C¨®mo remunerar a los trabajadores sanitarios de la comunidad
Al menos seis millones de agentes comunitarios, a menudo mujeres, trabajan cobrando muy poco, o nada, en todo el mundo. Su situaci¨®n tiene que cambiar
Al menos seis millones de mujeres ¡ªfrecuentemente, en pa¨ªses con ingresos bajos o medios¡ª trabajan cobrando muy poco, o nada, en centros de salud comunitaria. Muchas se desempe?an como trabajadoras sanitarias de la comunidad (TSC). Pero, aunque se trata de tareas cualificadas que debieran ser remuneradas, solo 34 pa¨ªses registran, capacitan y ofrecen salarios a los TSC.
La mayor¨ªa de esos trabajadores queda en situaci¨®n de explotaci¨®n, lo que reduce su eficacia con los pacientes. Si nos tomamos en serio que la ¡°salud para todos¡± debe ser una prioridad mundial, esto debe cambiar.
Los TSC son fundamentales para fortalecer los sistemas de salud a escala nacional: est¨¢ demostrado que mejoran los servicios de salud materna e infantil, ampl¨ªan el acceso a la planificaci¨®n familiar y apoyan la prevenci¨®n y tratamiento de las enfermedades, tanto de las infecciosas como de las no transmisibles. Si se usaran TSC para 30 servicios de salud vitales en los pa¨ªses con las mayores cargas de enfermedades, se podr¨ªan salvar 6,9 millones de vidas al a?o y reducir la mortalidad infantil casi a la mitad. Adem¨¢s, con la pandemia de covid-19 qued¨® demostrado que los programas resilientes de salud en la comunidad pueden brindar servicios esenciales, incluso en situaciones de gran adversidad.
Pero esos programas solo alcanzar¨¢n su m¨¢ximo potencial si se dise?an los servicios de acuerdo con las mejores pr¨¢cticas basadas en la evidencia. Eso implica tratar a los TSC como profesionales que requieren capacitaci¨®n, una remuneraci¨®n justa y condiciones laborales seguras. Cuando se los emplea como soluci¨®n provisoria o fuente de mano de obra barata, los TSC son menos eficaces que sus contrapartes que cuentan con recursos adecuados.
En ?frica, hasta el 85?% de los trabajadores de salud comunitarios no cobran, y en el mundo un tercio de las veces no cuentan con los medicamentos esenciales para su tarea
En ?frica, hasta el 85?% de los TSC no cobran, y en el mundo un tercio de las veces no cuentan con los medicamentos esenciales para su tarea. En Uganda, nuestro pa¨ªs de origen, escasean los trabajadores de la salud, por lo que los TSC son quienes han cubierto esa brecha. Aunque estos trabajadores brindan servicios vitales a sus comunidades y se ocupan de muchas de las mismas tareas que sus supervisores asalariados, a menudo sus remuneraciones son m¨ªnimas o inexistentes.
?Por qu¨¦ se espera que los TSC, que a menudo son mujeres negras, trabajen y salven vidas sin que se las reconozca o remunere? Claramente, esta es tambi¨¦n una cuesti¨®n de derechos de g¨¦nero. Las normas patriarcales y las din¨¢micas de poder condicionan a las mujeres a aceptar salarios muy bajos y hasta a trabajar sin remuneraci¨®n. Por ejemplo, las mujeres de hogares con bajos ingresos y niveles educativos suelen ver a este tipo de trabajo no remunerado como una oportunidad para acceder a trabajos remunerados, o a objetos como tel¨¦fonos m¨®viles o bicicletas. El trabajo no remunerado en el sector de la salud tambi¨¦n puede brindar a las mujeres reconocimiento social. En muchos contextos se ve como un trabajo honorable y que las familias encuentran aceptable para las mujeres. Por ello, los TSC suelen hacer malabarismos para combinar esos puestos con trabajos remunerados ocasionales y con sus responsabilidades familiares.
Esas mujeres enfrentan un dilema poco envidiable: si dejan su trabajo de TSC para buscar un empleo a tiempo completo que les permita conseguir un sustento, ?qui¨¦n se ocupar¨¢ de la tan necesaria atenci¨®n de la salud en sus comunidades? Arrinconadas por las desigualdades sist¨¦micas y los roles tradicionales de g¨¦nero, a menudo siguen sobreexigi¨¦ndose, y sacrificando su estabilidad, seguridad econ¨®mica, desarrollo laboral y bienestar en el proceso.
Claramente, esta es tambi¨¦n una cuesti¨®n de derechos de g¨¦nero. Las normas patriarcales y las din¨¢micas de poder condicionan a las mujeres a aceptar salarios muy bajos y hasta a trabajar sin remuneraci¨®n
Para resarcir esta arraigada injusticia social y econ¨®mica, la profesionalizaci¨®n de los TSC debe ser la norma en vez de la excepci¨®n. Como m¨ªnimo hay que registrar a los TSC para garantizar que se cumplan ciertos est¨¢ndares, pagarles salarios competitivos, brindarles capacitaci¨®n continua y el apoyo de supervisores designados; e integrarlos a los sistemas de salud (entre ellos, a las instalaciones de atenci¨®n sanitaria primaria y los sistemas m¨¢s amplios de monitoreo y evaluaci¨®n). De esa forma podr¨¢n realizar una vigilancia proactiva y ver a los pacientes en los lugares de atenci¨®n sin que eso represente un costo para estos ¨²ltimos.
En resumen, los TSC deben recibir salarios, estar capacitados, supervisados y contar con los insumos necesarios.
Despu¨¦s de a?os de marginaci¨®n y aislamiento, los TSC est¨¢n organizando y estableciendo redes nacionales, en gran medida con tecnolog¨ªas digitales, para lograr esas metas. M¨¢s de 5.000 trabajadores y organizaciones de salud alineadas en 40 pa¨ªses se han unido a trav¨¦s de la Community Health Impact Coalition (Coalici¨®n para el impacto en la salud comunitaria) para convertir la investigaci¨®n compartida y el trabajo de defensa en cambios a las pol¨ªticas a escala nacional. La misi¨®n que compartimos es la de garantizar que todos los pa¨ªses con ingresos bajos o medios ¡ªentre ellos, Uganda¡ª adopten pol¨ªticas para profesionalizar a los TSC.
La comunidad internacional debe decidir si compensar¨¢ de manera justa a quienes durante d¨¦cadas apoyaron a los sistemas de salud de los pa¨ªses con ingresos bajos o medios o si continuar¨¢n explotando a una fuerza de trabajo principalmente femenina. La alternativa moral es clara: los pa¨ªses que profesionalizan a los TSC y los integran a una infraestructura de salud robusta estar¨¢n en mejor posici¨®n para avanzar hacia la ¡°salud para todos¡±, incluida la de las propias mujeres que brindan la mayor parte de la atenci¨®n.
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