Al-Hol: la prisi¨®n al aire libre a la que nadie quiere mirar
Espa?a y el resto de los pa¨ªses miembros de la Coalici¨®n Global de lucha contra el Estado Isl¨¢mico, las administraciones locales en Siria y las organizaciones humanitarias deben incrementar los esfuerzos para evitar que se sigan vulnerando los derechos de los ni?os y mujeres encerrados en este campo
El campo de Al-Hol, en el noroeste de Siria, fue inicialmente dise?ado para proporcionar alojamiento temporal y seguro, as¨ª como servicios humanitarios a los civiles desplazados por el conflicto en Siria e Irak. Tras el traslado de miles de personas desde los territorios controlados por el Estado Isl¨¢mico, en diciembre de 2018 esta prisi¨®n se convirti¨® en una c¨¢rcel al aire libre, insegura e insalubre y de la cual es casi imposible salir.
Se han puesto en marcha pol¨ªticas excepcionales que suponen la detenci¨®n indefinida y arbitraria de alrededor de 53.000 ni?os, mujeres, y hombres en el campo. Todos ellos ¡ªla mitad, ni?os menores de 12 a?os¡ª, languidecen en un contexto muy violento, sin recursos de protecci¨®n ni medios de subsistencia, con un acceso muy limitado a los servicios b¨¢sicos y sin perspectivas de futuro.
En 2021, la principal causa de mortalidad en el campo fue la violencia relacionada con el crimen, que supuso el 38% de todas las muertes
Alambre de p¨²as, vallas y trincheras bordean el per¨ªmetro del campo, y m¨²ltiples puestos de control dirigidos por las fuerzas de seguridad controlan todos los movimientos de entrada y salida. El campo est¨¢ dividido en dos zonas: un ¨¢rea principal, donde viven sirios e iraqu¨ªes; y otra en donde residen mujeres y ni?os de otras 60 nacionalidades, a la que denominan El Anexo. Estos ¨²ltimos sufren restricciones adicionales de libertad de circulaci¨®n y acceso a servicios b¨¢sicos. Tampoco se le permite tener tel¨¦fono m¨®vil ni televisor y tienen prohibido comunicarse con otras personas fuera de Al-Hol.
Todos los residentes de este campo est¨¢n atrapados en una espiral de violencia continua. Por un lado, delincuentes cada vez m¨¢s peligrosos, con acceso a armas; por otro lado, las excesivas medidas de seguridad dentro del campo a?aden altas cotas de sufrimiento a una situaci¨®n ya l¨ªmite. Las consecuencias son dur¨ªsimas: en 2021, la principal causa de mortalidad en el campo fue la violencia relacionada con el crimen, que supuso el 38% de todas las muertes. Los ni?os y ni?as son especialmente vulnerables. Ese mismo a?o, murieron 79 menores de 16 a?os. La violencia encabeza las causas de mortalidad infantil, le siguen los atropellos y los ahogamientos tras ca¨ªdas en zanjas profundas de agua sucia.
Las condiciones de este campo son similares a las de una prisi¨®n. Los servicios m¨¦dicos est¨¢n muy limitados, especialmente en el Anexo, en donde solo hay una cl¨ªnica fija, gestionada por M¨¦dicos Sin Fronteras (MSF), y tres cl¨ªnicas m¨®viles para una poblaci¨®n de unos 11.000 habitantes. MSF a menudo presiona por facilitar las consultas m¨¦dicas fuera del campo para los pacientes que lo necesitan, pero generalmente solo se derivan los casos m¨¢s urgentes. Actualmente, hay unas 700 personas en lista de espera para atenciones no urgentes fuera del campo. Estas deben ser autorizadas por los responsables de Al-Hol.
La falta de acceso a la atenci¨®n m¨¦dica tiene consecuencias tr¨¢gicas. En febrero de 2021, un ni?o de siete a?os muri¨® de camino al hospital, bajo vigilancia armada, separado de su madre, y en plena agon¨ªa. Hab¨ªa sufrido quemaduras de segundo grado en la cara y los brazos. Tuvo que esperar dos d¨ªas para obtener el permiso de las autoridades del campo para ser trasladado al hospital. Adem¨¢s, la vigilancia m¨¦dica que pod¨ªa salvarle la vida estaba a menos de una hora en coche. Lamentablemente, no se trata de un hecho aislado. Tambi¨¦n es habitual que los ni?os no puedan ser acompa?ados por un familiar o cuidador y deban ir solos al hospital de referencia.
El impacto en la salud f¨ªsica y mental de ni?os y adolescentes es devastador. La detenci¨®n y separaci¨®n por la fuerza de ni?os varones que aparentan tener m¨¢s de 11 a?os se ha convertido en algo rutinario y sistem¨¢tico en el Anexo. Tambi¨¦n es frecuente que durante el d¨ªa las fuerzas de seguridad se lleven a ni?os de las zonas comunes, como el mercado o las plazas. Todo esto se comete sin el consentimiento de sus padres o cuidadores. El informe recientemente publicado, Entre dos fuegos: peligro y desesperaci¨®n en el campo sirio de Al-Hol, recoge numerosos testimonios de residentes del campo que explican las terribles condiciones de vida a las que deben hacer frente.
Repatriaci¨®n: una de las posibles soluciones, pero no la ¨²nica
En estos d¨ªas ha circulado la noticia de que el Gobierno espa?ol va a repatriar a varias mujeres y ni?os de nacionalidad espa?ola que viven en los campos de Siria, varios de ellos en Al-Hol. La noticia es excepcional porque las posibilidades de salir del campo son muy limitadas, como han relatado muchos residentes a compa?eros de MSF que trabajan en esta zona.
En febrero de 2021, un ni?o de siete a?os muri¨® de camino al hospital, bajo vigilancia armada, separado de su madre, y en plena agon¨ªa
Espa?a es uno de los 85 pa¨ªses que conforman la Coalici¨®n Global de lucha contra el Estado Isl¨¢mico, y que, adem¨¢s, ha subcontratado la gesti¨®n del campo de Al-Hol, a la Administraci¨®n Aut¨®noma del Noreste de Siria y a las Fuerzas Democr¨¢ticas Sirias. Estas entidades han se han centrado en la seguridad y la contenci¨®n a corto plazo, sin gestionar el campo de acuerdo con el derecho y las normas internacionales.
La negligencia y la mala gesti¨®n del campo por parte de las autoridades locales del noreste de Siria y de los miembros de la Coalici¨®n Global, han dejado a decenas de miles de hombres, mujeres y ni?os de este campo de refugiados atrapados en ciclos recurrentes de violencia y explotaci¨®n, despojados de sus derechos seg¨²n el derecho internacional y con un acceso limitado a la asistencia humanitaria.
La repatriaci¨®n ¡ªvoluntaria e informada¡ª es una posible soluci¨®n para algunas personas detenidas en el campo, pero no podemos permitir que decenas de miles m¨¢s sigan viviendo en una prisi¨®n de estas caracter¨ªsticas. Espa?a y el resto de los pa¨ªses miembros de la Coalici¨®n Mundial, la Administraci¨®n Aut¨®noma del Noreste de Siria, los pa¨ªses con ciudadanos en Al-Hol, los donantes y las organizaciones humanitarias deben incrementar los esfuerzos para identificar soluciones pol¨ªticas a largo plazo que pongan fin a la detenci¨®n arbitraria de personas en este campo/prisi¨®n. Cerrar los ojos y condenar al terror a una generaci¨®n entera de ni?os que actualmente malvive en este campo no puede ser una opci¨®n.
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