Toca devolver lo prestado: la crisis de deuda asfixia el desarrollo en ?frica
Tras a?os de alegr¨ªa crediticia, ahora es momento de retornar lo recibido y con intereses. El gasto social cae desde hace a?os en varios pa¨ªses del continente. Con la prioridad en aliviar una situaci¨®n l¨ªmite, las lecciones de la crisis podr¨ªan cambiar el paradigma del progreso africano
La directora en ?frica del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (UNDP), Ahunna Eziakonwa, convoc¨® a los medios internacionales el pasado 6 de mayo para transmitir un mensaje urgente. Quer¨ªa alertar al mundo sobre los estragos del conflicto de Ucrania en el continente. La nigeriana abord¨® el terrible impacto de la guerra. Record¨® que su onda expansiva est¨¢ azotando con virulencia algunas de las econom¨ªas m¨¢s fr¨¢giles del planeta, exhaustas tras a?os de pandemia. Y puso en contexto macroecon¨®mico una situaci¨®n l¨ªmite: ¡°En 2010, ?frica dedicaba de media un 5% de sus presupuestos a pagar deuda; hoy destina un 16%. Muchos pa¨ªses est¨¢n teniendo enormes dificultades para proveer a sus poblaciones de servicios b¨¢sicos¡±.
Eziakonwa lanz¨® un aviso sobre los potenciales efectos ¨Csi no se act¨²a pronto y con decisi¨®n¨C de la crisis de deuda que asfixia a ?frica. Sutilmente, conect¨® malestar ciudadano y recurso a la violencia. ¡°Podr¨ªa afectar seriamente a la paz y la seguridad de la regi¨®n¡±, advirti¨®.
Ese 16% que, en promedio, se lleva la deuda en los presupuestos africanos esconde casos muy dispares. Potencias regionales como Nigeria o Sud¨¢frica manejan cifras sostenibles. Otras como Kenia caminan peligrosamente hacia el precipicio. Varios Estados (Zimbabue, Sud¨¢n o Angola) se asoman con v¨¦rtigo al abismo. Y uno, Zambia, ha sido el primero en caer en default, el temido impago que marca el porvenir de un pa¨ªs con el estigma de la desconfianza.
Seg¨²n Jaime Atienza, responsable sobre pol¨ªticas de deuda en Oxfam antes de ocuparse de la financiaci¨®n contra el VIH en la ONU, todo apunta a que Zambia no ser¨¢ el ¨²nico: ¡°Los indicadores nos llevan a pensar que muchos pa¨ªses no van a ser capaces de afrontar sus pagos en el pr¨®ximo a?o¡±. En el ¨²ltimo listado del Fondo Monetario Internacional (FMI), 23 pa¨ªses del continente aparecen en la categor¨ªa de ¡°pa¨ªs agobiado por la deuda¡± (debt distress), es decir, a un paso del impago o en alto riesgo de entrar en esa categor¨ªa. Todos se encuentran en ?frica subsahariana.
Los indicadores nos llevan a pensar que muchos pa¨ªses no van a ser capaces de afrontar sus pagos en el pr¨®ximo a?oJaime Atienza, responsable sobre pol¨ªticas de deuda en Oxfam antes de ocupar su actual cargo en la ONU
Zambia ofrece una imagen n¨ªtida de c¨®mo una deuda abrumadora puede llegar a desvirtuar el funcionamiento de un Estado. Al menos el de uno que aspira a cuidar m¨ªnimamente de sus habitantes. Mientras escalan las transferencias a los acreedores (hasta un 45% del presupuesto en 2022), se va esquilmando el gasto social. La partida de educaci¨®n ha ca¨ªdo del 16,1% al 10,4% en cuatro a?os. La de salud se redujo ¨Cen plena pandemia¨C un punto y medio hasta situarse en el 8%, muy lejos del 15% al que se comprometi¨® el pa¨ªs al firmar la Declaraci¨®n de Abuja.
Bob Muchabaiwa, analista pol¨ªtico y especialista en la materia, que en 2021 public¨® un informe para Unicef sobre c¨®mo est¨¢ afectando la crisis de deuda a la infancia, conoce a fondo varios ejemplos similares. Quiz¨¢ no tan extremos como el de Zambia, pero en los que el pago de la deuda s¨ª repite un mismo patr¨®n disfuncional: concentrar bastante m¨¢s dinero que la suma del gasto en educaci¨®n, salud y protecci¨®n social. En su estudio figuran los ya mencionados Kenia y Angola, pero tambi¨¦n Etiop¨ªa, Uganda y Mozambique. ¡°Son las consecuencias de pedir prestado m¨¢s all¨¢ de nuestra capacidad de devolver¡±, lamenta Muchabaiwa.
