?Por qu¨¦ algunos pa¨ªses logran salir de la pobreza gracias a la Ayuda al Desarrollo y otros no?
Parece m¨¢s f¨¢cil devolver a su estado inicial de riqueza a una regi¨®n que ha sido desarrollada y que, por guerras o desastres naturales, perdi¨® su nivel, que hacer avanzar una que nunca conoci¨® la abundancia
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Maria Haydee y Alina son amigas desde hace m¨¢s de 40 a?os. Vecinas de peque?as, por pura casualidad estudiaron en la misma clase universitaria. Despu¨¦s, m¨¢s causalidades a¨²n, acabaron trabajando para la misma instituci¨®n, el Instituto Nacional Tecnol¨®gico de Nicaragua.
Conoc¨ª a Maria Haydee y a Alina en un evento que tuvo lugar en Managua en 2010. Cuando les coment¨¦ que yo trabajaba en el ¨¢mbito de la Ayuda al Desarrollo, me hicieron una pregunta singular: que c¨®mo era posible que Nicaragua, tras haber recibido much¨ªsimos fondos durante tantos a?os, siguiera siendo un pa¨ªs pobre. Evidentemente, yo no supe qu¨¦ contestar, pero la pregunta qued¨® en el aire.
Europa y el Plan Mashall, el ¨¦xito de la Ayuda al Desarrollo
Seg¨²n la revista especializada Historia y Vida, nada m¨¢s finalizar la II Guerra Mundial, Europa pasaba por una situaci¨®n econ¨®mica desastrosa. A consecuencia de la guerra, su producci¨®n agr¨ªcola hab¨ªa disminuido, al igual que sus intercambios comerciales. La carest¨ªa de alimentos hizo necesario un racionamiento estricto, al tiempo que impulsaba el incremento de los precios. En un contexto marcado por la crisis y el desempleo, no era de extra?ar la proliferaci¨®n del mercado negro ni la extensi¨®n de la delincuencia.
Estados Unidos puso en funcionamiento un plan de ayuda econ¨®mica masiva. En 1947, durante un importante discurso, el secretario de Estado norteamericano, el general George C. Marshall, declar¨® que su pa¨ªs iba a hacer todo lo necesario para garantizar la salud econ¨®mica de Europa.
El plan pretend¨ªa contribuir a la reconstrucci¨®n europea. A cambio, la Casa Blanca esperaba obtener beneficios pol¨ªticos, pero tambi¨¦n econ¨®micos, ya que los europeos proteger¨ªan las inversiones estadounidenses.
La ayuda represent¨® un asombroso 15% del presupuesto nacional estadounidense. Gracias a estos fondos ¡ªm¨¢s de 12.000 millones de d¨®lares [m¨¢s de 9.000 millones de euros] entre 1948 y 1951¡ª, la reconstrucci¨®n europea se complet¨® en muy poco tiempo. En apenas cuatro a?os, la producci¨®n ya hab¨ªa recuperado el nivel previo a la guerra.
?frica, el ejemplo de un fracaso
En su libro Cuando la ayuda es el problema: hay otro camino para ?frica, Dambisa Moyo, doctora por la Universidad de Harvard y especialista en Ayuda al Desarrollo, explica c¨®mo, a finales de la d¨¦cada de 1950, y una vez que se vio que la reconstrucci¨®n en Europa funcionaba, la atenci¨®n se centr¨® en otras partes del mundo. Concretamente, se focaliz¨® en ?frica.
Entonces, las trasferencias recibidas por los pa¨ªses africanos fueron aumentando paulatinamente. A principios de la d¨¦cada de 1960, el total de esas transacciones ascend¨ªa aproximadamente a 100 millones de d¨®lares (82 millones de euros). A finales de la d¨¦cada de 1970, el continente hab¨ªa acumulado alrededor de 36.000 millones de d¨®lares (m¨¢s de 29.500 millones de euros) en ayuda extranjera. ?frica estaba inundada de ayuda.
