Las campesinas de Cucul¨ª y la moda del consumo de carne de conejillo de Indias en Per¨²
Per¨² es cuna gastron¨®mica y la crianza del cuy, un peque?o mam¨ªfero domesticado desde antes de los incas, es sin¨®nimo de autonom¨ªa para muchas mujeres, y de sustento, comida segura y empleo para m¨¢s de 800.000 familias. Lo saben bien en la asociaci¨®n Peruanitas Empe?osas
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Al cuidar a sus cuyes, las campesinas de Cucul¨ª Villa Pampilla se cuidan a s¨ª mismas. Lo comprobaron cuando el coronavirus lleg¨® a esta comunidad de Huarochir¨ª, en la sierra al sur de Lima. ¡°Todos los d¨ªas hac¨ªamos caldo de cuy¡±, dice Dora Santos mientras acaricia a uno de estos roedores andinos en su criadero. ¡°A veces llamaba a mis compa?eras para que me trajeran uno m¨¢s, porque me sent¨ªa muy mal y ellas desesperaban. Quiz¨¢s esa alimentaci¨®n tuvo que ver en nuestra recuperaci¨®n¡±, asegura quien estuvo enferma dos meses.
Para Santos y sus compa?eras, esa no fue la ¨²nica vez que los cuyes (Cavia porcellus) las protegieron. Aqu¨ª al pie de unas monta?as ¨¢ridas que llegan a los 3.500 metros sobre el nivel del mar, los hombres se dedicaban a la agricultura de forma casi exclusiva y las mujeres los apoyaban en tiempo de cosecha. Fuera de eso, no hab¨ªa otro trabajo remunerado para ellas. Y ni siquiera el cuy que criaban en casa era parte de la dieta de la comunidad. ¡°Ac¨¢ hubo mucha lucha porque nadie cre¨ªa en los cuyes, ni en nosotras¡±, recuerda Santos entre tanto separa las ramas de alfalfa para alimentarlos. ¡°Dec¨ªan que perd¨ªamos tiempo y los esposos nos esperaban afuera del galp¨®n¡±.
Aunque Per¨² es cuna de la mayor poblaci¨®n de cuyes ¡ªo conejillos de Indias¡ª en Sudam¨¦rica, esta se concentra en la sierra norte del pa¨ªs. ¡°Donde hay mejores condiciones clim¨¢ticas, hay m¨¢s ejemplares. Se adaptan a climas templados y fr¨ªos, pero al no ser tropicales sufren en el calor y mueren de hipertermia¡±, explica Lilia Chauca, quien ha dedicado su vida a investigar esta especie y ahora lidera el Programa Nacional de Cuyes del Instituto Nacional de Innovaci¨®n Agraria (INIA).
Con su carne se preparan platos emblem¨¢ticos de la gastronom¨ªa peruana como el cuy chactado ¡ªasado bajo piedra hasta quedar crocante¡ª y hasta derivados como salchichas, jamones y nuggets
La ingeniera zoot¨¦cnica afirma que estos peque?os mam¨ªferos, domesticados desde antes de los incas, dan seguridad alimentaria y empleo a m¨¢s de 800.000 familias peruanas que pasaron de la crianza de autoconsumo a la venta. Con su carne se preparan platos emblem¨¢ticos de la gastronom¨ªa peruana como el cuy chactado ¡ªasado bajo piedra hasta quedar crocante¡ª y hasta derivados como salchichas, jamones y nuggets.
En 2016, las mujeres de Cucul¨ª Villa Pampilla crearon la asociaci¨®n Peruanitas Empe?osas para aprovechar el potencial de la carne de cuy. Con esa idea postularon al proyecto Sierra y Selva Alta, financiado por el Gobierno peruano y el Fondo Internacional de Desarrollo Agr¨ªcola (FIDA) en beneficio de 40.000 familias rurales que duplicaron su ingreso medio.
Para emprender, compraron cuyes ¡°m¨¢s puros¡± de las razas Andina y Per¨², pues los suyos eran criollos. ¡°De all¨ª viene el nombre de peruanitas, y empe?osas porque lo somos, nunca desfallecemos¡±, remarca Gisela Ram¨ªrez, presidenta de la asociaci¨®n. Con ese ¨ªmpetu, caminaron por todo el pueblo y visitaron restaurantes y mercados en la capital para ofrecer su carne. Sin embargo, se toparon con diversos contratiempos, como las intensas lluvias de El Ni?o costero que en 2017 inundaron este valle ¨¢rido. ¡°Fue fatal porque nuestro criadero solo estaba forrado con mantas. Vimos morir tantos cuyes que nos desanimamos y quedamos pocas socias para no fracasar¡±, lamenta.
Con el proyecto, mejoraron la infraestructura, aprendieron nuevas t¨¦cnicas para cuidar y sacrificar a sus cuyes, y llegaron a mercados m¨¢s exigentes en Lima. En eso estaban hasta que Per¨² decret¨® una estricta cuarentena para contener la pandemia. ¡°La comunidad se cerr¨®, nadie pod¨ªa entrar ni salir a comprar todos los alimentos de los animales. Solo pasaba un cami¨®n cada 15 d¨ªas con nuestros encargos¡±, recuerda la presidenta.