En otro an¨¢lisis del economista indio Abhijit Mukhopadhyay, la educaci¨®n angole?a simboliza el ahogo deudor. Las escuelas de all¨ª saben bien cu¨¢n devastador puede ser a escala humana el tif¨®n de los grandes n¨²meros. La inversi¨®n educativa de Angola ¨Cque en 2014 alcanz¨® un nimio r¨¦cord hist¨®rico del 4% del PIB¨C se ha desplomado por debajo del 2%. Cifra exigua ante sus gigantescos desaf¨ªos, a destacar la lucha contra un analfabetismo superior al 30%.
Una oportunidad perdida
Las primeras alarmas sobre una acumulaci¨®n excesiva de deuda en ?frica sonaron a mediados de la pasada d¨¦cada. ¡°Desde 2014 se observan altos niveles en muchos pa¨ªses. Empieza entonces el trasvase de gasto social al pago de la deuda¡±, apunta la investigadora congole?a Magalie Masamba. La alegr¨ªa crediticia arranc¨® unos a?os antes, en torno a 2010, tan pronto como los mercados internacionales se recompusieron de la crisis financiera de 2008. Fueron a?os de furor prestamista, con los inversores privados apostando fuerte por una regi¨®n tradicionalmente ignorada, y convertida de pronto en un nuevo dorado de jugosos intereses. ¡°Hay quien pec¨®, dicho de forma diplom¨¢tica, de ser rom¨¢ntico en exceso, lo que impidi¨® hacerse las preguntas adecuadas¡±, sostiene Alex Vines, que lider¨® hasta 2019 el Africa Programme en Chatham House, uno de los centros de pensaiento (think tank) con m¨¢s solera del mundo.
Desde 2010, vinieron a?os de furor prestamista, con los inversores privados apostando fuerte por una regi¨®n tradicionalmente ignorada y convertida de pronto en un nuevo dorado de jugosos intereses
Prestaron tambi¨¦n los organismos multilaterales, con el FMI, el Banco Mundial y el Banco Africano de Desarrollo a la cabeza. Otorgaron cuantiosos cr¨¦ditos los 22 pa¨ªses del Club de Par¨ªs, que re¨²ne a los principales acreedores bilaterales del mundo. A todos menos a China, que a¨²n prefiere ir por libre y encarna como nadie ¨Csu modelo h¨ªbrido de pr¨¦stamos p¨²blico-privados concentra el 21% de la deuda africana¨C la fiebre de flujos monetarios que inund¨® ?frica de millones. Hasta que la covid-19 sumergi¨® a todos en un ba?o de realidad y oblig¨®, con crueldad inusitada, a que acreedores y deudores se cayeran por fin del guindo.
Atienza lamenta la oportunidad perdida para construir modelos de financiaci¨®n viables en ?frica tras la suerte de tabula rasa que supuso la Heavily Indebted Poor Countries Initiative (HPIC), acuerdo masivo de cancelaciones que reflot¨® a muchos pa¨ªses pobres tras la crisis de deuda anterior, gestada desde los a?os ochenta y que explot¨® a finales de los noventa. El analista madrile?o se?ala especialmente la escasa voluntad, como norma, a la hora de edificar esquemas fiscales s¨®lidos: ¡°Durante la d¨¦cada de 2010, la recaudaci¨®n de impuestos en el ?frica subsahariana se estanc¨® en el 18% del PIB, mientras que en la OCDE supone el 35%¡±.
Aumentar la carga impositiva acarrea un coste pol¨ªtico mayor a corto plazo. En especial si se pone el foco ¨Cmediante sistemas progresivos¨C en las rentas altas, con los gobiernos corriendo el riesgo de granjearse enemistades poco deseables. Si adem¨¢s se cortan las exenciones fiscales de que gozan las multinacionales en muchos pa¨ªses africanos, la inversi¨®n podr¨ªa volar hacia destinos menos exigentes. Del otro lado, tirar de deuda supone la opci¨®n f¨¢cil cuando ¡°hay dinero abundante en los mercados¡±, explica Atienza. Pero puede hipotecar el futuro de un pa¨ªs y ¡°convertir en una trampa un mecanismo, el endeudamiento, que tiene que servir para fomentar el progreso y el desarrollo¡±, a?ade. ¡°La irresponsabilidad puede condenarte a la pobreza¡±, proclama Muchabaiwa. En el dilema deuda versus impuestos, haberse decantado masivamente por la primera explica en gran medida la dram¨¢tica situaci¨®n actual.
