Abandonadas por sus maridos por contraer c¨¢ncer de cuello uterino en Malaui
En el pa¨ªs con la mayor tasa de mortalidad per c¨¢pita del mundo por esta enfermedad, las mujeres participan en grupos de apoyo para sobrevivir al estigma y a la soledad a las que las condena la sociedad
Aliyanesa Nkunye tiene 43 a?os y un hilo de voz. Sus ojos se empa?an al recordar un tiempo que ya no existe: su campo de yuca, en Thyolo, un distrito al sur de Malaui, su puestito donde la vend¨ªa y donde ganaba el dinero necesario para alimentar a sus cuatro hijos. Aliyanesa fue agricultora hasta que un d¨ªa de octubre le diagnosticaron c¨¢ncer de cuello uterino. A partir de ese d¨ªa su vida se vino abajo: su familia y su marido la abandonaron y se qued¨® sola, enferma y a cargo de cuatro ni?os.
Desde entonces, nunca habl¨® con nadie sobre su enfermedad hasta que, en diciembre, se uni¨® a los grupos de apoyo para pacientes con c¨¢ncer de cuello uterino. ¡°Me siento m¨¢s liviana despu¨¦s de hablar de lo que me pasa sin sentirme juzgada¡±, dice.
Malaui es el pa¨ªs del mundo con mayor tasa de mortalidad por este tipo de c¨¢ncer: casi 52 de cada 100.000 mujeres fallecen al a?o por esta causa, cifra que es siete veces mayor que la tasa mundial. En el pa¨ªs, 5,4 millones de mujeres de 15 a?os o m¨¢s corren el riesgo de desarrollar c¨¢ncer de cuello uterino. De las 4.145 mujeres diagnosticadas en 2020 en este Estado, 2.905 murieron, pese a que es una enfermedad que puede prevenirse f¨¢cilmente a trav¨¦s de la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH), adoptada por Malaui en 2019.
Aliyanesa pas¨® cinco a?os con dolor abdominal, ciclo menstrual alterado y sangrado vaginal. El diagn¨®stico tard¨ªo, otro de los problemas sanitarios de este pa¨ªs del este africano, empeor¨® su pron¨®stico, y se encuentra actualmente en quimioterapia neoadyuvante, el tratamiento previo a la cirug¨ªa. A pesar de que ha mejorado, el c¨¢ncer ha cambiado su vida y la de sus hijos. ¡°Me siento mal porque han tenido que dejar de ir a la escuela y se han visto obligados a trabajar en la calle para traer comida a casa¡±, lamenta.
Es triste que algunos hombres huyan en un momento como ese. Hay que ponerse en el sitio del otroJustin Moses, esposo de una paciente
Esta mujer describe su soledad con una imagen: sus vecinos la ven llegar del hospital, pero no quieren apoyarla mucho porque si se muere tendr¨ªan que hacerse cargo de los gastos del funeral. Los grupos de apoyo son su ¨²nica v¨ªa de escape.
¡°Queremos animarlas a gestar redes entre ellas. En estos espacios se comparten los problemas por los que pasan y as¨ª pueden hablar sobre ello. Hemos observado que tiene un efecto muy positivo¡±, cuenta Tifera Botomami, supervisora de la iniciativa, que la ONG M¨¦dicos Sin Fronteras (MSF) cre¨® en 2021 en el Hospital Central Queen Elizabeth de Blantyre, al sur del pa¨ªs. Las mujeres se re¨²nen antes de empezar el segundo ciclo de quimioterapia, cuando muchas de ellas ya han experimentado dolor, p¨¦rdida del apetito, diarreas, v¨®mitos o ca¨ªda del cabello. Sentadas en c¨ªrculo sobre una estera colocada en el patio del hospital, las mujeres escuchan los testimonios de unas y otras.
Sus historias son similares a las de Aliyanesa: unas cuentan que sus maridos las abandonaron porque tem¨ªan contagiarse. Otras que las familias se marcharon huyendo del estigma o que la comunidad las discriminaba por suponer que eran prostitutas. Todas coinciden en que no tienen fuerzas para hacer nada.
Muchas mujeres interrump¨ªan el tratamiento despu¨¦s de los primeros ciclos de quimioterapia y ahora, tras estas sesiones, son conscientes de la necesidad de terminarlo. Concretamente, 28 de las 245 pacientes de este hospital de Malaui dejaron su tratamiento en 2021, pero en 2022, solo siete de las 479 pacientes lo hicieron, explica Raphael Benoit, un responsable de MSF en Blantyre.
Hablar sin miedo
En el grupo de mujeres que comparte sus experiencias, destaca la voz r¨¢pida y en¨¦rgica de Martha Kambewa, que hace dos a?os estaba muy enferma. Tras cinco ciclos de quimioterapia y una histerectom¨ªa (operaci¨®n para extraer el ¨²tero de una mujer), el c¨¢ncer remiti¨®. Sin embargo, hoy sigue sentada en el suelo junto a las dem¨¢s con el objetivo de animarlas a seguir adelante. ¡°Al principio muchas no me creen cuando les digo que yo tambi¨¦n tuve c¨¢ncer. Ver que estoy bien las impulsa a seguir con el tratamiento¡±, explica.
