Esta ruta, a su paso por Galicia, nace agua, marcada por la belleza imponente del Mi?o en Tui (Pontevedra), pero enseguida se vuelve piedra, verdor y sabor. Los pasos del Camino Portugu¨¦s siguen los de calzadas romanas y recorren edificios de sabor local y modernista a la vez en ciudades acogedoras. Es la segunda senda jacobea m¨¢s transitada y una de las preferidas por los ciclistas al ser un itinerario f¨¢cil para las bicis. Y si los vi?edos y los huertos aportan la tradici¨®n de la gastronom¨ªa con etiqueta, con uvas doradas como joyas y pimientos que saben a crema, los furanchos ofrecen al paladar la naturalidad de la comida hecha como en casa. A trav¨¦s de lo que se ve, se oye, se huele, se paladea y se palpa es como se conoce esta ruta de 119 kil¨®metros. Camino Portugu¨¦s, s¨ª, pero puramente gallego.
Las cinco sensaciones de una peregrina ¡®influencer¡¯
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Los ojos, la nariz, los o¨ªdos, la piel y el paladar de Cristina Cerqueiras (A Coru?a, 1990) iban por delante de sus piernas en su recorrido por el Camino Portugu¨¦s. Cada rinc¨®n del sendero suscit¨® en esta influencer y empresaria ¡ªtiene su propia marca de moda¡ª una sensaci¨®n ¨²nica. En su mente a¨²n las percibe como si estuviera all¨ª, pese a que hace casi un a?o que se lanz¨®, junto a la dise?adora Gala Gonz¨¢lez, el actor Marti?o Rivas y el c¨®mico Xurxo Carre?o, a recorrer las etapas gallegas de esta senda jacobea, en una acci¨®n impulsada por la Xunta de Galicia para promover el Camino entre los j¨®venes. Y ahora las evoca en este video donde revive su primera experiencia. Solo lamenta no haberlo hecho antes.
Piedras que gu¨ªan
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Las piedras no hablan, pero cuentan historias. Para el peregrino atento, las de este Camino reverberan en ciertos tramos los sonidos de hace casi dos milenios, cuando el trazado coincide en Mos, Barro y el ¨¢rea de Ponte Sampaio, en Pontevedra, con la calzada romana XIX, que un¨ªa Braga y Astorga. Encontrar¨¢ piedras que gu¨ªan desde hace siglos con sus indicaciones mudas: los miliares, columnas talladas para marcar las millas romanas (en torno a un kil¨®metro y medio). Para dar fe de ello ah¨ª sigue, por ejemplo, el de Vilar de Enfesta, que se alza cerca de la capilla de Santiagui?o de Antas, en Mos. Y escuchar¨¢ los ecos de la Edad Media en los cruceiros de las encrucijadas, estilizados pilares rematados en cruz destinados a proteger al peregrino y marcarle la buena direcci¨®n.
Voz ecl¨¦ctica, gusto regionalista
En O Porri?o, uno de sus vecinos m¨¢s c¨¦lebres otorg¨® sentido a la piedra en un estilo ¨²nico muy reconocible. El arquitecto Antonio Palacios llev¨® a su ciudad natal a principios del siglo XX su visi¨®n ecl¨¦ctica, entre modernista y regionalista, de la edificaci¨®n, que hab¨ªa triunfado en Madrid en el Palacio de Comunicaciones de Cibeles (hoy, el Ayuntamiento) y el C¨ªrculo de Bellas Artes. En su villa materna levant¨® edificios inconfundibles como la casa consistorial (en la imagen), la Botica Nova ¡ªuna farmacia con vivienda¡ª o la majestuosa fuente cruceiro de la plaza de Cristo. En el parque Campo da Feira se puede contemplar el templete original que serv¨ªa de entrada a la estaci¨®n de metro de Gran V¨ªa en Madrid, desmantelado en 1970.