En el dilema deuda vs impuestos, haberse decantado masivamente por la primera explica en gran medida la dram¨¢tica situaci¨®n actual
La triste paradoja es que ahora, con el agua al cuello, ¡°muchos pa¨ªses est¨¢n incrementando la presi¨®n fiscal, aunque recurriendo a impuestos indirectos, sobre todo al consumo, que perjudican a los m¨¢s pobres¡±, puntualiza Muchabaiwa. Atienza, por su parte, plantea una alternativa ¨Ctambi¨¦n en torno a la retroalimentaci¨®n entre deuda y fiscalidad¨C que podr¨ªa iluminar el horizonte del continente. Al crecer la recaudaci¨®n directa, mejorar¨ªa la robustez de las cuentas estatales, y con ella las condiciones de financiaci¨®n. Se prestar¨ªa as¨ª dinero m¨¢s barato, y no esos cr¨¦ditos ¡°del 9% a cinco a?os¡±, desconocidos hace tiempo en Europa pero habituales en ?frica, recuerda Atienza. Seg¨²n algunas voces, los pr¨¦stamos hacia pa¨ªses subsaharianos rayan en ocasiones la usura. En su intervenci¨®n del 6 de mayo, Eziakonwa se quej¨® de ¡°primas de riesgo [que determinan el tipo de inter¨¦s a pagar] injustas, las m¨¢s altas del mundo¡±.
Necesidad de transparencia
En realidad, los niveles de deuda en la mayor¨ªa de naciones africanas siguen lejos de los que soportan algunas potencias econ¨®micas mundiales. La media continental ronda el 60% del PIB (en 2014 se situaba en torno al 35%), si bien cada vez m¨¢s Estados superan el 100%. Es decir, acumulan una deuda mayor al tama?o de su econom¨ªa. Eritrea (175%) y Cabo Verde (160%) encabezan una lista creciente. ¡°En Espa?a tenemos un 120%¡±, recuerda Atienza, apelando a la necesidad de contextualizar los datos para entender la dimensi¨®n de la crisis. EE UU frisa el 140%. Y, como explica el madrile?o en un art¨ªculo publicado el pasado a?o, Jap¨®n hace tiempo que se mueve en un 200% sin que nadie se lleva las manos a la cabeza ni los acreedores teman por el reembolso.
¡°El problema ha sido la fragilidad econ¨®mica de muchos pa¨ªses africanos¡±, aclara Atienza. Muchabaiwa resume la ceguera cortoplacista sirvi¨¦ndose de una m¨¢xima com¨²n, una especie de aforismo cuando las deudas aprietan; insiste: ¡°El error fue haber pedido prestado por encima de nuestras posibilidades¡±.
Los expertos consultados no detectan mala fe generalizada entre los gobernantes que aporrearon las puertas de los prestamistas en los a?os de vacas gordas. Existen casos de corruptelas, el m¨¢s notorio en Zimbabue, aunque predomin¨® la mera inconsciencia. ¡°El no tener en cuenta los riesgos de una sobrexposici¨®n¡±, en palabras de Vines. Y un alto grado de opacidad, siendo corrientes las cl¨¢usulas de confidencialidad en acuerdos ciertamente comprometedores. ¡°A partir de ahora, la transparencia se antoja clave. Hemos de saber cu¨¢nto, para qu¨¦ y a qui¨¦n se pide prestado. ?frica necesita instituciones fuertes que controlen los procesos¡±, asevera Muchabaiwa.
Las lecciones de la crisis podr¨ªan transformar por completo el paradigma del desarrollo en ?frica. En varios pa¨ªses, el grueso de la deuda ha servido para costear ambiciosos proyectos de infraestructuras, cuya proverbial carencia inhibe el despegue del continente. Hay quien teme incluso que algunos puertos, l¨ªneas f¨¦rreas o aeropuertos construidos durante los a?os locos vayan, poco a poco, oxid¨¢ndose en el cementerio de los excesos. Se conviertan en palacios decadentes cuyos moradores tengan que dormir en el suelo.
