Las mu?ecas de ganchillo de Jaynemary
Coloridos y tejidos con lana y mucho amor, mu?ecas y osos son la salida laboral de Jaynemary Musyoka, algo escaso para muchas mujeres en Kenia. Su pasi¨®n da vida a personajes de pel¨ªculas de animaci¨®n como los Angry Birds o los Minions
Musyoka dirige su negocio desde su casa de Thika. ¡°Esta casa es mi f¨¢brica. Llevo todos los departamentos yo sola¡±, explica, y a?ade que lleva toda la vida haciendo ganchillo. ¡°Lo aprend¨ª de mi abuela, Sarah Mutunga, cuando era ni?a. Estuve mucho tiempo haciendo tapetes, bufandas, mantas y tapices para mi casa. Otros se los regalaba a mis amigos o a mi familia¡±.
Hasta agosto de 2017, la artesana, que se hab¨ªa formado como cocinera, regentaba un restaurante. Despu¨¦s de 12 a?os en su establecimiento no pensaba que existiera la posibilidad de probar suerte en un negocio diferente. Pero debido a la mala situaci¨®n de la econom¨ªa en aquel a?o electoral, decidi¨® cerrarlo y dedicarse al ganchillo a tiempo completo. ¡°Ser tejedora fue terap¨¦utico para m¨ª. Antes de decidirme por las mu?ecas prob¨¦ diferentes cosas, como soportes para el cuarto de ba?o y zapatillas, pero siempre tuve la sensaci¨®n de que eso no era lo que quer¨ªa hacer. Cuando tej¨ª la primera mu?eca, algo en m¨ª que no sab¨ªa que exist¨ªa, cobr¨® vida. No pod¨ªa parar, y segu¨ª haciendo m¨¢s y m¨¢s mu?ecas¡±, explica.
Cuando sus amigos fueron a visitarla, vieron las que hab¨ªa creado y las compraron. Entonces Musyoka se dio cuenta de que pod¨ªa ganar dinero con el ganchillo. Dice que tejer la tiene ocupada todo el tiempo y que cada d¨ªa descubre en internet nuevos modelos de mu?ecas y patrones. En octubre ya hab¨ªa acabado m¨¢s de 100 piezas que guardaba en su casa.
En noviembre, cuando cerraron los colegios, una amiga le pidi¨® que hiciera un pastel para la fiesta de fin de curso. Cuando iba a entregarlo, decidi¨® llevar varias mu?ecas y ense?arlas. ¡°Se las vend¨ª a los alumnos. Eso me motiv¨®¡±, recuerda.
Ahora, el ganchillo es su trabajo a tiempo completo. ¡°Cada ma?ana, despu¨¦s de desayunar, me siento y empiezo a tejer hasta la noche¡±. En un d¨ªa puede terminar hasta tres mu?ecas, dependiendo del patr¨®n y del tama?o de la pieza. Para las m¨¢s grandes tarda un d¨ªa y medio. Musyoka saca los dise?os de internet, pero a veces los clientes le llevan sus propios modelos y patrones. Cuenta que hay casos en los que las instrucciones para su elaboraci¨®n est¨¢n en espa?ol, y tiene que traducirlos al ingl¨¦s para entender c¨®mo copiarlos.
Tambi¨¦n explica su modo de trabajo: ¡°Primero hay que tejer cada parte, las piernas, los brazos, la cabeza y los ojos, y luego coserlos¡±. Las mu?ecas se rellenan con fibra o tejidos para darles una bonita forma y que sean f¨¢ciles de lavar. El precio, explica, var¨ªa en funci¨®n de su tama?o. Las m¨¢s grandes, 2.500 chelines kenianos (algo m¨¢s de 19,65 euros); las m¨¢s peque?as, unos cinco euros. Entre sus clientes hay tanto ni?os como adultos a los que les gusta decorar su casa con sus mu?ecas, y que en su mayor¨ªa acuden recomendados por otros compradores. Tambi¨¦n consigue clientes a trav¨¦s de las redes sociales, en las que anuncia sus creaciones. Musyoka se siente inspirada por lo bonitas que quedan las piezas terminadas: ¡°Cuando uno las piezas, cobran vida, me lleno de alegr¨ªa, y me motiva para hacer otras¡±.
Cuenta que una vez se le ocurri¨® la idea de vender sus piezas en los principales supermercados, pero alguien le dijo que pod¨ªan tardar mucho en pagar. Adem¨¢s, se dio cuenta de que ¡°se vend¨ªan muy bien si las llevaba a sitios concurridos, y que incluso me hac¨ªan nuevos encargos¡±. Ahora est¨¢ preparando una p¨¢gina web en la que la gente podr¨¢ ver sus art¨ªculos, consultar los precios, y hacer el pedido directamente por internet.
La lana para confeccionar las mu?ecas es su principal problema. Seg¨²n la tejedora, la que venden en Thika es de mala calidad porque no es suave, y es dif¨ªcil encontrar el color necesario, as¨ª que no tiene m¨¢s remedio que viajar a Nairobi para buscar colores concretos. Se queja de que la que se encuentra en Nairobi es cara porque es importada: ¡°Un ovillo de lana importada puede costar ya cinco euros, mientras que uno fabricado en Kenia cuesta 0,70 euros¡å. Aunque dice que no tiene competencia en su negocio, cree que es bueno que la haya.
En el futuro, Musyoka espera tener una tienda en la que exponer sus creaciones y dejar de realizar su actividad desde casa. ¡±Tambi¨¦n tendr¨¦ personas que me ayuden en el negocio¡±, asegura. Cree que en Kenia hay un gran mercado para este tipo de creaciones artesanas. ¡°De hecho, es un mercado virgen¡±. Incluso en la formaci¨®n ve opciones y anima a otros a aprender a hacer ganchillo para poder vivir de ello.
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