El para¨ªso de los bicigrinos
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En 2021, 10.781 peregrinos (el 6% del total) recorrieron alguno de los itinerarios jacobeos en bicicleta y obtuvieron su compostela, el documento acreditativo, tras pedalear, como m¨ªnimo, 200 kil¨®metros en una bici tradicional, ya que la recompensa oficial solo premia el esfuerzo sin apoyo el¨¦ctrico. De todos, el Camino Portugu¨¦s es el preferido por los bicigrinos por la suavidad de su trazado y porque cruza muchos n¨²cleos urbanos, con servicios de alquiler y reparaci¨®n, adem¨¢s de transporte del equipaje ¡ªaunque hay quien prefiere llevarlo en alforjas¡ª.
Las etapas en bici duplican o, incluso, triplican los kil¨®metros que se recorren a pie. Tom¨¢s S¨¢nchez, responsable de la biblia web del cicloturista, Bicigrino.com, recomienda acortarlas un poco si se trata de la primera vez, porque lo importante, reconoce, es sentir la emoci¨®n ¨²nica que proporciona esta experiencia: la placentera sensaci¨®n de la brisa; la velocidad que trae, fugaces, olores, colores y sonidos, y el est¨ªmulo que proporciona el esfuerzo f¨ªsico y la concentraci¨®n. S¨¢nchez asegura que no hace falta ser un atleta, pero conviene practicar para adaptarse a la postura al menos durante dos o tres semanas.
El secreto mejor guardado de Galicia
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En una senda eterna como el Camino germinan aventuras ef¨ªmeras que multiplican su valor, como las que se viven los furanchos, restaurantes que no son restaurantes y bodegas que no son bodegas. En ellos, sin embargo, se come y se bebe como si se estuviera en casa del vecino, gallego por supuesto. Entre enero y junio, el peregrino puede hacer una parada en estas viviendas de peque?os productores de vino ¡ªpara consumo propio¡ª, que ofrecen los excedentes del caldo m¨¢s joven, principalmente albari?o.
Lo hacen en c¨¢lidos espacios acondicionados dentro de sus bajos o sus patios mientras sirven platos caseros que var¨ªan seg¨²n el producto de temporada y lo que, por ejemplo, dan sus gallinas: de empanadas, huevos fritos y tortilla a embutidos y una buena variedad de mariscos. Los locales los conocen como loureiros (laurel en gallego), por la rama de esta planta con la que se han identificado tradicionalmente. En el furancho As Cuncas, entre Redondela y Pontevedra, todo es casero, como explica su due?a, Chicha Fern¨¢ndez: desde las mesas de madera hasta el pan, que elaboran con su ma¨ªz.
La cata de la joya dorada de las R¨ªas Baixas
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El trabajo artesano se percibe en cada gota de vino que sale de las bodegas de las R¨ªas Baixas, una regi¨®n con Denominaci¨®n de Origen Protegida (DOP). Su protagonista, la uva albari?o, dorada y jugosa, remonta la historia de este caldo hasta la Edad Media, cuando lo produc¨ªan en la zona los monjes de Cluny. Combinada con otras uvas locales, alumbra sabores frescos, suaves y armoniosos a lo largo del Camino Portugu¨¦s, desde el Condado do Tea y O Rosal, en Pontevedra, a Ribeira do Ulla, en A Coru?a. He aqu¨ª un muestrario de gustos, aromas y tonalidades.
DOP Quinta de Couselo
Uvas de albari?o, ca¨ª?o blanco y loureiro
- Flores, frutas frescas y hierbas arom¨¢ticas
- Cremoso, intenso y fresco. Con notas a frutas, flores y c¨ªtricos
- Color amarillo pajizo y brillante
DOP Santiago Ruiz
Uvas de albari?o, ca¨ª?o blanco y loureiro.
