Esta puede ser la hora de Alemania, si sabe aprovecharla
Berl¨ªn tiene que construir una Europa m¨¢s fuerte y democr¨¢tica, y que apoye a Ucrania, en contra de la posici¨®n pol¨ªtica actual de Estados Unidos
En la historia de la Rep¨²blica Federal de Alemania ha habido tres ocasiones en las que un canciller tom¨® una decisi¨®n estrat¨¦gica que abri¨® la puerta a un futuro mejor para Europa. Hoy no solo es posible, sino urgentemente necesario, que vivamos un nuevo momento hist¨®rico similar. Si el nuevo Gobierno de coalici¨®n del pa¨ªs presidido por Friedrich Merz aprovecha la oportunidad que le ofrece esta crisis, Alemania y Europa seguir¨¢n avanzando. Si...
En la historia de la Rep¨²blica Federal de Alemania ha habido tres ocasiones en las que un canciller tom¨® una decisi¨®n estrat¨¦gica que abri¨® la puerta a un futuro mejor para Europa. Hoy no solo es posible, sino urgentemente necesario, que vivamos un nuevo momento hist¨®rico similar. Si el nuevo Gobierno de coalici¨®n del pa¨ªs presidido por Friedrich Merz aprovecha la oportunidad que le ofrece esta crisis, Alemania y Europa seguir¨¢n avanzando. Si fracasa, es posible que, antes de que acabe esta d¨¦cada, hayamos retrocedido m¨¢s y m¨¢s deprisa de lo que jam¨¢s habr¨ªamos imaginado en nuestras peores pesadillas hace solo unas semanas.
La gran diferencia con esos tres momentos trascendentales es que en 1949, 1969 y 1989 hab¨ªa una coincidencia pol¨ªtica fundamental entre la Rep¨²blica Federal y Estados Unidos. Esta vez, Alemania tiene que construir una Europa m¨¢s fuerte, libre y democr¨¢tica, y que apoye a Ucrania, en contra de la posici¨®n pol¨ªtica actual de Estados Unidos. El instante m¨¢s asombroso de la noche electoral del domingo se produjo cuando Merz, que siempre ha sido un atlantista, declar¨® que Europa debe ¡°independizarse verdaderamente de Estados Unidos¡±. (En comparaci¨®n con la zalamer¨ªa vagamente brit¨¢nica de Emmanuel Macron en la Casa Blanca al d¨ªa siguiente, el futuro canciller de Alemania parece casi m¨¢s gaullista que el presidente franc¨¦s).
En 1949, Konrad Adenauer, el gran canciller fundador de la Rep¨²blica Federal, tom¨® la decisi¨®n de sumar la mitad occidental de su pa¨ªs dividido al Occidente geopol¨ªtico transatl¨¢ntico que estaba naciendo y a una Europa m¨¢s integrada; su postura estaba en consonancia con la actitud de Estados Unidos y los principales socios europeos del nuevo Estado ¡ªFrancia y Gran Breta?a¡ª en plena posguerra y Guerra Fr¨ªa. En 1969, la apertura hacia el Este del canciller Willy Brandt, la Ostpolitik, coincidi¨® con las pol¨ªticas de distensi¨®n que estaban iniciando Washington, Par¨ªs y Londres. En 1989, el empe?o del canciller Helmut Kohl en que la reunificaci¨®n alemana formara parte de las siguientes fases de unificaci¨®n europea, incluida la creaci¨®n de una moneda europea com¨²n, cont¨® con la opini¨®n favorable de Estados Unidos y facilit¨® que Francia aceptara la unidad alemana. En los tres casos, siempre hubo alg¨²n gobernante occidental que manifest¨® sus reservas ¡ªla m¨¢s corta de miras fue Margaret Thatcher cuando se opuso a la reunificaci¨®n alemana¡ª, pero, desde una gran perspectiva hist¨®rica, las decisiones estrat¨¦gicas m¨¢s importantes de Alemania estuvieron en sinton¨ªa con las del Occidente geopol¨ªtico encabezado por Estados Unidos.
Hoy ya no. Mientras Trump est¨¦ en la Casa Blanca, no habr¨¢ ning¨²n ¡°Occidente¡± con una postura geopol¨ªtica unida. El lunes, en el tercer aniversario de la invasi¨®n rusa de Ucrania, asistimos en la ONU al indignante espect¨¢culo de que Estados Unidos votara lo mismo que Rusia, en contra de una resoluci¨®n en favor de Ucrania propuesta por los brit¨¢nicos y los pa¨ªses de la UE. Estados Unidos ha decidido unirse a las grandes y medianas potencias de los BRICS que utilizan la pol¨ªtica transaccional para destruir lo que queda del orden internacional liberal que el propio Estados Unidos construy¨®. El experto en relaciones internacionales John Ikenberry dijo en una ocasi¨®n que Estados Unidos era un leviat¨¢n liberal. Hoy, ese leviat¨¢n liberal se ha convertido en un elefante descontrolado.
