¡°Yo super¨¦ un linfoma de Hodgkin y ahora quiero ser onc¨®logo infantil; hay mucho que agradecer¡±
Incluso en pa¨ªses como Zambia, uno de los m¨¢s pobres del mundo, hay historias de ¨¦xito y esperanza entre ni?os enfermos de c¨¢ncer. Esta es la de Kondwani Nkowami, un joven de 22 a?os que super¨® la enfermedad y ahora estudia Medicina para devolver lo que los m¨¦dicos hicieron por ¨¦l
¡°Yo lo super¨¦¡±, celebra Kondwani Nkowami, un joven de 22 a?os, en una sala contigua a la unidad oncol¨®gica infantil del Hospital Universitario de Lusaka, la capital de Zambia, donde recibi¨® sesiones de quimioterapia durante meses para tratarse un linfoma de Hodgkin. ¡°Primero me dieron 12 ciclos. Cuando por fin los acab¨¦, me realizaron pruebas y descubrieron que no estaba totalmente curado. Me dijeron que se hab¨ªa reducido mucho, pero que no hab¨ªan logrado que desapareciera por completo, as¨ª que tuve que recibir otros 12¡±, recuerda. Y, tras una sonrisa, a?ade los dos cambios que han marcado su vida desde entonces: ¡°Primero, el c¨¢ncer afect¨® a uno de mis ojos. Ahora ya no lo tengo. Despu¨¦s, decid¨ª estudiar Medicina por la gran labor que hicieron los doctores conmigo. Quiero ser onc¨®logo pedi¨¢trico. Me aceptaron en la universidad y en ello estoy¡±.
La historia de Nkowami y el linfoma de Hodgkin se remonta a 2015. ?l procede de Isoka, uno de los ocho distritos de la provincia de Muchinga, al norte de Zambia, muy cerca de la frontera con Tanzania. Era ¨¦poca de ex¨¢menes en el colegio y not¨® que algo empez¨® a ir mal. ¡°De repente me di cuenta de que cada vez me costaba m¨¢s concentrarme, que no pod¨ªa ni siquiera estudiar. Un ojo se me estaba poniendo cada vez m¨¢s grande y sent¨ªa como que iba a salirse de la cuenca¡±, cuenta. Comenzaron entonces las visitas a curanderos, a diferentes m¨¦dicos y a centros de salud. En todos estos sitios le recetaban medicamentos que no mejoraban su estado. Hasta que, ya a principios de 2016, en una visita al Hospital Universitario de Lusaka, recibi¨® el diagn¨®stico definitivo: c¨¢ncer. ¡°Fue un shock, algo completamente inesperado. Antes de que me pasara a m¨ª, yo pensaba que esta enfermedad ¨²nicamente afectaba a la gente mayor¡±.
Una reciente publicaci¨®n de ¡®The Lancet¡¯ alerta de que, para el 2050, la mitad de los pacientes de c¨¢ncer infantil ser¨¢n africanos
Zambia, un pa¨ªs situado en el coraz¨®n de ?frica y que cuenta con unos 20 millones de personas, es tambi¨¦n una de las naciones m¨¢s pobres del mundo. Casi el 55% de su poblaci¨®n vive en riesgo de pobreza y ocupa el puesto 154 en el ?ndice de Desarrollo Humano. Ya antes del diagn¨®stico, la familia de Nkowami no era ajena a esta falta extrema de recursos. El joven lo explica as¨ª: ¡°Tengo un hermano y cuatro hermanas, y yo soy el mayor. Todos tuvieron que dejar el colegio. Mi madre, que est¨¢ soltera, lo sacrific¨® todo por m¨ª tras recibir la noticia de mi enfermedad. Su tiempo, su negocio ¡ªvend¨ªa zapatos y ropa de segunda mano en un puesto callejero ¡ª, sus ahorros¡ Hab¨ªa que pagar medicinas, tratamientos y alojamiento, y no hab¨ªa dinero para tantas cosas¡±.