- Manzana, chirimoya, pomelo y lim¨®n, con toques bals¨¢micos, anisados y minerales
- Goloso, intenso y complejo. Con notas c¨ªtricas, amieladas, florales y almendradas
- Limpio y brillante, con tonos verdosos
DOP Se?or¨ªo de Rubi¨®s
Uvas de brancellao, sous¨®n, ca¨ª?o tinto, espadeiro, pedral y menc¨ªa
- Notas a frutas rojas maduras
- Potente, graso y untuoso. Toques a frutos maduro
- De intenso color picota
DOP Pazo de Rubianes
Uva de albari?o
- Ciruela y melocot¨®n, con sutiles notas c¨ªtricas
- Sedoso, intenso, refrescante y complejo
- Color amarillo pajizo con destellos dorados
Paladares picantes (o ¡®non¡¯)
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Tierno, cremoso y con un sutil toque dulce. As¨ª se siente al gusto un pimiento de Padr¨®n, el manjar m¨¢s internacional de la localidad coru?esa que le da nombre y por la que transcurre el Camino Portugu¨¦s. Los pementeiros lo cultivan all¨ª y en los alrededores bajo la denominaci¨®n de origen protegida (DOP) de Herb¨®n, la parroquia vecina donde unos monjes que regresaron de Am¨¦rica lo plantaron por primera vez hace cuatro siglos.
?scar Vidal, natural de la localidad y chef del restaurante familiar Asador O Padr¨®n, asegura que esa cremosidad la entrega la semilla y el dulzor lo destilan los az¨²cares de su piel al tostarse. Por eso, para lograr el punto adecuado en su cocinado, conviene dominar la t¨¦cnica con estos consejos del chef:
La receta del pimiento del padron¨¦s ?scar Vidal
Se deben cocinar sin rabo: si se deja, su sabor lo amargar¨¢ al fre¨ªrlo
Conviene arrancar el rabo con una cucharilla de caf¨¦ para no desgarrar la piel
El aceite, muy caliente: ¡°Que chisporrotee cuando caiga el primer pimiento¡±
Sin parar de remover para que se hagan por todas partes
Sacarlos cuando empiezan a tostarse, pero a¨²n siguen verdes
Sal gorda¡ ?Y listos!
El azar aporta a su sabor juego y sorpresa. Por algo se dice que unos pican y otros, non. Circulan mil teor¨ªas sobre c¨®mo reconocer esos peque?os manjares verdes c¨¢usticos, pero solo la experiencia ha permitido a Vidal c¨®mo dar con ellos.
Escucha c¨®mo distinguir los pimientos que pican
En compa?¨ªa del ¡°chacach¨¢¡± del tren
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El primer recuerdo de Tino Lores, pontevedr¨¦s de 72 a?os, sobre esta senda est¨¢ en el agua. En el frescor del orvallo, la ligera llovizna, que impregnaba la hierba y la tierra por las ma?anas; y el sonido de las peque?as cascadas y su agua fr¨ªa y nueva sobre las manos. Entonces, ten¨ªa 15 a?os, era 1965, rememora, y casi todo el camino hab¨ªa que hacerlo por el arc¨¦n de la carretera, durmiendo en tiendas de campa?a. Tres d¨¦cadas m¨¢s tarde, en 1993, realiz¨® la primera peregrinaci¨®n oficial por este Camino junto a un grupo de entusiastas, con los que form¨® la Asociaci¨®n de Amigos y Amigas del Cami?o Portugu¨¦s a Santiago, de la que es presidente.
Lores reconoce cada rinc¨®n de esta ruta tan bien como las sensaciones que le produce: los olores de los peque?os huertos, a manzana y melocot¨®n en oto?o, a naranjas en primavera y a cerezas en verano. Y a pan, cuando se pasa frente a alguno de los hornos; a caldo gallego, un potaje con grelos y berzas, o a pulpo ¨¢ feira, ¡°que vuelve locos a los extranjeros¡±, a?ade. Tambi¨¦n hay un sonido ¨²nico que acompa?a al caminante: el ¡°chacach¨¢¡± del tren, cuyas v¨ªas corren muy cerca, y se embarulla, a tramos, con la algarab¨ªa de los peregrinos cuando la vereda est¨¢ muy concurrida, o reverbera de fondo cuando se anda solo.
Los guardianes centenarios del bosque
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La piedra se cubre de verde cuando el caminante se adentra en los bosques atl¨¢nticos que envuelven el Camino. En ellos, el verdor lo engulle en tupidas b¨®vedas asilvestradas y alfombras de hojarasca y musgo, como las del parque del r¨ªo Barosa, en Barro; las G¨¢ndaras de Budi?o, en Pontevedra, o el parque natural del monte Aloia, en Tui.
