La educaci¨®n es la ¨²nica v¨ªa para salir de la pobreza
La directora de la ONG World Vision ve rayos de esperanza y recuerda aqu¨ª los progresos educativos del pa¨ªs en los ¨²ltimos 20 a?os a pesar de que la formaci¨®n de las afganas sufre y sufrir¨¢ un freno a¨²n mayor con la llegada al poder de los talibanes
He vivido en Afganist¨¢n durante casi seis a?os y puedo decir que es una naci¨®n donde la gente tiene hambre de educaci¨®n. Incluso, en este corto periodo, he sido testigo de un gran progreso. Durante d¨¦cadas ¡ªen realidad casi desde siempre¡ª, las ni?as y los ni?os no han tenido la posibilidad de ir a la escuela, de abrir un libro infantil o colorear un dibujo. Mucho menos, de so?ar con convertirse en m¨¦dicos o docentes. Las escuelas no exist¨ªan. Ellos serv¨ªan como pastores y ellas en el hogar. Sin embargo, en los ¨²ltimos a?os, ha habido un gran incremento de estudiantes.
Yo soy del sur de Asia y conozco muy bien el valor de tener una educaci¨®n. Es una v¨ªa de escape. En realidad es la ¨²nica v¨ªa para salir de la pobreza. Las personas, en lugares como Afganist¨¢n lo saben. Es por eso por lo que los ni?os que viven en las zonas rurales van a la escuela y luego regresan a casa para hacer su tarea a la luz de velas o linternas. Tambi¨¦n, es la raz¨®n por la que tantas personas que han recibido educaci¨®n, est¨¢n tratando de salir de Afganist¨¢n, porque est¨¢n desesperadas para que sus hijos y, especialmente sus hijas, estudien.
Mi coraz¨®n se rompe cuando veo que a las ni?as y los ni?os se les niega el poder formarse o, simplemente, cuando no hay escuelas a las que puedan ir
Mi coraz¨®n se rompe cuando veo que a los ni?os se les niega el poder formarse o, simplemente, cuando no hay escuelas a las que puedan ir. En ciudades como Herat, en el oeste de Afganist¨¢n, donde estoy viviendo, o en la capital Kabul, hasta hace poco las calles se llenaban cada ma?ana con las charlas emocionadas de estudiantes de secundaria que iban de camino a la escuela con sus mochilas llenas de libros, bol¨ªgrafos y lapiceros. Ahora, las voces de las alumnas est¨¢n ausentes. Solo las ni?as de la escuela primaria pueden estudiar.
Tengo la esperanza ¡ªdebo tenerla¡ª de que las nuevas autoridades pronto permitan que todas las ni?as, de todos los niveles, regresen al colegio. Han sugerido que as¨ª ser¨¢, aunque con algunas adaptaciones, para permitir que la educaci¨®n de las ni?as se ajuste a la ley shar¨ªa y para lograr que se garantice su seguridad. En Kabul, las universidades est¨¢n abiertas a mujeres, con segregaci¨®n de sexos en las aulas. Est¨¢n esperando que pronto se tomen decisiones positivas por parte de las nuevas autoridades, especialmente porque sus hermanos han regresado a las escuelas secundarias que hab¨ªan cerrado despu¨¦s de la toma de posesi¨®n de los talibanes.
Sospecho que los nuevos l¨ªderes del pa¨ªs no saben c¨®mo actuar. En 1994, Afganist¨¢n ratific¨® la Convenci¨®n de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Ni?o, comprometiendo al pa¨ªs a tratar a ni?as y ni?os por igual. Dicha Convenci¨®n es vinculante para los gobiernos subsiguientes y la comunidad internacional est¨¢ presionando a los nuevos l¨ªderes para ponerla en pr¨¢ctica.
Pero la verdad fundamental es que Afganist¨¢n sigue siendo un pa¨ªs muy dividido y hay diferentes puntos de vista sobre si se debe o no educar a la poblaci¨®n y c¨®mo se debe hacerlo. Actualmente, se est¨¢n planteando preguntas relativas a la lista de materias que deber¨ªan formar parte de los planes de estudio para ambos sexos. Y, lamentablemente, sigue siendo una realidad que, en algunas regiones, casi ninguna ni?a asiste a la escuela secundaria. Muchas se casan j¨®venes y el 17% lo hace antes de cumplir los 15 a?os.
Muchas ni?as se casan j¨®venes y el 17% lo hace antes de cumplir los 15 a?os
Los centros urbanos son muy diferentes a las zonas rurales y ¨¢reas m¨¢s conservadoras y las tasas de asistencia al colegio son m¨¢s altas, para ambos sexos.
A pesar de las diferencias en las ¨²ltimas dos d¨¦cadas, ha habido un incre¨ªble progreso con respecto a la educaci¨®n de la infancia. Gran parte de esto se debe a que la comunidad internacional, a lo largo de los a?os, ha contribuido hasta con la mitad del presupuesto necesario para la educaci¨®n del pa¨ªs. Hace 20 a?os, casi ninguna ni?a asist¨ªa a la escuela primaria. Ahora cuatro de cada 10 ni?as lo hacen, lo que equivale a 2,5 millones aproximadamente. Hasta hace unas semanas, un mill¨®n de ellas asist¨ªan a la escuela secundaria. Ahora, esperan que las nuevas autoridades decidan si cumplir¨¢n sus declaraciones p¨²blicas sobre los derechos de las mujeres y las ni?as.
Sent¨ª, como mujer l¨ªder de una organizaci¨®n en Afganist¨¢n, que pod¨ªa ser un ejemplo para las mujeres afganas que trabajaban conmigo. Pero ahora muchas quieren dejar el pa¨ªs
Las aspiraciones educativas de los ni?os son compartidas por World Vision. Durante los ¨²ltimos 20 a?os, hemos construido m¨¢s de 25 edificios para escuelas primarias y secundarias y hemos renovado m¨¢s de 100 colegios en las provincias de Herat y Ghor. Siempre hemos defendido los beneficios de la educaci¨®n ante los l¨ªderes provinciales.
Muchos de esos alumnos admiraban a las mujeres en la ense?anza, en las agencias humanitarias y de desarrollo, en los negocios y en otros espacios como precursoras de un mundo de oportunidades florecientes. Sent¨ª, como mujer l¨ªder de una organizaci¨®n con m¨¢s de 300 trabajadores en Afganist¨¢n que, de alguna manera, pod¨ªa ser un ejemplo para las mujeres afganas que trabajaban conmigo. Sin embargo, muchas han admitido desde entonces que se sienten nerviosas por el futuro y quieren irse del pa¨ªs.
Contamos con la comunidad internacional para pedir al Gobierno actual que d¨¦ garant¨ªas a las mujeres y las ni?as de que se proteger¨¢n sus derechos a trabajar y aprender. Esto supone un gran apoyo, ya que m¨¢s del 42% del PIB del pa¨ªs proviene de la ayuda exterior.
Espero que la evidencia de lo que las mujeres han logrado hasta ahora, de los beneficios econ¨®micos que tiene que est¨¦n presentes en el trabajo y que, incluso, la influencia de las mujeres en el hogar, sea el motor para que las personas encargadas de tomar las decisiones dirijan sus pensamientos y acciones hacia adelante.
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