Una vida en el paraca¨ªdas
El alcalde de Madrid esper¨® en vano durante a?os el salto a la pol¨ªtica nacional Su doble perfil despierta simpat¨ªas en la izquierda y desconfianza en un sector de la derecha

Por primera vez desde que, hace casi dos d¨¦cadas, dej¨® los bancos de la oposici¨®n y pas¨® a los de gobierno, Alberto Ruiz-Gallard¨®n (Madrid, 1958) ser¨¢ un segundo, un subordinado: tendr¨¢ que obedecer ¨®rdenes. Ya no ser¨¢ el jefe, ahora tendr¨¢ uno. Una de las inc¨®gnitas del nuevo Ejecutivo es c¨®mo responder¨¢ a eso alguien que lleva ya muchos a?os acostumbrado a mandar y a decidir. Alguien que de joven so?aba con ser pianista ¡ªsiempre ha dicho que eso es realmente lo que habr¨ªa querido ser¡ª y que dej¨® los estudios de piano cuando se dio cuenta de que nunca ser¨ªa un n¨²mero uno. Y alguien, en fin, que llev¨® el traje de ¡°verso suelto¡± dentro de su partido, el PP. ?A¨²n lo guarda?
La de Ruiz-Gallard¨®n ¡ªcasado con Mar Utrera, padre de cuatro hijos varones¡ª es una vida escrita con cargos p¨²blicos: militante de Alianza Popular desde los 18 a?os y con plaza de fiscal (que no ejerci¨®) desde los 23, la serie es esta: a los 24, concejal del Ayuntamiento de Madrid ¡ªhaci¨¦ndole la oposici¨®n a Enrique Tierno Galv¨¢n¡ª; a los 36, presidente de la Comunidad de Madrid; a los 44, alcalde de la ciudad de sus padres y sus hijos; a los 53, ministro de Justicia en el Gobierno que siempre aspir¨® a presidir.
No todo han sido ¨¦xitos, ni mucho menos. Para empezar, porque el poder solo lleg¨® tras 12 largos a?os chupando banquillo en la oposici¨®n. Y, adem¨¢s, porque el vuelo de ascenso se quebr¨® dos veces. Despu¨¦s de despreciar la pol¨ªtica interna de partido durante a?os, cuando intent¨® gan¨¢rselo se estrell¨®: en 2004 perdi¨® de largo en su pugna por controlar el PP madrile?o frente a Esperanza Aguirre; en 2008 vivi¨® la humillante experiencia de ser descartado a ¨²ltima hora por Mariano Rajoy en sus listas al Congreso, tras postularse abiertamente y con Aguirre de testigo-verdugo.
Esos dos momentos, m¨¢s la aventura fallida ¡ªdos veces¡ª de la candidatura ol¨ªmpica para Madrid est¨¢n en su debe personal, son sus espinas. Pero algunos que lo conocen bien aseguran que el alcalde, ya ministro, no es el mismo que hace cuatro a?os, cuando lleg¨® a anunciarles que se retiraba de la vida p¨²blica tras el desplante inesperado de Rajoy. ¡°Por primera vez le hace ilusi¨®n ser Gobierno, no ser presidente del Gobierno¡±, dicen.
El hombre que nunca aplaude con las dos manos, sino siempre con la derecha golpeando en la izquierda, ha cultivado esos dos lados que partidarios y detractores le adjudican como quieren.
La cara "izquierda": invent¨® la narcosala en el mayor poblado chabolista de Madrid, autoriz¨® la dispensaci¨®n gratuita de la p¨ªldora del d¨ªa despu¨¦s, cas¨® a una pareja gay cuando el PP se opon¨ªa a ello, abri¨® la vida cultural madrile?a a los artistas tradicionalmente enfrentados a la derecha, le solt¨® a su partido aquel -t¨ªmido, pero ins¨®lito entre los populares- ¡°algo habremos hecho mal¡± tras la derrota de 2004... La cara "derecha": nunca ha dejado de ser puro PP (lleg¨® a ¨¦l de la mano de su padre y de Manuel Fraga). Abraza sin discusi¨®n la visi¨®n liberal de la econom¨ªa, la gesti¨®n privada de los servicios p¨²blicos. Aunque no abraza la bajada de impuestos -los subi¨® desde el primer d¨ªa en el Consistorio- ni el sagrado d¨¦ficit cero -abander¨® una pol¨ªtica de deuda p¨²blica de la que ahora, aparentemente, tendr¨¢ que renegar-.
La m¨¢s dura adversaria la ha tenido en su partido: Esperanza Aguirre. Su hombre m¨¢s fiel, tambi¨¦n: Manuel Cobo. Deja en el Ayuntamiento de Madrid una herencia de grandes obras nunca antes acometidas, que cambiaron la cara de la capital, y la mayor deuda de todos los municipios espa?oles. Tambi¨¦n deja a Ana Botella de alcaldesa.
Ruiz-Gallard¨®n, paracaidista en la mili, vive en la misma casa del centro de Madrid en la que naci¨® y creci¨®. No le gusta el f¨²tbol ni los toros (ni las procesiones de Semana Santa). Le apasionan las motos, los coches, lee c¨®mics de Tint¨ªn. Pero, por encima de todo, escucha m¨²sica ¡ªy, seg¨²n dice, no es capaz de hacer nada m¨¢s en ese momento: se sienta o se tumba, y escucha¡ª. La situaci¨®n m¨¢s dura que le ha tocado vivir en su vida p¨²blica no tuvo que ver con ambiciones personales: se llama 11-M.
Desde hace a?os felicita las fiestas navide?as con versos o citas c¨¦lebres en las que esconde mensajes subliminales (generalmente, m¨¢s que obvios). En la Navidad de 2003, tras ser obligado por Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar a concurrir de candidato a alcalde y, a continuaci¨®n, ser descartado por ¨¦l como aspirante a sucederlo ¡ªentonces a¨²n so?aba que ocurrir¨ªa¡ª, en la postal habl¨® Rilke: ¡°El que ha osado volar como los p¨¢jaros, una cosa m¨¢s debe aprender: a caer¡±. Esos versos se han dado la vuelta: despu¨¦s de aquella ca¨ªda, el ministro Gallard¨®n emprende ahora otro vuelo. El paracaidista nunca lleg¨® a tocar tierra.
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