Las voces que llevaron a un funcionario corriente a matar a su padre a pu?aladas por la herencia
Al parricida le preocupaba que su progenitor cediera sus bienes a una t¨ªa discapacitada a la que tambi¨¦n agredi¨®
Poderoso caballero es Don Dinero. Ya lo escribi¨® Francisco de Quevedo en uno de sus poemas m¨¢s universales. La historia est¨¢ repleta de truculentos asesinatos originados por el miedo a perder una herencia. Un temor que se apoder¨® de Adolfo Coello Cervantes la tarde del 14 de marzo de 1969 cuando, tras una acalorada discusi¨®n y en presencia de su esposa y de sus dos hijos, acab¨® con la vida de su padre, Adolfo Coello de Portugal y Mendicote. El parricida tambi¨¦n hiri¨® de gravedad a Gloria, su t¨ªa discapacitada, que salv¨® la vida gracias a la r¨¢pida intervenci¨®n de la polic¨ªa y los m¨¦dicos de una cl¨ªnica cercana.
Cuando perpetr¨® el asesinato, Adolfo Coello Cervantes ten¨ªa 34 a?os, era funcionario, estaba casado y ten¨ªa un hijo de cinco a?os y otra de cuatro. Aparentemente, su vida era de color de rosa. Sin embargo, las cr¨®nicas de la ¨¦poca sostienen que padre e hijo estaban enemistados por el dinero. Los hechos ocurrieron a primera hora de la tarde en un piso del paseo de Las Delicias de Madrid, domicilio del padre, Adolfo Coello de Portugal, de 69 a?os y propietario del colegio Coello. El hijo lleg¨® a la vivienda acompa?ado de su familia poco despu¨¦s de la una y media de la tarde. Nada hac¨ªa presagiar la tragedia.
Al cabo de un rato, padre e hijo iniciaron una discusi¨®n que fue subiendo de tono. El hijo sac¨® una navaja de grandes dimensiones del bolsillo y agredi¨® a su progenitor, al que asest¨® numerosas pu?aladas hasta ocasionarle la muerte. La esposa del homicida huy¨® del lugar de los hechos para evitar ser atacada. Fue ella quien avis¨® a la polic¨ªa, que lleg¨® a la casa a los pocos minutos y detuvo a su marido, que no ofreci¨® resistencia, Antes de la llegada de los agentes, atac¨® con el cuchillo a su t¨ªa, de 65 a?os, testigo tambi¨¦n del apu?alamiento. Gloria fue trasladada a un centro hospitalario.
Obsesionado con el dinero
Hubo quien escribi¨® que? el homicida hab¨ªa sufrido un ataque repentino de locura, aunque la hip¨®tesis perdi¨® fuerza al demostrarse que este hab¨ªa adquirido d¨ªas antes una navaja y presentaba visibles s¨ªntomas de nerviosismo en el momento de la agresi¨®n. ¡°Se cruzaron padre e hijo muy pocas palabras y, de pronto, vi c¨®mo el chico sacaba una navaja y la clavaba repetidas veces en el cuerpo de mi hermano, que cay¨® desplomado. Yo comenc¨¦ a gritar pidiendo auxilio, pues no puedo moverme de mi butaca. Entonces Adolfo vino hacia m¨ª hecho una fiera y me hizo todo esto¡±, cont¨® Gloria a los m¨¦dicos que la atendieron, seg¨²n recoge en una cr¨®nica de la ¨¦poca el diario de sucesos El Caso. Ella viv¨ªa desde hac¨ªa a?os con su hermano, que se hab¨ªa hecho cargo de sus cuidados.
Adolfo Coello padre lleg¨® a Madrid en 1928. Era entonces un joven profesor bilba¨ªno que pertenec¨ªa a una distinguida familia. Ten¨ªa el prop¨®sito de abrirse camino en su profesi¨®n, as¨ª que inaugur¨® un colegio en la glorieta Luca de Tena, en un edificio de grandes dimensiones, donde ocup¨® la parte baja. El colegio Coello comenz¨® a gozar de buena reputaci¨®n entre los vecinos del barrio. A?os m¨¢s tarde, Coello de Portugal contrajo matrimonio con Carmen Cervantes y, fruto de esa uni¨®n, naci¨® Adolfo. Su madre muri¨® cuando el ni?o contaba con cinco a?os. Su padre se cas¨® de nuevo, aunque a?os m¨¢s tarde volvi¨® a quedarse viudo. El parricida, hijo ¨²nico, se gradu¨® en Magisterio, trabaj¨® un tiempo en la escuela de su padre y a?os m¨¢s tarde consigui¨® una plaza de maestro por oposici¨®n. Se cas¨® y se march¨® a vivir a un piso cerca del paseo de Santa Mar¨ªa de la Cabeza.
Agresi¨®n a la esposa
La ¨²nica obsesi¨®n del funcionario era el dinero y su padre ten¨ªa bastante. Adolfo hijo era el ¨²nico heredero legal, pero le preocupaba que su padre legara la totalidad de sus bienes a su t¨ªa y que esta los distribuyera entre otros familiares. Fundamentaba su idea en el enorme afecto que su progenitor sent¨ªa por Gloria. Un d¨ªa, el parricida expuso sus temores a su padre, que se indign¨® porque, posiblemente, no hab¨ªa pensado jam¨¢s en semejante cosa. Las relaciones entre ambos se enfriaron y cada vez que se ve¨ªan, el hijo ¡°mostraba su conducta ego¨ªsta, dando lugar a desagradables escenas¡±, aseguraban personas cercanas.
El Caso explica que, d¨ªas antes de asesinar a su padre, el asesino adquiri¨® ¡°una navaja autom¨¢tica de cachas negras y agud¨ªsima punta, similar a la que utilizan los quinquis para la comisi¨®n de sus fechor¨ªas¡±. Sin embargo, la intenci¨®n que mostr¨® inicialmente el parricida era la de hacer las paces con su padre, y as¨ª se lo expuso aquella ma?ana a su esposa, Piedad, a la que pidi¨® que preparara a los ni?os para visitarle al mediod¨ªa. Piedad, que en los primeros d¨ªas de matrimonio convivi¨® en el hogar de su suegro, que solo un a?o antes de su muerte hab¨ªa solicitado la sucesi¨®n en el t¨ªtulo de Conde de Coello de Portugal, como atestigua el Bolet¨ªn Oficial del Estado del 22 de enero de 1968. Adolfo hijo, presuntamente, tambi¨¦n hab¨ªa agredido anteriormente a su esposa, a la que rompi¨® el brazo con un palo. El art¨ªculo de El Caso sostiene que en esa ocasi¨®n intervino la polic¨ªa que, tras conducir a la v¨ªctima a la cl¨ªnica de Legazpi, logr¨® ¡°la reconciliaci¨®n de la pareja¡±.
Adolfo tiene actualmente 84 a?os y contin¨²a viviendo en la misma casa donde lo hizo la mayor parte de su vida. Por tel¨¦fono, cuenta a EL PA?S que el asesinato de su padre ¡°fue una cosa extra?a de telepat¨ªas¡± y que hab¨ªa escuchado voces. Este peri¨®dico no ha logrado constatar que ingresara en prisi¨®n por estos hechos. ?l no quiere revivir el caso. Calla y cuelga.
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