Juan Antonio Madrid: ¡°El capitalismo nos est¨¢ matando de sue?o¡±
El investigador, uno de los mayores expertos del mundo en cronobiolog¨ªa, cree que el sue?o es tan importante como la alimentaci¨®n o el ejercicio f¨ªsico y critica la tendencia ¡°moderna¡± de identificar dormir menos con productividad
Mientras posa para las fotos en el vest¨ªbulo del Hotel Riu Plaza Espa?a de Madrid, al que ha acudido para dar una conferencia en el marco XX Congreso Internacional de Medicina Antienvejecimiento y Est¨¦tica M¨¦dica, el doctor Juan Antonio Madrid (El Ca?ar, Cartagena, 65 a?os) cae en la cuenta de que su presencia en la capital coincide con la fecha en que se hace efectiva su jubilaci¨®n. Por su forma de anunciarlo, casi con la boca peque?a, y por su aspecto f¨ªsico y la energ¨ªa que transmite, no parece que esa efem¨¦ride vital vaya a detener su labor investigadora y divulgadora. El catedr¨¢tico de Fisiolog¨ªa, director del Laboratorio de Cronobiolog¨ªa y Sue?o de la Universidad de Murcia y uno de los mayores expertos del mundo en cronobiolog¨ªa, as¨ª lo confirma. Tiene pensado continuar con sus trabajos de investigaci¨®n (¡°a otro ritmo¡±) y compartiendo sus conocimientos tras m¨¢s de cuatro d¨¦cadas de estudio en la disciplina. Parte de ese conocimiento lo ha reflejado en un libro divulgativo de reciente publicaci¨®n, Cronobiolog¨ªa: una gu¨ªa para descubrir tu reloj biol¨®gico (Plataforma Editorial), en el que reflexiona sobre la importancia de ajustar nuestros relojes internos con los ciclos de la naturaleza, casi un imposible en un mundo dominado por la luz artificial y las pantallas.
Pregunta. En el pr¨®ximo congreso de la Sociedad Espa?ola de Sue?o (SES) va a ofrecer una ponencia sobre el sue?o en la Edad Media. En los ¨²ltimos tiempos se ha puesto muy de moda la idea del sue?o bif¨¢sico.
Respuesta. En el Laboratorio de Cronobiolog¨ªa y Sue?o de la Universidad de Murcia hemos monitorizado a 9.800 pacientes de los que, a trav¨¦s de un reloj, obtenemos datos de su exposici¨®n a la luz, de su actividad y de su sue?o los siete d¨ªas de la semana. Cuando analizamos su sue?o, observamos que entre las 3.00 y las 4.00 hay un importante porcentaje de individuos que se despiertan. Es el momento en el que antes, en la Edad Media, se produc¨ªa un gran despertar. En aquellos tiempos del sue?o bif¨¢sico, las personas se acostaban pronto, m¨¢s o menos una o dos horas despu¨¦s de la puesta del sol, y ten¨ªan un periodo de despertar de entre una o tres horas durante la madrugada que dedicaban a la oraci¨®n, a la lectura, a tener relaciones sexuales o a contarse historias. Luego volv¨ªan a dormir un segundo sue?o. Cuando llegaba la primavera, los dos sue?os empezaban a unirse hasta casi fusionarse en verano, momento en el que aparec¨ªa la siesta. Era un sue?o mucho m¨¢s din¨¢mico que el nuestro y que se modulaba en funci¨®n del cambio estacional.
En nuestras viviendas deber¨ªamos respetar un periodo de ocho o diez horas m¨ªnimo de oscuridad
P. Era entonces un sue?o mucho m¨¢s coordinado con nuestros ritmos biol¨®gicos.
R. Por supuesto. Los horarios de inicio y final de sue?o estaban coordinados sin depender de una hora concreta. La hora solo la segu¨ªan en los monasterios. En el resto de la sociedad se funcionaba con la salida y la puesta de sol. Eso era lo que controlaba su ritmo de trabajo y de descanso.
