La demolici¨®n
Una frustraci¨®n ha llevado a gentes de renombre de derechas e izquierdas, irreconciliables en el pasado, a encontrarse frente a un enemigo com¨²n: el presidente traidor
La lucha por el poder es en blanco y negro: est¨¢s t¨² o me pongo yo. Y el resentimiento invade el ¨¢nimo del que no se sali¨® con la suya. La avalancha de agresivas sobreactuaciones contra Pedro S¨¢nchez, tanto desde un PP y su entorno que no acaban de entender por qu¨¦ la presa es tan esquiva como de ...
La lucha por el poder es en blanco y negro: est¨¢s t¨² o me pongo yo. Y el resentimiento invade el ¨¢nimo del que no se sali¨® con la suya. La avalancha de agresivas sobreactuaciones contra Pedro S¨¢nchez, tanto desde un PP y su entorno que no acaban de entender por qu¨¦ la presa es tan esquiva como de viejos compa?eros suyos sumidos en la melancol¨ªa del poder perdido, es ya un ruido que no cesa: aut¨®crata, totalitario, desprecia cuanto ignora, mafioso que pone las instituciones a su servicio, solo busca perpetuarse en su r¨¦gimen de corrupci¨®n, dictador al servicio de antisistemas e independentistas, personaje que act¨²a como las grandes organizaciones gansteriles del siglo pasado, son algunas de las guindas con que le premian, dando rienda suelta a su frustraci¨®n. No estoy seguro que sea la mejor estrategia contra S¨¢nchez. Cierto es que vivimos unos tiempos ¡ªbajo el peso de la comunicaci¨®n digital¡ª en los que el ruido suma y la distinci¨®n entre verdad y mentira brilla por su ausencia. Pero tanto odio, tanto disparo a bulto, puede tener efectos contrarios a los que buscan sus adversarios.
Es f¨¢cil entender este ruido trat¨¢ndose de la condici¨®n humana. La carrera de Pedro S¨¢nchez se construy¨® inesperadamente: entre su aparici¨®n en escena y la captaci¨®n del momento de oportunidad pas¨® muy poco tiempo. Y en este periodo tumb¨® dos poderes con mucho arraigo. La direcci¨®n del PSOE le cerr¨® la puerta inicialmente y ¨¦l, carretera y manta, se trabaj¨® el partido, regres¨® y pudo con ellos, un n¨²cleo de poder que tuvo su apogeo en el felipismo y a la hora del relevo estaba desorientado y gastado. Y S¨¢nchez dio el golpe de gracia que le permiti¨® empezar sin depender de ellos. Estas cosas dejan heridas. Dif¨ªcilmente se perdonan.
Tampoco era de esperar la moci¨®n con la que tumb¨® a Mariano Rajoy aquella tarde en la que el entonces presidente prefiri¨® refugiarse en la sobremesa, que cambi¨® el escenario de la noche a la ma?ana. De modo que los hacedores de los dos grandes partidos sufrieron en poco tiempo dos revolcones de manos de quien rompi¨® la l¨®gica de los aparatos pol¨ªticos. Y ahora contra S¨¢nchez vale todo y hay que recurrir a las palabras mayores: totalitarismo, traici¨®n, decadencia, destrucci¨®n de la patria, para presentarle como el aprendiz de dictador que quiere cargarse el r¨¦gimen a fin de perpetuarse. Esta doble frustraci¨®n hace que gentes de renombre de la derecha y de la izquierda, irreconciliables en el pasado, se encuentren ahora con un enemigo com¨²n: el presidente traidor.
Y, sin embargo, lo que ha hecho este dictador ha sido, en vez de ir a la confrontaci¨®n con el nacionalismo catal¨¢n, entrar en una senda de negociaci¨®n que permitiera cierto reencuentro, con el nada despreciable resultado de un aterrizaje en el principio de realidad que ha puesto en evidencia los l¨ªmites del independentismo y ha permitido que la pol¨ªtica catalana entre en una fase de cierto sosiego reparador, que todas las partes necesitaban, con el presidente Salvador Illa gestionando la resaca del proc¨¦s frustrado. Y, en el conjunto de Espa?a, el dirigente autoritario que resulta tan intimidante para sus enemigos, gobierna sin una mayor¨ªa absoluta, con pactos no siempre f¨¢ciles con los grupos minoritarios del nacionalismo perif¨¦rico (aquellos con los que la derecha complet¨® a menudo sus mayor¨ªas) y de las izquierdas, negociando permanentemente la estabilidad. Tarea que, sin duda, la agresividad del PP facilita. En cualquier caso, una pr¨¢ctica impropia de los autoritarismos que absorben, no pactan.
En este escenario, que no es una ocupaci¨®n ilegal del poder, como insin¨²a el despliegue reaccionario de las mil caras, a la derecha le cuesta ganar terreno, aun contando con el apoyo ya no inconfesable, porque est¨¢ a la vista de todos, de Vox. En buena parte por la estrategia de descalificaci¨®n permanente en que Alberto N¨²?ez Feij¨®o ha convertido en su modo de estar en pol¨ªtica y que es un reconocimiento de que ve dif¨ªcil alcanzar el poder por sus m¨¦ritos y necesita el desgaste del adversario. Ello le est¨¢ convirtiendo en un l¨ªder sin proyecto, sin alternativas que proponer, porque el balance de cada una de sus intervenciones se reduce a frases supuestamente ingeniosas de descalificaci¨®n del presidente. S¨¦ perfectamente el marco de comunicaci¨®n en el que en estos tiempos de dominio digital se expresa la pol¨ªtica. Una frase y miles de retuits valen m¨¢s que una propuesta relevante. Pero liderar la oposici¨®n significa adquirir empaque como l¨ªder alternativo. Y Feij¨®o no sale de sus recurrentes sentencias agresivas ¡ªa menudo, insultantes¡ª que no contribuyen precisamente al debate y a la dignificaci¨®n de la pol¨ªtica, lo que le condena a llegar a la presidencia por desgaste del adversario, no por construcci¨®n de un liderazgo propio que no se atisba. ?Cu¨¢nto tiempo tendr¨¢ el PP la paciencia de aguantar-le? ?O esperan a ver a S¨¢nchez m¨¢s deca¨ªdo para buscar el relevo?
Ahora mismo, el problema de fondo est¨¢ en las futuras alianzas. El PP no tiene otra opci¨®n que Vox, en un momento que este es el viento que corre en Europa. Y Pedro S¨¢nchez tiene que seguir lidiando con su compleja mayor¨ªa, sin confiarse en el hecho de que ahora mismo no hay alternativa. En realidad, son el PNV y Junts los que en alg¨²n momento pueden dar el paso, pero la dependencia de Vox no ayuda. Aunque tengo pocas dudas de que el PP se incorporar¨¢ a la v¨ªa del autoritarismo posdemocr¨¢tico si le da la suma.