A finales de la d¨¦cada de los 80, ?frica estaba lejos de haber mejorado ni en t¨¦rminos econ¨®micos ni en t¨¦rminos sociales. Y encima los pa¨ªses africanos deb¨ªan enfrentarse a la inmensa deuda que toda esa ayuda hab¨ªa generado. El coste de devoluci¨®n de esa deuda era, simplemente, colosal. Dambisa Moyo, en ese contexto y haciendo referencia a algunos pa¨ªses de ?frica, lleg¨® a sentenciar, tajante: ¡°La Ayuda al Desarrollo es mala y debe desaparecer¡±.
Durante los a?os que viv¨ª en Nicaragua vi con frecuencia a Alina y a Maria Haydee. Despu¨¦s fui destinado a otro pa¨ªs y, con el tiempo, pr¨¢cticamente perdimos el contacto. Pero, aproximadamente 10 a?os despu¨¦s, Alina me envi¨® un correo electr¨®nico donde me informaba de que, por motivos laborales, iba a viajar a Europa. Nos organizamos para vernos.
Fuimos a comer juntos. Despu¨¦s de tanto tiempo, no nos fue dif¨ªcil encontrar temas de conversaci¨®n. Al final de la comida le pregunt¨¦ por Maria Haydee y Alina me coment¨® que, cinco a?os atr¨¢s, hab¨ªan tenido un enfrentamiento y que desde entonces se hab¨ªan distanciado. Sorprendido y sobre todo entristecido por el fin de una amistad tan duradera, le pregunt¨¦ si una reconciliaci¨®n era posible.
?C¨®mo es posible que Nicaragua, tras haber recibido tantos fondos de la Ayuda al Desarrollo durante tantos a?os, siga siendo un pa¨ªs pobre?
Entonces Alina cogi¨® un folio de la carpeta que manten¨ªa sobre la mesa y lo arrug¨® hasta hacer de ¨¦l una bola. Luego, ante mi atenta (y algo sorprendida) mirada, trat¨® de repararla, pero por mucho que lo planch¨® y lo replanch¨® con las palmas de las manos, la hoja nunca volvi¨® del todo a su estado liso inicial. Sonriendo y mir¨¢ndome a la cara, Alina me explic¨®: ¡°Las relaciones personales son como las hojas de papel, que una vez da?adas, por mucho que uno intente, ya no hay forma de devolverlas a su estado inicial¡±.
Ah¨ª dejamos la conversaci¨®n. Luego acompa?¨¦ a mi amiga hasta su hotel y, mientras se alejaba por el recibidor y sin saber muy bien por qu¨¦, me vino a la cabeza la pregunta que me hicieron, Maira Haydee y ella, cuando nos conocimos a?os atr¨¢s: ¡°?C¨®mo es posible que Nicaragua, tras haber recibido tantos fondos de la Ayuda al Desarrollo durante tantos a?os, siga siendo un pa¨ªs pobre?¡±. Me pregunt¨¦ a m¨ª mismo: ¡°?Por qu¨¦ algunos pa¨ªses logran salir de la pobreza gracias a la Ayuda al Desarrollo y otros, recibiendo la misma, no lo consiguen?
Y record¨¦ el caso del plan Marshall en Europa y las explicaciones de Dambisa Moyo relativas a los fondos recibidos en ?frica. Pens¨¦ en c¨®mo Europa hab¨ªa perdido su nivel de desarrollo durante la II Guerra Mundial mientras que ?frica, en realidad, nunca fue una regi¨®n desarrollada. Por ¨²ltimo, record¨¦ la explicaci¨®n que Alina me hab¨ªa dado esa misma noche sobre las relaciones humanas.
Conclu¨ª que, tal vez, el Desarrollo funciona al contrario que las relaciones personales: s¨ª que es posible devolverlo a su estado inicial una vez da?ado. Parece m¨¢s f¨¢cil devolver a su estado inicial de riqueza a un pa¨ªs que ha sido desarrollado y que, por circunstancias (guerras, desastres naturales¡), perdi¨® su nivel de riqueza, que desarrollar a un pa¨ªs que nunca conoci¨® el desarrollo, pens¨¦. En Ayuda al Desarrollo parece m¨¢s f¨¢cil reparar que empezar desde cero.
Miguel Forcat Luque es economista por la Universidad Complutense de Madrid y trabaja para la Comisi¨®n Europea. El art¨ªculo no refleja necesariamente el punto de vista de la instituci¨®n para la que trabaja.
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