P. Hablamos de un mundo sin luz artificial y el¨¦ctrica. Usted habla del ¡°lado oscuro de la luz¡±.
R. La luz es un invento maravilloso. No quiero que parezca que estoy en contra de la luz artificial. De lo que estoy en contra es de su mal uso. En nuestras viviendas deber¨ªamos respetar un periodo de ocho o 10 horas m¨ªnimo de oscuridad. O al menos, cuando llegan las dos horas anteriores al sue?o, bajar la intensidad de la luz y cambiarla a una m¨¢s c¨¢lida para respetar la producci¨®n interna de melatonina. Y en las calles tampoco deber¨ªamos dedicarnos a iluminar el espacio p¨²blico de una forma exagerada. En primer lugar, porque es un gasto econ¨®mico. En segundo, porque esa contaminaci¨®n afecta a los relojes cronobiol¨®gicos de especies animales y vegetales de una forma que no podemos ni imaginar. Y en tercer lugar, porque afecta a la salud humana. Ya hay publicados estudios epidemiol¨®gicos que demuestran que, cuanto m¨¢s iluminamos una ciudad, m¨¢s incidencia hay de determinados tipos de c¨¢ncer como el de pr¨®stata, el de mama o el colorrectal.
P. ?Hay estimaciones de cu¨¢ntas horas de sue?o hemos podido perder desde la generalizaci¨®n de la luz artificial?
R. En apenas un siglo y medio hemos perdido entre 60 y 90 minutos de sue?o al d¨ªa. Yo empec¨¦ a estudiar este tema hace 35 a?os, cuando todav¨ªa no ten¨ªamos ordenadores personales, tabletas y smartphones. Conforme se han ido generalizando estas nuevas tecnolog¨ªas, hemos ido viendo c¨®mo se produc¨ªa una ca¨ªda progresiva del tiempo de sue?o. Ahora estamos en tiempos muy bajos. La media general est¨¢ en el l¨ªmite de las siete horas, pero si consideramos solo los d¨ªas laborables estaremos alrededor de las seis horas y media. Vivimos con un d¨¦ficit cr¨®nico de sue?o.
P. ?Somos una sociedad cronodisruptora?
R. S¨ª, el modo de vida de nuestra sociedad fomenta la cronodisrupci¨®n, una alteraci¨®n mantenida en el tiempo de los ritmos biol¨®gicos. El exceso de luz por la noche, los turnos de trabajo, el sedentarismo, el uso de pantallas electr¨®nicas antes de dormir y los horarios de trabajo y de ocio no ayudan precisamente a que mantengamos unos buenos ritmos de sue?o.
En apenas un siglo y medio hemos perdido aproximadamente entre 60 y 90 minutos de sue?o al d¨ªa
P. Los horarios de Espa?a, dice en el libro, tampoco ayudan. Pronto llegar¨¢ un nuevo cambio de hora.
R. No ayudan para nada porque afectan especialmente a lo que nosotros llamamos el tiempo social: cu¨¢ndo entramos y salimos de trabajar, cu¨¢ndo llevamos a los ni?os al colegio y a extraescolares, cu¨¢l es el horario de prime time televisivo, etc¨¦tera. ?Qu¨¦ ocurre en Espa?a? Que como tenemos un horario oficial que en verano difiere en dos horas del horario solar y en una en invierno, vivimos en general con horarios retrasados y nos acostamos muy tarde. Nosotros, los cronobi¨®logos y expertos en sue?o, proponemos suprimir el cambio horario y quedarnos permanentemente con el de invierno. Todav¨ªa ir¨ªamos con una hora de retraso respecto al horario solar, pero tampoco podemos ser talibanes de la cronobiolog¨ªa y pretender irnos al extremo de querer cuadrarnos con el horario solar. Ser¨ªa un salto demasiado grande para una cultura como la nuestra, acostumbrada durante muchos a?os a vivir por la tarde.