Una lucha desigual
Los desaf¨ªos sanitarios diarios de Zambia, y de ?frica subsahariana en general, como el VIH, la tuberculosis o la malaria, que provocan anualmente miles de fallecimientos, han relegado tradicionalmente al c¨¢ncer a un papel secundario en la lista de enfermedades a afrontar en esta parte del mundo. Pero factores como la mejora de los est¨¢ndares sanitarios, el aumento de la esperanza de vida o un notorio boom poblacional amenazan con dar al traste con este patr¨®n. Una investigaci¨®n publicada en la revista cient¨ªfica The Lancet en mayo de 2022 alertaba de que las muertes por esta dolencia podr¨ªan duplicarse y alcanzar el mill¨®n anual para 2030. El documento hac¨ªa especial hincapi¨¦ en la situaci¨®n de la infancia y afirmaba que, para el 2050, la mitad de los pacientes de c¨¢ncer infantil provendr¨¢n de las naciones africanas y que, en Zambia, el 46% de los ni?os que comienzan un tratamiento de quimioterapia no lo finaliza; los gastos a afrontar son muy elevados, las distancias demasiado largas y faltan onc¨®logos pedi¨¢tricos.
¡°Nada m¨¢s saber lo que me pasaba, mi madre y yo decidimos que me quedara aqu¨ª, en Lusaka, y que empezara con el tratamiento de quimioterapia¡±, prosigue Nkowami. Fueron d¨ªas de acostumbrarse a una realidad nueva y que no tardar¨ªa en hacerse rutina: v¨®mitos, p¨¦rdida de apetito, incertidumbre, miedo. ¡°Ahora ya lo he aceptado, pero lo peor fue el momento en el que me dijeron que ten¨ªan que operarme para quitarme el ojo¡±, dice Nkowami. Y a?ade: ¡°Algunos de los amigos que conoc¨ª aqu¨ª, en el hospital, ya no est¨¢n con nosotros. Era inevitable pensar a veces que quiz¨¢s era yo el siguiente. Pero esos pensamientos te hacen perder el foco, perder la fe en el tratamiento, que es lo ¨²nico que puede salvarte¡±.
Zambia tiene un d¨¦ficit de 3.000 m¨¦dicos y apenas dedica a sanidad el 5% de su PIB, lejos del 9,9% de la media de la Uni¨®n Europea
Con los datos en la mano, los temores del joven, entonces un adolescente de apenas 15 a?os, no resultaban infundados. Pese a la escasez de estad¨ªsticas oficiales, diferentes escritos y documentos dibujan la extrema dificultad que supone para los menores de edad zambianos enfrentar un c¨¢ncer en su pa¨ªs. Un estudio publicado en 2019 recog¨ªa, por ejemplo, que la leucemia es el tipo que registr¨® una mortalidad m¨¢s alta, con el 40% de defunciones en muchachos que s¨ª llegaron a recibir tratamiento. Una ONG especializada que trabaja en esta naci¨®n elev¨® este guarismo hasta el 80% en chavales que sufren retinoblastoma, una patolog¨ªa en los ojos. Muy lejos, en cualquier caso, de los registros alcanzados en pa¨ªses como Espa?a, donde la tasa de supervivencia en c¨¢ncer infantil ya supera el 80%.
