad libre de cargas fiscales, sin embargo, exigen las calles barridas y bien iluminadas, las playas limpias y que les recojan la basura todos los d¨ªas. Rechazan los impuestos, pero en caso de incendio llaman a los bomberos, y cuando precisan el concurso de la justicia, la acusan de ser lenta. ?Con qu¨¦ creen que se financia lo que tambi¨¦n ellos demandan?
Enrique Chicote Serna. Arganda del Rey (Madrid)
Alquiler prohibitivo
El alquiler en Espa?a, hay que decirlo, es un pie en el cuello que te pone el arrendatario, con zapatos martinelli o con sandalias. Es un ¡°a r¨ªo revuelto, ganancia de pescadores¡±, del pescador con ca?a en el yate, y del pescador con ca?a en la barquita. Es el desahucio absoluto de la realidad, para dar cobijo a la usura. Es un desfalco del movimiento, de la posibilidad. Entiendo, a la vez, el riesgo que se asume. El riesgo del arrendatario a quedar varado. Es por ello que har¨ªa falta proteger ese espacio, de manera tal que la honestidad sea la llave que abra la puerta.
Francisco Garc¨ªa Castro. Estepona