P. ?C¨®mo impacta esa desregulaci¨®n entre nuestros ritmos biol¨®gicos y nuestros ritmos vitales en nuestra salud?
R. La cronodisrupci¨®n aumenta la incidencia de muchas patolog¨ªas en personas predispuestas a sufrirlas. Y en personas que ya las tienen, esta desregulaci¨®n acelera y agrava esas enfermedades. Entre otras, la cronodisrupci¨®n se relaciona con una afectaci¨®n del sistema inmunitario y con alteraciones reproductivas, adem¨¢s de con un incremento de los trastornos del sue?o, de los trastornos cognitivos, de los trastornos afectivos, de enfermedad cardiovascular, de algunos tipos de c¨¢ncer, del envejecimiento acelerado, de trastornos como la diabetes, el s¨ªndrome metab¨®lico o la obesidad.
P. Escritores como Cervantes, explica en el libro, supieron ver las bondades de este aparente ¡°tiempo perdido¡± que es el sue?o. Adem¨¢s de todos las dificultades horarias y lum¨ªnicas, ?puede que como sociedad nos pase eso ahora, que tendemos a ver el sue?o como tiempo perdido?
R. Seguro. Y cada d¨¦cada le vamos ara?ando m¨¢s minutos para producir y consumir m¨¢s. ?Hay hasta cursos para ense?ar a dormir menos, ser m¨¢s productivos y sentirse bien! Personalmente, no le veo sentido a esa tendencia moderna de querer dormir menos, porque el sue?o es como un gran taller mec¨¢nico, el lugar donde se reparan todas las c¨¦lulas de nuestro cuerpo. Y en ese taller los mec¨¢nicos necesitan su tiempo. No podemos reparar en cuatro horas lo que hemos desgastado en las otras 20.
No le veo sentido a esa tendencia moderna de querer dormir menos
P. Y, sin embargo, luego vamos siempre con las palabras ¡°cansancio¡± y ¡°agotamiento¡± en la boca.
R. Es que, incluso, en algunos ¨¢mbitos, el hecho de decir que no has dormido casi nada se considera como algo positivo. En cambio, el que duerme las horas necesarias enseguida es se?alado como perezoso. A nivel profesional se valora el estar siempre activo. Es casi una cuesti¨®n de estatus. Tenemos que cambiar esa percepci¨®n. Ahora, por suerte, parece que empieza a haber movimientos que nos est¨¢n alertando de que algo va mal. Por ejemplo, en la gran renuncia que se est¨¢ produciendo en Estados Unidos, es muy probable que la falta de descanso est¨¦ en la base del problema.
P. La evidencia cient¨ªfica ya ha confirmado por activa y por pasiva que el sue?o es un pilar de salud.
R. La gente se queja de dormir mal, pero no lo asocia con la enfermedad. Ese es el error. El sue?o es tan importante como la alimentaci¨®n o el ejercicio f¨ªsico. O quiz¨¢s m¨¢s, porque podemos estar sin comer varios d¨ªas, pero no sin dormir. Pero en esta sociedad competitiva, que lo focaliza todo en producir y consumir, es dif¨ªcil que el sue?o sea considerado un pilar de salud.
P. ?El capitalismo nos est¨¢ quitando el sue?o?
R. El capitalismo nos est¨¢ matando de sue?o. Entre otras cosas (risas).
P. Me acaba de dar el titular.
R. (Risas) Cada uno necesita saber cu¨¢nto tiempo necesita dormir para estar bien. Y no renunciar a ello. El sue?o no puede ser lo ¨²ltimo a lo que dediquemos nuestro tiempo hasta que no hayamos conseguido finalizar todas las dem¨¢s tareas. Todo lo contrario, debe ser algo prioritario en nuestras vidas. Tenemos que marcarnos unas horas y ser disciplinados, ser valientes en ese sentido. Dormir es el acto m¨¢s revolucionario que podemos hacer desde el punto de vista de la salud.
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