Los nativos digitales no nacen, se hacen: hacia una sociedad de eruditos digitales
Las habilidades y los conocimientos necesarios para poder utilizar la tecnolog¨ªa para resolver problemas, idear soluciones o crear servicios nuevos deben ser ense?ados, no se aprenden siendo meros usuarios
El siglo XXI es un siglo de oportunidades, pero tambi¨¦n de desaf¨ªos globales que amenazan nuestra supervivencia. Nuestro ¨¦xito como especie viene acompa?ado, entre otros, de una poblaci¨®n cada vez m¨¢s envejecida, la crisis clim¨¢tica y energ¨¦tica, y una acuciante p¨¦rdida de biodiversidad a escala planetaria. En este contexto, el potencial de la inteligencia artificial para ayudarnos a buscar soluciones es inmenso. Una inteligencia artificial para el bien social que en muchos casos todav¨ªa no est¨¢ inventada y en la que las pr¨®ximas generaciones tendr¨¢ un importante papel que jugar. Sin embargo, ?estamos preparando a los ni?os y ni?as de hoy para que puedan contribuir al mundo del ma?ana?
La respuesta es que probablemente no. Entre otros motivos, porque confundimos usar tecnolog¨ªa con tener la capacidad para inventarla. Los nativos digitales no existen. Las habilidades y los conocimientos necesarios para poder utilizar la tecnolog¨ªa como herramienta para resolver problemas, idear soluciones o crear servicios nuevos deben ser ense?ados; no se aprenden siendo meros usuarios. Para poder aportar a la sociedad del futuro no basta con ser usuario de la tecnolog¨ªa ¨Dsin duda un primer paso para poder adaptarse a un mundo cada vez m¨¢s automatizado.
Es evidente que el uso de la tecnolog¨ªa es intenso y global. Se estima que globalmente pasamos m¨¢s de seis horas y media al d¨ªa mirando pantallas, de las que casi cuatro horas corresponden al tiempo que pasamos mirando nuestros smartphones. Esta cifra se eleva a m¨¢s de nueve horas diarias entre los ni?os y adolescentes en Estados Unidos (11 y 14 a?os), seg¨²n el Centro de Prevenci¨®n de Enfermedades de EE UU y a nueve horas y media entre los habitantes de Sud¨¢frica, seg¨²n Statista. No obstante, si aspiramos a que las pr¨®ximas generaciones no solo se integren en este futuro tecnol¨®gico, sino que tambi¨¦n participen en su dise?o, es fundamental ense?arles c¨®mo funciona la tecnolog¨ªa y fomentar el desarrollo del pensamiento cr¨ªtico sobre su uso. Hay una gran diferencia entre consumir y conocer.
Por ello propongo que dediquemos esfuerzos para fomentar una cultura de eruditos digitales. Este concepto conlleva dimensiones tanto de conocimiento t¨¦cnico de la tecnolog¨ªa, como de desarrollo de la creatividad, el pensamiento cr¨ªtico y de herramientas emocionales y sociales para tomar decisiones, colaborar y contribuir en la sociedad del futuro.
Desde una perspectiva de conocimientos t¨¦cnicos, ser erudito digital implica conocer con detalle c¨®mo funciona la tecnolog¨ªa que usamos en nuestro d¨ªa a d¨ªa, para poder crear a su vez nuevas herramientas que contribuyan al progreso y nos ayuden a afrontar los retos globales.
Muchos de los problemas complejos a los que nos enfrentamos, como el calentamiento global, la crisis energ¨¦tica, el envejecimiento de la poblaci¨®n o la disparidad entre ricos y pobres, requerir¨¢n soluciones con un fuerte componente tecnol¨®gico, utilizando tecnolog¨ªa que a¨²n no hemos inventado. Ser erudito digital conlleva dominar el pensamiento computacional y sus cinco competencias b¨¢sicas: el pensamiento algor¨ªtmico, la programaci¨®n, los datos, las redes y el hardware. El pensamiento computacional es el equivalente a aprender a leer, escribir y matem¨¢ticas b¨¢sicas en el siglo XXI. No olvidemos que no hay sociedad m¨¢s f¨¢cilmente manipulable que una sociedad ignorante. ?C¨®mo vamos a decidir colectivamente qu¨¦ tipo de desarrollo tecnol¨®gico queremos si desconocemos de lo que estamos hablando?
Pero m¨¢s all¨¢ de las habilidades t¨¦cnicas, ser erudito digital implica abrazar un equilibrio entre el mundo digital y la realidad tangible que nos rodea. Ser erudito digital requiere desarrollar el pensamiento cr¨ªtico, la creatividad, la empat¨ªa, la tolerancia, la perseverancia, la concentraci¨®n mantenida en una tarea compleja, la paciencia, la flexibilidad, la habilidad de gestionar el aburrimiento o de aceptar una gratificaci¨®n a largo plazo. Habilidades que sabemos tienen un valor esencial no solo para nuestro bienestar, sino tambi¨¦n para nuestra capacidad de coexistir pac¨ªficamente y colaborar en un mundo global. Habilidades que dif¨ªcilmente podemos desarrollar y cultivar con experiencias exclusivamente tecnol¨®gicas, dise?adas para gratificarnos inmediatamente, generando ciclos de adicci¨®n, con frecuentes interrupciones, con un foco en el presente y donde se pierde la riqueza y multisensorialidad de la interacci¨®n humana cara a cara.
Ser erudito digital implica saber desconectar y mantener una presencia y conexi¨®n f¨ªsica con el mundo que nos rodea, aspectos clave para nuestra salud mental, nuestro bienestar emocional, nuestra capacidad para colaborar con los dem¨¢s, nuestra creatividad, y, en ¨²ltima instancia, nuestra felicidad. Ser erudito digital es reconocer la importancia de desconectar para reconectar con nuestro entorno f¨ªsico, con las personas que amamos, y con nosotros mismos. Es entender que la verdadera riqueza de la vida se encuentra en la complejidad de las relaciones humanas, en la exploraci¨®n de la naturaleza, en la expresi¨®n art¨ªstica y en la b¨²squeda del prop¨®sito de nuestra existencia.
Una sociedad de eruditos digitales es aquella que equilibra la innovaci¨®n tecnol¨®gica con la sabidur¨ªa human¨ªstica, cultivando as¨ª personas y sociedades capaces de navegar con destreza en el mundo digital mientras mantienen una conexi¨®n profunda con su entorno y su propia humanidad. Una sociedad de eruditos digitales ser¨¢ capaz de innovar con responsabilidad, de utilizar la tecnolog¨ªa para resolver desaf¨ªos globales y de promover el bienestar humano en un mundo interconectado. ?Estamos preparados para liderar esta revoluci¨®n digital con integridad y sabidur¨ªa? Es hora de trabajar para conseguir un mundo de eruditos digitales.
Nuria Oliver es doctora en Inteligencia Artificial por el MIT, cofundadora y directora de ellis.eu Alicante, una organizaci¨®n sin ¨¢nimo de lucro para a promover la investigaci¨®n en inteligencia artificial en Europa.
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