C¨®mo el g¨¦nero moldea la salud: ellas viven m¨¢s a?os, pero en peor estado
Los hombres experimentan un mayor grado de p¨¦rdida de salud y tienen una carga m¨¢s alta de enfermedades que abocan a muerte prematura, pero las mujeres sufren m¨¢s patolog¨ªas que merman la calidad de vida
El sexo y el g¨¦nero dan forma a la salud: el hecho de ser hombre o mujer interacciona con otras variables, como la raza, la situaci¨®n socioecon¨®mica, la edad o la orientaci¨®n sexual, y precipita un camino de salud diverso, con un riesgo mayor de unas u otras enfermedades y una esperanza de vida distinta. Una investigaci¨®n estadounidense, publicada este mi¨¦rcoles en The Lancet Public Health, profundiza en estas diferencias y concluye que los hombres experimentan un mayor grado...
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El sexo y el g¨¦nero dan forma a la salud: el hecho de ser hombre o mujer interacciona con otras variables, como la raza, la situaci¨®n socioecon¨®mica, la edad o la orientaci¨®n sexual, y precipita un camino de salud diverso, con un riesgo mayor de unas u otras enfermedades y una esperanza de vida distinta. Una investigaci¨®n estadounidense, publicada este mi¨¦rcoles en The Lancet Public Health, profundiza en estas diferencias y concluye que los hombres experimentan un mayor grado de p¨¦rdida de salud y tienen una carga m¨¢s elevada de enfermedades que abocan a una muerte prematura, como las lesiones por accidentes en carretera o los problemas card¨ªacos. Las mujeres, en cambio, sufren mucho m¨¢s patolog¨ªas que conducen a una mala salud y merman la calidad de vida: el dolor lumbar, depresi¨®n y la ansiedad, por ejemplo, se ceban especialmente con ellas. Los autores de este art¨ªculo alertan de que estas divergencias en resultados en salud entre hombres y mujeres implican ¡°necesidades de salud diversas¡± y enfatizan la ¡°necesidad urgente¡± de pol¨ªticas de salud basadas en la edad y en el sexo.
En el mundo, la esperanza de vida de las mujeres al nacer es de 74 a?os y la de los hombres, 69 ¡ªen concreto, en Espa?a es 86 y 80, respectivamente¡ª. Tanto el sexo, que determina los factores biol¨®gicos asociados a los cromosomas sexuales y a la anatom¨ªa reproductiva, como el g¨¦nero, que apela a un constructo social que se relaciona con los roles y comportamientos socialmente atribuidos a hombres y mujeres y personas de g¨¦nero diverso, moldean la salud y la comunidad cient¨ªfica, m¨¢s all¨¢ de las cifras gruesas de mortalidad, intenta explorar las diferencias en el impacto en salud. ¡°La mayor¨ªa de las enfermedades que afectan desproporcionadamente a mujeres u hombres, como los trastornos depresivos, los trastornos de ansiedad y las lesiones en la carretera, comienzan a diferenciarse en la adolescencia. Las investigaciones existentes sugieren que este per¨ªodo coincide con una edad crucial en la que las normas y actitudes de g¨¦nero se intensifican y la pubertad remodela las autopercepciones¡±, reflexionan los autores.
Los investigadores recurrieron a los datos del Estudio Global de Carga de Enfermedad de 2021 (GBD, por sus siglas en ingl¨¦s), que cuantifica la p¨¦rdida de salud por m¨¢s de 300 enfermedades en unos 200 pa¨ªses de forma peri¨®dica. En este caso concreto, se centraron en una veintena de patolog¨ªas, las 20 que generan m¨¢s p¨¦rdida de salud en individuos mayores de 10 a?os de edad. Por ejemplo, infartos, ictus, c¨¢ncer de pulm¨®n, cirrosis, dolor de espalda, depresi¨®n y ansiedad, tuberculosis, lesiones por accidentes en carretera, alzh¨¦imer, diabetes o VIH, entre otras. Para calibrar el impacto en la salud de estas dolencias, los investigadores emplearon los a?os de vida ajustados por discapacidad (DALY, en ingl¨¦s), un indicador que mide todo ese tiempo de vida sana y plena perdida debido a la enfermedad, la mala salud asociada a ella o la muerte prematura.
