Jim Carrey se r¨ªe de Hollywood (y de paso de s¨ª mismo)
El c¨®mico debuta como escritor en ¡®Recuerdos y desinformaci¨®n¡¯, una autoficci¨®n en la que ironiza sobre los famosos, la industria del cine, los egos y... Morante de la Puebla
¡°Nada de esto es real y todo es verdad¡±.
Como declaraci¨®n de principios, la frase que puede leerse en Recuerdos y desinformaci¨®n suena a m¨¢xima de mago, a sentencia de Orson Welles delante de una c¨¢mara, con una juguetona capa negra acompa?ada de su habitual gesto burl¨®n. Algo de eso hay en el libro de Jim Carrey y Dana Vachon: una delirante autoficci¨®n par¨®dica en la que Carrey deviene en un Carrey trampantojo, en una persona que pueda que sea ¨Co que no¨C, un crudo y triste retrato del Hollywood actual anestesiad...
¡°Nada de esto es real y todo es verdad¡±.
Como declaraci¨®n de principios, la frase que puede leerse en Recuerdos y desinformaci¨®n suena a m¨¢xima de mago, a sentencia de Orson Welles delante de una c¨¢mara, con una juguetona capa negra acompa?ada de su habitual gesto burl¨®n. Algo de eso hay en el libro de Jim Carrey y Dana Vachon: una delirante autoficci¨®n par¨®dica en la que Carrey deviene en un Carrey trampantojo, en una persona que pueda que sea ¨Co que no¨C, un crudo y triste retrato del Hollywood actual anestesiado por Netflix a trav¨¦s de las vicisitudes del c¨®mico y de sus amigos y conocidos con bastantes bases autobiogr¨¢ficas ciertas. S¨ª, Carrey considera que su gran amor en la vida ha sido Ren¨¦e Zellweger, pero la actriz no le abandon¨® para liarse con Morante de la Puebla ni su exnovio sigui¨® las aventuras de la feliz pareja -oreja incluida que le brinda el torero a su amada- a trav¨¦s del peri¨®dico navarro Diario de noticias. Todo en Recuerdos y desinformaci¨®n (en Espa?a la novela la editar¨¢ Temas de Hoy la semana que viene) suena a cre¨ªble, especialmente las reflexiones filos¨®ficas de su protagonista, porque en el juego entre verdad y ficci¨®n gana la bruma... hasta que llega la invasi¨®n extraterrestre: en el mundo escrito por Carrey no hay l¨ªmites.
John Travolta, Gwyneth Paltrow, Goldie Hawn, Anthony Hopkins, Kelsey Grammer, Steven Spielberg, la todopoderosa agencia de representantes Creative Artists Agency (CAA), Disney, Netflix, Variety, el festival de Cannes, The Hollywood Reporter, Linda Ronstadt (con quien el aut¨¦ntico Carrey tuvo un affaire de seis meses cuando ¨¦l era un reci¨¦n llegado al showbusiness), los Globos de Oro, Jack Nicholson, Leonardo DiCaprio, Sean Penn, el esp¨ªritu de Rodney Dangerfield, Tom Hanks... Todos ellos salen en Recuerdos y desinformaci¨®n. Solo un nombre aparece con seud¨®nimo: Tom Cruise, a quien por motivos legales ¨Cen un retru¨¦cano mitad broma mitad serio para subrayar la cultura de la demanda de Hollywood¨C se le nombra como Laser Jack Lighting. Y por encima del resto reinan Nicolas Cage ¨Cuno de los grandes amigos del Carrey real desde que se conocieron en el rodaje de Peggy Sue se cas¨®, y otro int¨¦rprete que ha alcanzado un estatus de animal mitol¨®gico devorado por sus caracterizaciones y que en el libro habla como sus personajes¨C, y el director y guionista Charlie Kaufman, responsable del libreto de una de las mejores pel¨ªculas en las que haya trabajado el actor, ?Olv¨ªdate de m¨ª!, y de cuyo estilo beben claramente la pareja de escritores. ¡°Es una s¨¢tira y una parodia, pero tambi¨¦n est¨¢ hecha con mucha admiraci¨®n. A la mayor¨ªa de las personas que salen en la novela las venero, y aunque no les avis¨¦ ahora les he enviado ejemplares dedicados¡±, contaba el escritor en la promoci¨®n en Estados Unidos del libro el mes pasado.
Todos ellos interact¨²an con un Carrey hastiado de la vida, hundido en su mansi¨®n-fortaleza vigilada por dos rottweilers (los perros se llaman Afecto y cuando el actor llora le lamen las l¨¢grimas de la barba), anestesiado de forma voluntaria con sesiones de Netflix, en las que deja que el algoritmo elija lo que ve, YouTube y cotilleos en TMZ, y con una novia actriz que quiere llegar lejos. La carrera se le ha escapado por un sumidero, pero sigue siendo Jim Carrey, uno de los canadienses m¨¢s famosos de la historia.