Sin caer en vaticinios catastrofistas, todos coinciden en que el retorno a la inversi¨®n se har¨¢ esperar. ¡°Nadie duda de que el enorme d¨¦ficit de infraestructuras limita el progreso de ?frica. Pero no hay que olvidar que estas suelen tener sobrecostes y per¨ªodos largos de maduraci¨®n¡±, asegura Atienza, quien desliza otra relaci¨®n en los ciclos de deuda: ¡°Las inversiones han de obtener rendimientos que permitan devolver los cr¨¦ditos que se utilizaron para ellas¡±. Masamba observa un empe?o algo obsesivo en los megaproyectos, descuidando otras siembras del desarrollo. ¡°El debate ha sido estrecho de miras. Las escuelas tambi¨¦n precisan de infraestructura, y no se ha puesto suficiente ¨¦nfasis en esa vertiente social. Quiz¨¢ sea el momento de repensar las prioridades. Y, desde luego, de evaluar con criterio si ciertos proyectos son asumibles¡±, estima.
El debate ha sido estrecho de miras. Las escuelas tambi¨¦n precisan de infraestructura, y no se ha puesto suficiente ¨¦nfasis en esa vertiente social. Quiz¨¢ sea el momento de repensar las prioridades. Y, desde luego, de evaluar con criterio si ciertos proyectos son asumiblesMagalie Masamba, investigadora congole?a
La prioridad pasa ahora por sacar del pozo a los m¨¢s de 20 pa¨ªses subsaharianos que se ahogan en pagos inminentes. En los ¨²ltimos dos a?os, el G20 ha puesto en marcha dos iniciativas ¨Cde largos nombres condensados en el acr¨®nimo DSSI y la abreviaci¨®n Common Framework¨C con el fin de reestructurar (y en casos concretos suspender) deudas insostenibles. Aunque el enfoque es global, las miradas y esperanzas se centran en ?frica.
Muchos juzgan sendos intentos como fracaso, apenas unos balones de ox¨ªgeno que sortean el coma sin consolidar una salud estable. Los acreedores privados se niegan a participar. Algunos pagos se han suspendido durante los arreones m¨¢s duros de la covid-19, esperando sin prisa a la vuelta de la esquina, engrosando la bola para toparse con ella, de sopet¨®n, algunos meses m¨¢s tarde. Los c¨¢lculos de coste-beneficio han disparado las reticencias entre los pa¨ªses deudores.
¡°Te autose?alas como pa¨ªs en crisis total sin una buena soluci¨®n a cambio¡±, piensa Atienza. ¡°El DSSI s¨ª ha aliviado algo¡±, concede Masamba, quien, por el contrario, eval¨²a el Common Framework como un brindis al sol ¡°sin resultados tangibles¡±. ¡°No se han visto paso efectivos para encontrar respuestas sist¨¦micas y a largo plazo. Me preocupa que nos quedemos en un nivel ret¨®rico sin avanzar hacia soluciones genuinas¡±, resume Attiya Waris, profesora keniana que asesora a la ONU ¨Ccomo experta independiente¨C en la relaci¨®n entre deuda y derechos humanos.
Waris vincula la crisis de deuda (en ?frica y otras regiones) a varios factores concomitantes. Entre ellos, ¡°los continuos llamamientos del FMI para que se apliquen medidas de austeridad¡± o la ¡°p¨¦rdida de ingresos fiscales debido a la fuga de capitales y los flujos financieros il¨ªcitos¡±. Si Eziakonwa alertaba ¨Cen su alocuci¨®n del 6 de mayo¨C sobre posibles brotes de violencia consecuencia de una deuda asfixiante, Waris desglosa las causas del malestar social: ¡°Sin recursos para asegurar el funcionamiento de escuelas y hospitales, o para que funcione el sistema de justicia y el resto de servicios p¨²blicos, todos los derechos humanos se ven afectados¡±.
Crisis de deuda y su consiguiente desviaci¨®n de gasto p¨²blico. Par¨®n pand¨¦mico del que el mundo se despereza lentamente. Guerra en Europa y sus repercusiones en forma de escasez alimentaria e inflaci¨®n exorbitante. Son ingredientes que se van a?adiendo a una olla a presi¨®n. Se cuece en muchos pa¨ªses africanos un guiso amargo que est¨¢ poniendo a prueba la paciencia de sus poblaciones.
Puedes seguir a PLANETA FUTURO en Twitter, Facebook e Instagram, y suscribirte aqu¨ª a nuestra ¡®newsletter¡¯.