¡°L¨¢grimas pijas¡±, por Luz S¨¢nchez-Mellado
Art¨ªculo seleccionado por EL PA?S Audio para sus lectores (y oyentes)
Hola, soy Luz S¨¢nchez-Mellado, soy periodista de EL PA?S y la semana pasada estuve de viaje. Fue un viaje f¨ªsico, pero tambi¨¦n emocional. He venido tocada y he querido reflejarlo en esta columna.
La semana pasada me impuse, y cumpl¨ª, un reto personal que r¨ªete t¨² de hacer el Camino de Santiago descalza desde Roncesvalles. Meter en una maleta de cabina la ropa, el calzado y los afeites para pasar cinco d¨ªas en Marrakech en un viaje de amigas, a cu¨¢l m¨¢s pija y presumida, con tal de no pagar los 60 pavos que cobraba la aerol¨ªnea por facturar equipaje. Bueno, quien dice una maleta, dice la maleta, un bolso en el que hubiera cabido un beb¨¦ de once meses con pa?ales y biberones para un trimestre, y un escapulario al cuello con el pasaporte. Lo imprescindible, vamos. As¨ª, acarreando tal impedimenta, la realidad nos arre¨® el primer bofet¨®n en la conciencia. Solo en el callej¨®n de nuestro hotelito, una docena de ancianos, madres y ni?os de teta ped¨ªan caridad de sol a sol tirados en el suelo. Pura clase media comparados con los desharrapados que vimos luego en los pueblos que atraves¨® el ch¨®fer del confortable todoterreno en el que hicimos las correspondientes excursiones para sacarnos las consabidas fotos ex¨®ticas. Cr¨ªos, adolescentes, varones todos, porque mujeres solo vimos trabajando, muertos de hambre y aburrimiento matando el tiempo contemplando la opulencia ajena dentro y fuera de la pantalla del m¨®vil.
?C¨®mo no entender, vi¨¦ndolos, que se suban a una patera arriesg¨¢ndose a acabar en el fondo del Mediterr¨¢neo a las puertas de Europa mientras su pa¨ªs bulle de turistas soltando pasta a espuertas y su rey y sus ¨¦lites acaparan la riqueza e ignoran su sufrimiento? Respecto a mi problem¨¢tica del primer mundo, por si a alguien le interesa, solo dir¨¦ que me debat¨ª entre repartir calderilla y usar las gafas de sol de escudo para no verles ni que me vieran morirme de pena y verg¨¹enza. Me falt¨® tiempo, me sobr¨® ropa y, aun as¨ª, logr¨¦ meter m¨¢s pingos comprados in situ en la maleta. Dir¨¢n que vaya periodista de mierda estoy hecha, sorprendida al ver la desigualdad salvaje que reportan los colegas que se juegan el tipo denunci¨¢ndola. Estoy de acuerdo.
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