De la quimioterapia a la universidad
Cuenta Knowami que ¨¦l, tal vez por el empuje de su madre o por convicci¨®n personal, decidi¨® no abandonar nunca el colegio. Que hubo d¨ªas, muchos, que recib¨ªa sesiones de quimioterapia por la ma?ana y, unas horas despu¨¦s, pon¨ªa rumbo a la escuela para no perderse las lecciones que lo igualaban a sus compa?eros. ¡°Hice los ex¨¢menes de grado nueve todav¨ªa enfermo de c¨¢ncer y no me fueron mal. Ten¨ªa permiso del m¨¦dico, claro. Y, en 2018, todo se solucion¨®¡±, rememora. En noviembre de aquel a?o, y tras una esperada ¨²ltima sesi¨®n, le comunicaron la mejor noticia de su vida: el c¨¢ncer hab¨ªa desaparecido. Las pruebas a las que lo sometieron tres meses despu¨¦s no hicieron m¨¢s que ratificar ese diagn¨®stico. Y ¨¦l, a lo suyo: ¡°Cuando acab¨¦, con muy buenos resultados, el grado 12 ¡ªel ¨²ltimo del sistema educativo zambiano¡ª cambi¨¦ de opini¨®n sobre mi futuro. Antes quer¨ªa ser piloto, pero entonces opt¨¦ por convertirme en onc¨®logo para ni?os¡±.
El joven comenz¨® a estudiar Medicina en la universidad tan solo un a?o despu¨¦s. Y ahora, reci¨¦n acabado el primer curso, habla as¨ª de su carrera: ¡°He aprobado todo. Algunas asignaturas mejor que otras, la verdad. Creo que, para este pr¨®ximo a?o, voy a necesitar alguna clase extra de biolog¨ªa¡±. Empezar¨¢ segundo ¡ªtendr¨¢ que pasar con ¨¦xito seis cursos en total hasta graduarse¡ª dentro de unos d¨ªas, el 19 de febrero, y se muestra tan ilusionado como al principio. ¡°Mi idea de convertirme en onc¨®logo es firme y no la abandono. S¨¦ que va a ser dif¨ªcil, pero trabajo mucho en ello¡±.
Algunos de los amigos que conoc¨ª en el hospital, ya no est¨¢n con nosotros. Era inevitable pensar a veces que quiz¨¢s era yo el siguiente. Pero esos pensamientos te hacen perder el foco, perder la fe en el tratamiento, que es lo ¨²nico que puede salvarteKondwani Nkowami, un joven de 22 a?os que super¨® un linfoma de Hodgkin
Hasta mayo no tendr¨¢ que acudir a una nueva revisi¨®n, aunque Knowami se muestra optimista. Espera que los resultados sean tan satisfactorios como en todas las pruebas que se ha realizado desde que el c¨¢ncer desapareci¨® de su cuerpo. ¡°Esta enfermedad me ha ense?ado m¨¢s sobre la vida. A la gente que la sufre ahora le dir¨ªa que no escuchen cosas de afuera, que no pierdan el foco, que se apoyen en sus familiares y que conf¨ªen en los doctores. Es la ¨²nica forma¡±, reflexiona. Pero resulta complicado exigir la confianza que reclama Knowami en su pa¨ªs; el Ministerio de Salud zambiano reconoci¨® en 2020 que ten¨ªa un d¨¦ficit de 3.000 m¨¦dicos y el gobierno local apenas dedica a la sanidad el 5% del PIB, lejos, por ejemplo, del 9,9% de media de la Uni¨®n Europea.
Mientras trata de finalizar sus estudios superiores y al rememorar los tiempos no tan lejanos en los que padeci¨® el linfoma de Hodgkin, a Nkowami solo le sale la palabra ¡°gracias¡±. Se la dedica a Twende, una ONG local que fund¨® una peque?a escuela en el hospital que fue su refugio durante meses y que lo apoya en sus pretensiones universitarias. Tambi¨¦n a su madre. ¡°No hay una mujer como ella entre todas las que he conocido en mi vida y, seguramente, no me encontrar¨¦ nunca con una igual¡±, dice. Destina su agradecimiento igualmente a los doctores y enfermeros que le administraron los tratamientos. A sus hermanos, que lo apoyaron y comprendieron. A Dios, pues proviene de una familia muy creyente. A toda la gente que se preocup¨® por ¨¦l, y a quienes lo acompa?aron en los momentos m¨¢s dif¨ªciles. ¡°Lo mejor de todo es que sobreviv¨ª. Tengo mucho que agradecer, as¨ª que solo puedo dar las gracias por el regalo de la vida¡±, finaliza.
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