A diferencia de otros criaderos, aqu¨ª los cuyes comen una mezcla de ma¨ªz, harina de alfalfa, torta de soja y afrecho. ¡°Siempre nos preguntan: ¡®?Por qu¨¦ su carne es diferente?¡¯ La respuesta es que no comen nada qu¨ªmico¡±, dice orgullosa, Santos. Pero ante esa carencia, empezaron a morir. ¡°Las que estaban pre?adas se estresaban y abortaban. Tanta mortalidad nos daba pena, as¨ª que sembramos m¨¢s alfalfa y ma¨ªz que secamos para darles de complemento¡±, detalla desde la chacra que fertilizan con el mismo abono de estos conejillos.
En pleno pico de la primera ola de contagios, la demanda del cuy se dispar¨®
Por aquel entonces, en pleno pico de la primera ola de contagios, la demanda del cuy se dispar¨®. No es que este roedor cure la covid-19, pero es considerado un superalimento al contener en promedio 19% de prote¨ªna y 1,2% de minerales como hierro, que superan a la carne de bovino, seg¨²n el Centro Nacional de Alimentaci¨®n y Nutrici¨®n. De hecho, antes de la pandemia, pa¨ªses africanos como Camer¨²n y Kenia empezaron a criarlo para combatir la desnutrici¨®n. De ah¨ª que, frente al virus, autoridades peruanas recomendaron su consumo para reforzar el sistema inmunol¨®gico e inclusive rehabilitar pacientes con covid-19.
¡°Hubo un boom tambi¨¦n en la comunidad. Si antes a la semana nos ped¨ªan dos, ahora 15¡±, cuenta Ram¨ªrez. ¡°En adelante queremos cubrir la alta demanda en todo Lima¡±. Para lograr esta meta, la asociaci¨®n concurs¨® el a?o pasado a Avanzar Rural del gobierno peruano y FIDA. Esta iniciativa, incluida en el plan de recuperaci¨®n nacional, financiar¨¢ planes de negocio en beneficio de 17.400 peque?os productores, organizados para promover innovaciones que les permita llegar a mercados m¨¢s sofisticados.
De los 125.000 soles (25.000 euros) para su plan de negocio, las Peruanitas Empe?osas han dispuesto el 20% y el proyecto el 80% restante. Adem¨¢s de seguir con las mejoras del galp¨®n, las 15 socias aumentar¨¢n sus sembr¨ªos que alimentan a sus roedores y construir¨¢n un centro de faenado donde empacar¨¢n al vac¨ªo la carne. ¡°Vamos a llegar a m¨¢s, hasta ver nuestro cuy en los supermercados con nuestro logo y en eso las socias m¨¢s j¨®venes nos est¨¢n ayudando¡±, asegura Santos.
Para muchas mujeres rurales de Per¨², la crianza de este mam¨ªfero es una forma de independencia. Eso lo sabe esta asociaci¨®n que no duda al compartir sus saberes con otras campesinas de la zona. ¡°Ellas quieren que les ense?emos a ver a los m¨¢s chiquitos, pues los grandes ya tienen la carne dura¡±, afirma Ram¨ªrez. ¡°Y a nosotras nos gusta ense?arles para que ma?ana tambi¨¦n tengan su negocio. No queremos quedarnos solas con el conocimiento¡±.
Seg¨²n datos del INIA, en todo el pa¨ªs, esta actividad ha incrementado en un 84% el liderazgo femenino dentro de la cadena productiva. ¡°La crianza del cuy siempre ha estado en manos de las mujeres. Cuando pas¨® a ser una actividad productiva, su autoestima se empoder¨® pues, aunque vendan uno o cinco, ahora tienen su propio ingreso monetario¡±, indica la ingeniera Chauca, del instituto.
Para Liliana Miro Quesada, oficial de programas de FIDA en Per¨², pese a este progreso, quedan otros ¡°obst¨¢culos por superar para el pleno reconocimiento de los talentos de las mujeres¡±. Si bien los proyectos de dicho organismo aplican una discriminaci¨®n positiva ¡ªpor ejemplo, en Avanzar Rural, el 40% de productores deben ser mujeres¡ª, todav¨ªa hay un desequilibrio de carga laboral. ¡°Aunque ha cambiado en la teor¨ªa, no en la pr¨¢ctica. Muchas de ellas ahora tienen una doble carga, ya que siguen encarg¨¢ndose de sus familias y tambi¨¦n de sus negocios¡±, explica la experta. ¡°Lo que estamos viendo es una evoluci¨®n en el papel de los hombres, que comienzan a apoyarlas al ver que traen ingresos a la casa. El proceso es lento, pero ellas son persistentes y est¨¢n conquistando espacios que parec¨ªan imposibles hace tan solo algunos a?os¡±.
En efecto, con el ¨¦xito de los cuyes, su crianza ha pasado a ser una actividad familiar donde tambi¨¦n los hombres se involucran. ¡°Ahora s¨ª nos apoyan, traen nuestros pastos y siembran tambi¨¦n las alfalfas porque saben que generamos un ingreso m¨¢s¡±, dice Santos. ¡°De verdad estos cuyes nos cambiaron la vida como mujeres y ahora todos nos ven diferente¡±.
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