La Europa libre que hemos construido desde 1949 est¨¢ siendo atacada desde dentro y desde fuera, unos asaltos interconectados. En todas partes gana terreno la Europa antiliberal, populista y nacionalista. Es normal que la candidata de AfD, Alice Weidel, calificara los resultados electorales de su partido de ¡°¨¦xito hist¨®rico¡±: ha obtenido una quinta parte de los votos totales, ha ganado con claridad de las elecciones en la parte oriental de Alemania y ha pasado a ser el segundo partido del nuevo Bundestag. Lo alarmante es que lo haya logrado con el apoyo de Washington. La diatriba que solt¨® en la Conferencia de Seguridad de M¨²nich el vicepresidente estadounidense, J. D. Vance, fue un aut¨¦ntico m¨ªtin en favor de AfD. El domingo por la noche, Merz coment¨® con iron¨ªa que las injerencias de Washington en nuestra pol¨ªtica democr¨¢tica ¡°son tan terribles como las de Mosc¨²¡±.
Despu¨¦s de la reunificaci¨®n de Alemania en 1990, celebramos que se hubiera convertido en un pa¨ªs europeo ¡°normal¡±. Ahora, en cierto sentido, tenemos que lamentarlo. Porque, hoy en d¨ªa, ser un pa¨ªs europeo normal significa que al centro liberal le quedan pocas oportunidades. Si no cambia lo que hace falta para recuperar a los votantes que se han ido a los extremos populistas, Marine Le Pen ser¨¢ presidenta de Francia en 2027, AfD ganar¨¢ las elecciones alemanas en 2029 y la formaci¨®n de Nigel Farage, Reform UK, tendr¨¢ m¨¢s votos que el Partido Conservador.
La buena noticia es que los grandes partidos alemanes y europeos de la democracia liberal tienen cada vez m¨¢s claro lo que hay que hacer. Europa tiene que salvar a Ucrania. Debemos apresurarnos a construir una defensa europea com¨²n mucho m¨¢s fuerte que incluya a Gran Breta?a. Todos nosotros, pero especialmente Alemania, tenemos que recuperar el dinamismo econ¨®mico, sin revertir la transici¨®n ecol¨®gica, pero abordando las preocupaciones que suscitan las desigualdades socioecon¨®micas y geogr¨¢ficas que han empujado a los votantes hacia los populistas. Debemos controlar la inmigraci¨®n irregular y, al mismo tiempo, lograr la integraci¨®n de un gran n¨²mero de inmigrantes, que es la ¨²nica manera de resolver nuestro grave problema demogr¨¢fico.
?C¨®mo se va a hacer? ?C¨®mo se va a pagar? Los obst¨¢culos internos son inmensos. Alemania, un pa¨ªs famoso por los motores que fabrica, ahora destaca m¨¢s por los frenos, los mecanismos como el ¡°freno de deuda¡± consagrado en la Constituci¨®n. Pese a ello, el canciller alem¨¢n tiene enormes posibilidades de llevar al pa¨ªs en una nueva direcci¨®n si muestra, como Adenauer, Brandt y Kohl, la voluntad y las aptitudes necesarias para hacerlo.
De acuerdo con la tradici¨®n, las inminentes negociaciones para formar una coalici¨®n entre los dem¨®cratas cristianos y los socialdem¨®cratas deber¨ªan desembocar en una serie de acuerdos para repartirse las porciones de un pastel grande y cada vez mayor. Pero ?y si el pastel es cada vez m¨¢s peque?o y hay que cortar dos nuevas porciones, para invertir m¨¢s en defensa y en las desatendidas infraestructuras del pa¨ªs? Es evidente que Alemania tendr¨¢ que relajar de alguna forma el freno de la deuda, pero, para que este momento tenga verdadera trascendencia estrat¨¦gica, para que sea un aut¨¦ntico Zeitenwende, Merz tendr¨¢ que seguir el ejemplo de sus dos grandes predecesores democristianos, Adenauer y Kohl, y dar un gran paso m¨¢s para contribuir a fortalecer Europa. El continente necesita tener m¨¢s peso en materia de seguridad, industria de la defensa, energ¨ªa, transici¨®n ecol¨®gica e inteligencia artificial para no perder terreno en este mundo de matones gigantescos. Las soluciones no tienen por qu¨¦ consistir siempre en una integraci¨®n al estilo de Bruselas, pero no pueden ser solo de ¨¢mbito nacional.
El mayor freno que retiene a Alemania es el estado de ¨¢nimo: una curiosa mezcla de demasiada comodidad y demasiado miedo, todo al mismo tiempo. Con lo aficionado que soy a los sustantivos compuestos alemanes, me encanta ver de qu¨¦ manera tan brillante ha captado ese sentimiento el polit¨®logo alem¨¢n Karl-Rudolf Korte, que ha dicho que Alemania es un Wolferwartungsland (un pa¨ªs constantemente pendiente de la llegada del lobo). Salvo que los lobos, hoy, ya han llegado: dos grandes que llaman a la puerta ¡ªPutin y Trump¡ª y uno peque?o, AfD, que ya est¨¢ dentro del gallinero.
Para ahuyentar a los lobos, la cualidad que m¨¢s necesitan exhibir los alemanes es el coraje. Que sigan el consejo de su poeta nacional. ¡°Dinero perdido, p¨¦rdida ligera¡±, escribi¨® Goethe, ¡°honor perdido, p¨¦rdida considerable. ?Coraje perdido, p¨¦rdida irreparable!¡±