El marciano que nos observa
De haber alguien por aqu¨ª, no ser¨¢ una entidad biol¨®gica
?D¨®nde est¨¢ todo el mundo?, se preguntaba Enrico Fermi. Dados unos supuestos razonables sobre la evoluci¨®n de la galaxia, de la vida y de la tecnolog¨ªa espacial, los extraterrestres ya deber¨ªan estar aqu¨ª. Entonces ?d¨®nde est¨¢ todo el mundo? Esta pregunta, o paradoja de Fermi, puede considerarse el origen remoto del proyecto SETI para la b¨²squeda de inteligencia extraterrestre, que arranc¨® en ...
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?D¨®nde est¨¢ todo el mundo?, se preguntaba Enrico Fermi. Dados unos supuestos razonables sobre la evoluci¨®n de la galaxia, de la vida y de la tecnolog¨ªa espacial, los extraterrestres ya deber¨ªan estar aqu¨ª. Entonces ?d¨®nde est¨¢ todo el mundo? Esta pregunta, o paradoja de Fermi, puede considerarse el origen remoto del proyecto SETI para la b¨²squeda de inteligencia extraterrestre, que arranc¨® en 1960 y lleva 60 a?os buscando una se?al electromagn¨¦tica llegada de las estrellas que nos revele la existencia de una civilizaci¨®n hermana en las vastas extensiones de la V¨ªa L¨¢ctea a la que pertenecemos. Sin ¨¦xito. Cr¨¦ame, se habr¨ªa enterado.
La pel¨ªcula Contact (1997), de Robert Zemeckis, expone bien la clase de problemas pol¨ªticos y financieros a los que tuvo que enfrentarse el SETI en sus primeras d¨¦cadas, y est¨¢ basada en la novela hom¨®nima de Carl Sagan, un astrof¨ªsico y escritor que conoc¨ªa el proyecto de primera mano, al ser uno de sus pioneros. No la vea: sus amigos cin¨¦filos le retirar¨¢n el saludo.
Tras 60 a?os de b¨²squeda infructuosa, varios cient¨ªficos del sector han empezado a pensar que nos hemos equivocado de punto de vista, como expone en Scientific American el presidente de la fundaci¨®n para invertir en proyectos SETI, John Gertz. Buscar se?ales extraterrestres puede ser una jugada ganadora desde la perspectiva humana, pero no lo es en absoluto desde el punto de vista de ET.
Para que pudi¨¦ramos detectar una se?al de una civilizaci¨®n extraterrestre, los hombrecillos verdes tendr¨ªan que enfocar sus poderosos rayos electromagn¨¦ticos hacia todas las estrellas de su vecindad gal¨¢ctica, que ser¨¢n unos cuantos millones, incluido nuestro Sol, sin parar nunca y durante millones o miles de millones de a?os, adem¨¢s de mantener en funcionamiento un receptor para cada estrella por si hay alguna respuesta. Da pena pensar en los cient¨ªficos verdes, los pobres, cuando le presenten ese proyecto a su igualmente verde vicepresidenta econ¨®mica. Y no hablemos ya del ministro de Defensa, que sufrir¨¢ un amarillo y un fracaso multiorg¨¢nico al o¨ªr que su planeta est¨¢ dici¨¦ndole a media galaxia: ¡®?Estamos aqu¨ª, vengan a conquistarnos!¡¯.
Desde el punto de vista del marciano, el enfoque m¨¢s eficaz ser¨ªa dispersar sondas artificiales (?'verdificiales¡¯?) por su entorno gal¨¢ctico. Tardan m¨¢s, mucho m¨¢s que una se?al electromagn¨¦tica, pero se pueden quedar orbitando las estrellas a las que han llegado durante un tiempo indefinido, sobre todo si han detectado signos de vida multicelular compleja, como sin duda lo har¨ªan en el tercer planeta de nuestro sistema solar. La paradoja de Fermi se disipar¨ªa como humo en un tornado, porque los extraterrestres ya estar¨ªan aqu¨ª desde hace mucho. El ¨²nico problema para los guionistas de Hollywood es que no ser¨ªan hombrecitos verdes ni ning¨²n otro tipo de entidad biol¨®gica, sino inteligencias artificiales con la forma de, no s¨¦, un dodecaedro hiperb¨®lico, un elipsoide de revoluci¨®n o cualquier otra cosa a¨²n menos fotog¨¦nica. Habr¨¢ que exprimirse la cabeza, muchachos.
La esperanza de mantener una conversaci¨®n con los seres biol¨®gicos que construyeron esas m¨¢quinas es cero, redondeando un poco. Para empezar, lo m¨¢s probable es que se hayan extinguido hace millones de a?os e, incluso aunque no fuera as¨ª, estar¨¢n tan lejos que una l¨ªnea de di¨¢logo y su respuesta pueden estar separadas por 500 a?os. Ni Scorsese se atrever¨ªa a tanto.
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