La tierra para las mujeres que la trabajan
A pesar de ser casi la mitad de la fuerza laboral agr¨ªcola del mundo y de producir hasta el 80% de los alimentos en las econom¨ªas en desarrollo, las mujeres poseen menos de una quinta parte de las tierras del planeta
Durante siglos, las mujeres han cultivado y nutrido la vida en nuestro planeta. Y, sin embargo, mientras el mundo disfruta del producto de sus labores, ellas no suelen tener influencia o control sobre la tierra que trabajan.
Para agravar las cosas, las amenazas paralelas de la sequ¨ªa y la desertificaci¨®n, intensificadas por el cambio clim¨¢tico, han reducido la cantidad de tierras utilizables, lo que pone en riesgo la producci¨®n de alimentos y el sustento de muchas personas. M¨¢s a¨²n, la agricultura no sostenible est¨¢ erosionando el suelo 100 veces m¨¢s r¨¢pido que su posibilidad de recuperaci¨®n por v¨ªas naturales. La ONU ha clasificado como degradadas hasta el 40% de las tierras del planeta.
La degradaci¨®n del suelo es un desaf¨ªo enorme, y la soluci¨®n radica en quienes m¨¢s preocupadas est¨¢n por proteger este valioso recurso: las mujeres. Si se les da la oportunidad, pueden asumir el protagonismo y usar sus amplios conocimientos y habilidades para proteger y restaurar la tierra a su cargo. Tambi¨¦n han demostrado ser capaces de desarrollar resiliencia frente a las sequ¨ªas, que se est¨¢n volviendo m¨¢s graves y frecuentes a medida que las temperaturas ascienden.
Tal como est¨¢n las cosas, es muy poco usual que reciban oportunidades as¨ª. Su participaci¨®n en el manejo del suelo se ve obstaculizada por pr¨¢cticas discriminatorias como los sistemas de posesi¨®n de tierras inadecuados, el acceso limitado al cr¨¦dito, la desigualdad salarial, los bajos niveles de autonom¨ªa en la toma de decisiones, y la violencia de g¨¦nero.
Si las mujeres agricultoras tuvieran acceso al mismo nivel de recursos que los hombres, la cantidad mundial de personas desnutridas se reducir¨ªa entre 100 y 150 millones, seg¨²n la FAO
En Chad, el Gobierno excluye a muchas mujeres y chicas de las asignaciones de tierras, dej¨¢ndolas en una tenencia poco segura. Las normas de g¨¦nero que deval¨²an las contribuciones de las mujeres refuerzan todav¨ªa m¨¢s esta situaci¨®n de precariedad. La expresi¨®n popular ¡°Mara sakit¡±, que significa ¡°no es m¨¢s que una mujer¡±, ejemplifica esta din¨¢mica sexista.
El problema se extiende mucho m¨¢s all¨¢ de un pa¨ªs en espec¨ªfico. A pesar de comprender casi la mitad de la fuerza laboral agr¨ªcola del mundo y de producir hasta el 80% de los alimentos en las econom¨ªas en desarrollo, las mujeres poseen menos de una quinta parte de las tierras del planeta. M¨¢s de 100 gobiernos siguen neg¨¢ndoles el derecho de heredar las propiedades de sus maridos.
Este desequilibrio, junto con la cada vez m¨¢s grave crisis clim¨¢tica, lleva a que las trabajadoras agr¨ªcolas sufran la peor parte de la degradaci¨®n del suelo. Padecen m¨¢s intensamente la escasez de alimentos y agua, y a menudo se ven obligadas a migrar, lo cual es un factor que agrava la desigualdad de g¨¦nero y su expresi¨®n a trav¨¦s de la violencia y la discriminaci¨®n. En tales condiciones, son particularmente vulnerables las mujeres ind¨ªgenas, las personas discapacitadas y las defensoras de los derechos femeninos.
En algunos pa¨ªses, frustradas por la falta de iniciativa en la toma de decisiones, las mujeres han comenzado a luchar por sus derechos de propiedad de las tierras. Por ejemplo, en Sierra Leona se aprob¨® una nueva ley que otorga a las mujeres el derecho a poseer, dar en alquiler o comprar tierras dentro del pa¨ªs.
En Tanzania, las mujeres que han recibido derechos de propiedad de tierras m¨¢s s¨®lidos ganan 3,8 veces m¨¢s y, adem¨¢s, es m¨¢s probable que tengan ahorros individuales, lo que resalta un importante efecto de la igualdad de derechos sobre la tierra: la seguridad econ¨®mica para las mujeres. Darles a ellas un mayor protagonismo en el manejo de las tierras puede tener repercusiones en cascada sobre el ingreso del hogar, la seguridad alimentaria y la inversi¨®n en educaci¨®n y salud infantil.
En Tanzania, las mujeres que han recibido derechos de propiedad de tierras m¨¢s s¨®lidos ganan 3,8 veces m¨¢s y, adem¨¢s, es m¨¢s probable que tengan ahorros individuales
La igualdad de derechos sobre la propiedad de la tierra tambi¨¦n podr¨ªa elevar la seguridad alimentaria, a medida que las mujeres inviertan m¨¢s en tecnolog¨ªa agr¨ªcola y hagan uso de sus conocimientos tradicionales locales, aumentando los rendimientos de las cosechas. De hecho, si las mujeres agricultoras tuvieran acceso al mismo nivel de recursos que los hombres, la cantidad mundial de personas desnutridas se reducir¨ªa entre 100 y 150 millones, seg¨²n la FAO.
Para hacer de esto una realidad, los gobiernos deben eliminar las barreras que impiden que las mujeres posean y hereden tierras. En t¨¦rminos m¨¢s generales, las autoridades deben involucrar mujeres en la toma de decisiones sobre manejo, conservaci¨®n y recuperaci¨®n de las tierras. El sector privado tambi¨¦n tiene un importante papel que desempe?ar. Por ejemplo, al ampliar el acceso al cr¨¦dito, las instituciones financieras pueden facilitar a las trabajadoras agr¨ªcolas la compra de la tecnolog¨ªa y los insumos necesarios para mejorar el rendimiento de las cosechas, proteger los suelos y prevenir su degradaci¨®n.
Sin embargo, el trabajo m¨¢s importante ¡ªelevar la concienciaci¨®n y hacer campa?as por el cambio¡ª recae en las comunidades locales. Movimientos como With Rural Women for a Chad Without Hunger (Con las mujeres rurales para un Chad sin hambre) han impulsado reformas agrarias y fomentado el di¨¢logo con las autoridades, poniendo a las mujeres en la l¨ªnea de vanguardia. Los resultados en Chad son promisorios: tras haber movilizado a m¨¢s de 25.000 mujeres en siete provincias entre 2017 y 2019, se logr¨® la asignaci¨®n de 300 hect¨¢reas de tierra a 18 grupos de agricultoras.
La Convenci¨®n de las Naciones Unidas para Combatir la Desertificaci¨®n ha puesto la igualdad de g¨¦nero en el centro de su mandato, y por buenas razones. Tal y como lo reconoce la convenci¨®n en su Plan de Acci¨®n de G¨¦nero, las mujeres juegan un papel crucial en el manejo sostenible de las tierras. En consecuencia, garantizarles sus derechos correspondientes no solo es la tarea pendiente correcta, sino que contribuir¨¢ a reforzar las iniciativas de recuperaci¨®n de bosques, desarrollar la resiliencia de largo plazo frente a las sequ¨ªas y crear econom¨ªas m¨¢s equitativas. Nuestro planeta y el bienestar de nuestras sociedades dependen de ello.
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