Instrucciones para fracasar mejor
Se nos amontonan los cumplea?os. Estamos en el umbral del a?o dos de la victoria electoral del PP por holgada mayor¨ªa parlamentaria encabezada por el presidente Mariano Rajoy; del a?o uno de la minor¨ªa cosechada por CiU bajo el liderazgo del presidente de la Generalitat, Artur Mas, en los comicios auton¨®micos; y del a?o cero de la pactada herencia socialista a favor de la presidenta de la Junta de Andaluc¨ªa, Susana D¨ªaz. Todo son celebraciones. En Radio Nacional hubo entrevista homenaje al se?or Rajoy; en Jerusal¨¦n y Nueva Delhi, fastos en honor del se?or Mas, que va por rutas israel¨ªes o ghandianas caminando hacia la secesi¨®n; y en Granada ha tenido lugar con gran aparato el¨¦ctrico el congreso extraordinario para la exaltaci¨®n de la se?ora D¨ªaz a la secretar¨ªa general del partido socialista PSOE-A.
Vendr¨¢n los triunfalistas de la cat¨¢strofe, los inconformistas incurables a se?alar matices para nublar los acontecimientos festivos. Considerar¨¢n inoportuno el auto del Juez Ruz, instructor del caso B¨¢rcenas y de la financiaci¨®n ilegal del Partido Popular, que con fecha del viernes 22 se?ala la existencia de una contabilidad b continuada en el tiempo, con cargo a la cual se habr¨ªan pagado por ejemplo las obras de adaptaci¨®n de la sede nacional del PP encomendadas al arquitecto Gonzalo Urquijo. Clamar¨¢ su inocencia el condenado Carlos Fabra, tantos a?os erigido en ejemplo por su gesti¨®n al frente de la Diputaci¨®n de Castell¨®n, con su aeropuerto peatonal y su canes¨². Brotar¨¢n los esc¨¢ndalos y dispendios en la Catalu?a convergente y de izquierda republicana, que ni siquiera se difuminan en la campa?a de todo por la patria. Asombrar¨¢ el respaldo ganado en horas veinticuatro por Susana D¨ªaz y su transmutaci¨®n en poder¨ªo, sin sombras del esc¨¢ndalo de los ERE, por los que nada ni nadie tuviera que merecer reproche alguno.
De Bruselas nos dicen que estamos liberados de unas condiciones que al parecer nunca nos impusieron
De Bruselas nos dicen que estamos liberados de unas condiciones que al parecer nunca nos impusieron. Aunque lleguen acompa?adas de dudas sobre nuestras capacidades, de reclamaciones de nuevos recortes y de preguntas sobre c¨®mo resistir¨¢n los bancos y contendr¨¢n la mora de sus clientes si el paro se mantiene en las cifras alcanzadas y todo son devaluaciones salariales, alzas de impuestos, subidas de tarifas de electricidad o de transporte p¨²blico y disminuci¨®n de las ayudas al desempleo. Es decir, que empiezan a cuestionar ese gran invento hacia el que camin¨¢bamos de la sociedad de consumo sin consumidores. Porque se dir¨ªa, como ha resumido un vi?etista asturiano, que nos encontramos con ¡°una clase trabajadora sin trabajo, una clase media sin medios y una clase alta sin clase¡±.
En esta situaci¨®n nos inundan los libros de memorias. Aznar sigue inconsolable y toma nota, como Paco Rabal en la serie televisiva Juncal. Desiste, insolente, de negar a sus amigos por mucho que visiten las prisiones. Enseguida tomar¨¢ la defensa del condenado Carlos Fabra, que tantas veladas ameniz¨® como cuentachistes en aquellos veraneos del poder de Oropesa del Mar, previos a la dieta de abdominales que ahora se administra. En otro ¨¢ngulo, se estrena Jos¨¦ Lu¨ªs Rodr¨ªguez Zapatero, a quien todos empiezan a reconocer como el mejor en el ejercicio de expresidente. Su libro se inscribe en el intento de generar v¨¦rtigo retrospectivo por la profundidad de la desgracia que nos habr¨ªa evitado, en su caso, con la reforma instant¨¢nea de la Constituci¨®n. Es la misma actitud de quienes con sus actuales exageraciones del pasado quieren que les sean reconocidos servicios nunca prestados por habernos salvado de las cat¨¢strofes a las que habr¨ªamos estado abocados.
Cunde la siembra del antagonismo, materia prima de toda construcci¨®n nacionalista, cualquiera que sean su radio y la definici¨®n de su per¨ªmetro. Se convoca a la diseminaci¨®n de la discordia y se avivan los reflejos tribales. En un lado y en otro se inocula el miedo para cosechar sumisiones. Se antepone el c¨¢lculo de las ventajas electorales partidistas a la evaluaci¨®n de los da?os que podr¨ªan causarse al pa¨ªs. Parecer¨ªa que estamos siguiendo las Instrucciones para fracasar mejor, que ofrece en su ensayo de ese t¨ªtulo Miguel Albero (Abada editores. Madrid, 2013). El volumen se inicia con un verso tomado de Rumbo a peor, de Samuel Beckett, que dice: ¡°Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor¡±. Incluye un an¨¢lisis de distintos aspectos que ayudan a entender por qu¨¦ debemos fracasar y por qu¨¦ debemos fracasar mejor. El fracaso no puede ser alcanzado si no est¨¢ bien definido, le sucede como a la victoria de Clausewitz. Por eso esboza tambi¨¦n Albero una tipolog¨ªa del fracaso y explora su actualidad. Menciona la paciencia como uno de los requisitos indispensables para fracasar con todas sus consecuencias. Es el fracaso al alcance de todos. ?nimo.
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