En el hospital tambi¨¦n hay grupos de apoyo para las parejas, aunque es poco com¨²n que los hombres acompa?en a sus mujeres a la consulta. Justin Moses, un agricultor de tabaco, es una excepci¨®n y ha acudido a su primera sesi¨®n. Le acompa?an dos maridos m¨¢s en una sala donde Kumbukani Kaliwo, trabajador social, modera un encuentro sobre las preocupaciones de los esposos ante este c¨¢ncer de sus parejas.
Los 10 pa¨ªses con las tasas m¨¢s elevadas de c¨¢ncer de cuello uterino est¨¢n en ?frica y aproximadamente el 90% de las 342.000 muertes de 2020 se produjeron en pa¨ªses de renta baja y media
Igual que hacen las mujeres, los hombres tambi¨¦n cuentan su experiencia: los dolores de ellas durante las relaciones sexuales, el sangrado vaginal, el miedo a la infecci¨®n, la primera consulta, la biopsia, la espera de los resultados y el impacto al o¨ªr el fat¨ªdico diagn¨®stico. ¡°Esta enfermedad tambi¨¦n me afecta a m¨ª. Todo lo que he escuchado hoy aqu¨ª me ha hecho aprender sobre la importancia de permanecer a su lado, de cuidarla. Me reconforta escuchar que otros maridos pasan por lo mismo que yo¡±, cuenta Moses. ¡°Es triste que algunos hombres huyan en un momento como ese. Hay que ponerse en el sitio del otro¡±, a?ade.
Una estrategia integral: prevenci¨®n, diagn¨®stico y tratamiento
Seg¨²n datos de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS), el c¨¢ncer de cuello uterino es el cuarto tipo de c¨¢ncer m¨¢s frecuente en las mujeres de todo el mundo, con una incidencia estimada de 604.000 nuevos casos en 2020. Los 10 pa¨ªses con las tasas m¨¢s elevadas de esta enfermedad est¨¢n en ?frica y de las 342.000 muertes estimadas por este tipo de c¨¢ncer ese a?o, m¨¢s del 90% tuvieron lugar en los pa¨ªses con renta baja y media.
De acuerdo con los expertos, para reducir significativamente la mortalidad de este tipo de c¨¢ncer en Malaui se requiere una estrategia integral en salud basada en la prevenci¨®n, el diagn¨®stico y el tratamiento. Pero el acceso al diagn¨®stico y al tratamiento sigue siendo muy limitado en el pa¨ªs africano, con tan solo dos unidades p¨²blicas de oncolog¨ªa: una en Lilong¨¹e, la capital, que recibe a las pacientes de la zona central y norte del pa¨ªs, y otra en Blantyre, en la regi¨®n sur.
En 2021, MSF registr¨® 1.112 nuevas pacientes, 348 m¨¢s que en 2020, con una edad media de 47 a?os y con el 55% de ellas positivas en VIH. ¡°Las mujeres que viven con el VIH y contraen el virus del papiloma humano tienen un riesgo seis veces mayor de desarrollar este tipo de c¨¢ncer en comparaci¨®n con las no portadoras del virus¡±, seg¨²n ONUSIDA. Actualmente, en Malaui solo un 34% de las mujeres entre 25 y 49 a?os se han sometido a un cribado de c¨¢ncer de cuello uterino mediante una prueba que detecta inmediatamente la enfermedad.
Ayudas para poder comer
Las consecuencias f¨ªsicas de la quimioterapia y la cirug¨ªa impiden a las mujeres seguir trabajando. En Malaui, muchas de estas pacientes son cabeza de familia y esta situaci¨®n hace que el principal sustento econ¨®mico del hogar desaparezca, lo que lleva a que muchas no se alimenten bien y sean m¨¢s vulnerables ante posibles complicaciones de la enfermedad. Uno de los temas de discusi¨®n de las sesiones grupales es la nutrici¨®n: qu¨¦ comer y qu¨¦ no y cu¨¢ndo comer cada cosa seg¨²n su estado de salud. Pero, ?de qu¨¦ sirve ofrecer educaci¨®n nutricional a una paciente si no tiene dinero para comprar los alimentos b¨¢sicos?
GiveDirectly, una ONG estadounidense, se encarga de amortiguar el impacto de este drama. Gracias al programa Cash for Health (Dinero para salud), la ONG transfiere dinero a las mujeres mediante una aplicaci¨®n telef¨®nica (ellos mismos les proporcionan un dispositivo y una tarjeta SIM). Desde el lanzamiento del proyecto en agosto de 2022, 141 mujeres se han inscrito y han recibido sus primeros pagos, aunque su objetivo es llegar a 680. Give Directly proporciona un pago inicial de 200.000 kwachas (unos 185 euros) y un pago mensual durante un a?o de entre 45.000 y 65.000 kwachas (40-60 euros), seg¨²n cada caso. Con ello, la paciente puede pagar el transporte hasta el hospital y la comida que necesite en casa. Para una mujer de Malaui, donde el salario m¨ªnimo mensual apenas sobrepasa los 50 euros, esa ayuda es un alivio.
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