Estas catedrales naturales, profundas y misteriosas, se sustentan sobre un amplio inventario de ¨¢rboles, con carballos (robles) y casta?os como pilares fundamentales. Rugosos, talludos y vetustos marcan sobre su corteza otros caminos y paisajes: rutas y cordilleras que la naturaleza ha trazado desde hace d¨¦ca das, incluso siglos, y que al peregrino le recordar¨¢n su propia senda.
Roble
Robusto y majestuoso, el roble es un fiel acompa?ante del peregrino en su andar. Su corteza, gris¨¢cea o blanquecina, se resquebraja y se torna parduzca a medida que envejece.
Casta?o
Galicia es tierra de casta?os y se alza como la primera productora de casta?as del pa¨ªs. Su tronco corpulento se estr¨ªa en sendas oblicuas, como si quisiera girar para mirar a su alrededor.
Alcornoque
Los ¨¢rboles centenarios no son raros por aqu¨ª. En el monte de la Peneda (Redondela), a 90 kil¨®metros de Santiago, se alza un alcornoque de 20 metros de altura, que forma parte del Cat¨¢logo de ¨¢rboles singulares de la Xunta de Galicia.
Un filo plateado que m¨¢s que cortar, une
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El r¨ªo Mi?o es mucho m¨¢s de lo que ense?a. El cauce m¨¢s abundante de la regi¨®n, s¨ªmbolo entre Galicia y Portugal, discurre como un cuchillo brillante y plateado que junta m¨¢s que separa: aunque ejerce de frontera conforma un patrimonio natural com¨²n. Como el Camino Portugu¨¦s, a¨²na las historias de ambos territorios. Marca, adem¨¢s, el principio de esta ruta jacobea en la comunidad gallega. Los que provienen de Portugal han de cruzarlo para continuar su peregrinaje y los que lo inician lo hacen desde su margen en Tui (Pontevedra), un paisaje verde salpicado por los rojizos tejados de la ciudad medieval.
Los ojos del Camino
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No m¨¢s de tres metros separan el caser¨®n de Xai ?scar, en Orbenlle, cerca de O Porri?o (Pontevedra), del Camino Portugu¨¦s. Por eso, desde que tiene uso de raz¨®n, este pintor de 74 a?os observa desde su ventana el tr¨¢nsito de los peregrinos. A veces se mezcla con ellos y les aporta los sabores de la tierra: ¡°Si est¨¢n muy exhaustos, les brindo fruta o una cervecita. Nos sentamos en la plazoleta y chapurreo alg¨²n idioma¡±, confiesa.
Las conversaciones le emocionan e inspiran. Esas sensaciones las ha plasmado en varios lienzos monumentales que ha colocado frente a su casa para admiraci¨®n de los caminantes. ¡°No hab¨ªa mejor enclave; al subir la cuesta, lo primero que ven es la fachada con los cuadros colgando. Me hace feliz que se detengan a observarlos¡±, cuenta. Los peregrinos dedican su atenci¨®n a uno en particular: el hiperrealista homenaje al p¨®rtico de la Gloria, joya rom¨¢nica de la catedral de Santiago de Compostela. Una visi¨®n, a 96 kil¨®metros de la Plaza del Obradoiro, que renueva en el caminante la ilusi¨®n por alcanzar y ver la anhelada meta.
Clica para encontrar las experiencias
- OP Quinta de Couselo
- DOP Santiago Ruiz
- Palacio A Torre du Xudeu
- DOP Se?or¨ªo de Rubi¨®s
- G¨¢ndaras de Budi?o
- Parque Natural del Monte Aloia
- O Porri?o
- Templete de Antonio Palacios
- Miliario romano
- Furancho As Cuncas
- Pozas del r¨ªo Barosa
- DOP Pazo de Rubianes ?
- Asador O Pazo
- Pimientos de Herb¨®n
- Puente medieval de Pontevea