En una entrevista en The New York Times, el actor, de 58 a?os, apuntaba: ¡°El Jim Carrey de este libro es en realidad una proyecci¨®n de cualquiera que est¨¦ en mi posici¨®n. El avatar del artista, de la celebridad, de la estrella; un reflejo de ese mundo de excesos, gulas, y vanidades. Y es un escenario muy actual. Sencillamente, el lector no sabr¨¢ cu¨¢l es cu¨¢l. Porque, adem¨¢s, las ficciones de la novela revelan una verdad¡±. El Carrey personaje busca sentido a su existencia y a su obra, a trav¨¦s de la intrincada jungla de egos de Hollywood, se enfrenta a incendios, a un grupo de chicas ecoterroristas e incluso a una invasi¨®n extraterrestre. Debe decidir si protagoniza un biopic de Mao Zedong ¨Cs¨ª, Carrey como Mao¨C para lo que ensaya con el mejor actor que conoce, Anthony Hopkins ¨Cque en la vida real tampoco vive sus mejores momentos¨C o act¨²a en una pel¨ªcula de gran estudio basada en un juguete (algo ya habitual, visto el ¨¦xito de la saga Transformers). Encara un rodaje digital con un t¨ªtulo infame, Hungry Hungry Hipos in Digital 3D, entiende que solo sobrevivir¨¢ si aparece en un taquillazo.
Porque ¨Casegura en el libro, y probablemente as¨ª lo piense en la vida real¨C sus dos mejores interpretaciones las hizo en El show de Truman y en ?Olv¨ªdate de m¨ª!, sin que los Oscar le hiciesen caso, y su esfuerzo en Philip Morris ?Te quiero! fue recompensado con un viaje a los infiernos. En Recuerdos y desinformaci¨®n se incide en que esta comedia rom¨¢ntica sobre un hombre que descubre su homosexualidad tras un accidente de coche, en la que Carrey invirti¨® su dinero y su prestigio, fue demonizada por su secuencia detallada de sexo anal, en la que el protagonista disfrutaba demasiado para un p¨²blico ultrarreligioso: ¡°Un psic¨®logo de la CAA experto en masas ya le advirti¨®: ¡®Am¨¦rica tiene problemas con la sodom¨ªa¡±, escriben Carrey y Vachon. Los grupos radicales cristianos le borraron de sus listas de estrellas preferidas.
En realidad, le borraron de cualquier lista que no fuera la de personajes malditos. ¡°El show de Truman no fue un error¡±, cuenta en The New York Times. ¡°Soy un tipo que un d¨ªa levant¨® la vista y empez¨® a ver toda la maquinaria y las luces que ca¨ªan del cielo. Cada proyecto contiene parte de m¨ª recre¨¢ndome a m¨ª mismo, desgarrando el viejo yo y explorando algo nuevo. Toda mi carrera se basa en pedir un esfuerzo al p¨²blico y ¨¦l me ha permitido este riesgo. En cierto modo, creo que eso esperan de m¨ª, que no caiga en lo convencional¡±. Y los ocho a?os dedicados al libro ¨Cel ¨²ltimo con los dos autores encerrados hasta 12 horas en maratonianas jornadas de tormentas de ideas¨C siguen ese sendero.
Delirios y bastones
En la vida real, Jim Carrey tampoco ha sido un angelito. Y ha atravesado periodos de enajenaci¨®n, como muestra el documental Jim y Andy, que ilustra la brutal transformaci¨®n que Carrey sufri¨® para encarnar a Andy Kaufman en Man on the Moon, de Milos Forman, en 1998. La que hab¨ªa sido novia de Kaufman, Lynne Margulies, y Bob Zmuda, el socio creativo de uno de los c¨®micos m¨¢s queridos de EE UU (Kaufman, protagonista de la serie Taxi, muri¨® en la c¨²spide de su carrera a los 35 a?os en 1984) grabaron m¨¢s de 100 horas de aquella espiral de locura.
Carrey, a?os despu¨¦s, reconoci¨® que se lleg¨® a creer que era Kaufman y su alter ego en el escenario, Tony Clifton. Sobre ese y otros delirios, el actor dice en una entrevista de promoci¨®n de su libro: ¡°Hubo momentos en los que tuve mucho miedo. Veo a John Lennon muerto sobre una camilla en YouTube. Y estoy completamente loco porque me doy cuenta de que grabar¨¢n mi autopsia cuando yo fallezca. Alguien lo ver¨¢ como una novedad. Ese terror de querer dejar un bonito cad¨¢ver me llev¨® durante un tiempo a maquillarme en el ba?o antes de dormir y as¨ª, si mor¨ªa en mitad de la noche, estar¨ªa presentable para el gran p¨²blico¡±.
Tampoco se ha librado de excesos como dedicar parte de su salario en Batman Forever a comprar en una subasta el aut¨¦ntico bast¨®n que usaba Charles Chaplin al transmutarse en Charlot. De esa adquisici¨®n y de las pujas compulsivas de Cage por cualquier objeto friki hay varias bromas en el libro. Y s¨ª, lo del bast¨®n es cierto: lo mostr¨® a mitad de julio en una entrevista online con Howard Stern, donde tambi¨¦n cont¨® que visit¨® a Dangerfield en su lecho de muerte y sobre el miedo que vivi¨® cuando en enero de 2018, estando en Haw¨¢i, ¨¦l y el resto de los habitantes de las islas fueron alertados de que un misil norcoreano les iba a barrer de la faz de la Tierra en 10 minutos por un mensaje que hab¨ªa sido enviado por error.
En la vida de Carrey y en su libro se reproduce fielmente uno de los mandamientos del guionista Charlie Kaufman, que se refleja en Recuerdos y desinformaci¨®n: ¡°Charlie le dijo un d¨ªa que el efecto en el que se basa la ilusi¨®n de la continuidad en el cine, es decir, la r¨¢pida sucesi¨®n de fotogramas, es el mismo truco que nuestra mente usa para crear el devenir del tiempo. Pasado y presente son conceptos inventados, ficciones necesarias¡±. ?Qu¨¦ es verdad? ?Qu¨¦ es mentira? Y qu¨¦ importa.