¡°Los hallazgos de nuestra investigaci¨®n revelan diferencias sustanciales en la salud global entre mujeres y hombres, con poco progreso para reducir estas diferencias de salud entre 1990 y 2021¡å, sintetizan los autores en el estudio. Las tasas de a?os de vida sana perdidos debido a la enfermedad fueron m¨¢s elevadas en los hombres en 13 de las 20 patolog¨ªas analizadas: la covid, por ejemplo, o la cardiopat¨ªa isqu¨¦mica, afect¨® mucho m¨¢s a ellos que a ellas. Las siete dolencias con tasas de DALY m¨¢s altas en mujeres que en hombres fueron el dolor lumbar, la depresi¨®n, las cefaleas, la ansiedad, los trastornos musculoesquel¨¦ticos, la demencia y el VIH. ¡°Hist¨®ricamente, la atenci¨®n prestada a la salud de las mujeres se ha centrado en gran medida en cuestiones sexuales y reproductivas que, aunque cruciales, no abarcan todo el espectro de problemas de salud que afectan a las mujeres a lo largo de su vida (...). Las enfermedades no transmisibles que afectan con mayor frecuencia a las mujeres siguen sin tener prioridad en la financiaci¨®n de la investigaci¨®n, en la literatura cient¨ªfica y, m¨¢s notablemente, en la planificaci¨®n de los sistemas de salud¡±, exponen los autores. Los cient¨ªficos admiten que el estudio tiene limitaciones, como que las estimaciones y los datos empleados se adhieren a un marco binario (femenino o masculino) y no se puede analizar ni estimar el impacto en salud para grupos con diversidad de g¨¦nero o sexo diverso.
Luisa Sorio Flor, autora del estudio e investigadora del Instituto de Evaluaci¨®n y M¨¦tricas de Salud de la Universidad de Washington (EE UU), enfatiza que ¡°las mujeres y los hombres experimentan la salud y la enfermedad de manera diferente a lo largo de la vida¡±. ¡°Nuestros hallazgos indican que, en general, los hombres experimentan un mayor grado de p¨¦rdida de salud. Observamos que las mujeres sufren de manera desproporcionada afecciones que conducen principalmente a morbilidad que, si bien no son necesariamente fatales, disminuyen significativamente la calidad de vida. Por el contrario, los hombres muestran una mayor carga de enfermedades que con mayor frecuencia resultan en mortalidad prematura. Por lo tanto, nuestro estudio destaca que centrarse ¨²nicamente en la mortalidad o la morbilidad no lograr¨ªa contar la historia completa de las brechas de salud entre mujeres y hombres¡±, reflexiona la investigadora.
El estudio, que analiz¨® datos de 1990 a 2021, no ha encontrado grandes avances para acortar esta brecha en salud entre hombres y mujeres. S¨ª ha habido una disminuci¨®n global de a?os de vida sana perdidos por mala salud o muerte prematura en algunas dolencias, como la enfermedad pulmonar obstructiva cr¨®nica (EPOC), la cardiopat¨ªa isqu¨¦mica, los ictus o la tuberculosis, que suelen afectar m¨¢s a los hombres. Sin embargo, la brecha de salud entre ellos y ellas, dice Sorio Flor, ¡°han persistido y, en algunos casos, se han ampliado en determinadas enfermedades¡±. ¡°La brecha ha aumentado progresivamente en el caso de la diabetes, afectando negativamente m¨¢s a los hombres con el tiempo, y en los trastornos depresivos, la ansiedad y otros trastornos musculoesquel¨¦ticos, que han desfavorecido cada vez m¨¢s a las mujeres¡±.
La influencia de los roles de g¨¦nero
Los autores no entran a analizar los factores que influyen en estas disparidades, pero Sorio Flor asegura que sus hallazgos se alinean con la literatura cient¨ªfica que refleja c¨®mo el sexo y el g¨¦nero impactan en la salud. La evidencia sugiere, por ejemplo, que las diferencias en la prevalencia de trastornos mentales o dolor de espalda, se debe a una combinaci¨®n de factores biol¨®gicos y de g¨¦nero: ¡°Desde una perspectiva biol¨®gica, diferentes respuestas fisiol¨®gicas al dolor en comparaci¨®n con los hombres y factores hormonales se han relacionado con variaciones en los trastornos musculoesquel¨¦ticos y del estado de ¨¢nimo entre las mujeres. Por el lado del g¨¦nero, los factores sociales y culturales desempe?an un papel importante: la carga desproporcionada de las tareas dom¨¦sticas, las responsabilidades de cuidado y las expectativas sociales impuestas a las mujeres pueden contribuir tanto a la tensi¨®n f¨ªsica, que provoca afecciones como dolor de espalda, como al estr¨¦s psicol¨®gico, que exacerba los problemas de salud mental¡±. La investigadora apunta tambi¨¦n al sesgo o los prejuicios de g¨¦nero que puede haber en los entornos sanitarios: ¡°Los estudios han demostrado que las mujeres tienen m¨¢s probabilidades de ser diagnosticadas con trastornos de salud mental, en parte debido a los estereotipos que ven a las mujeres como m¨¢s expresivas emocionalmente o vulnerables. Esto puede llevar a un sesgo de g¨¦nero en las pr¨¢cticas de diagn¨®stico, donde s¨ªntomas similares podr¨ªan interpretarse de manera diferente seg¨²n el g¨¦nero del paciente¡±.
Por otra parte, los roles de g¨¦nero y los comportamientos vinculados a estos pueden influir en los resultados de salud, conviene Sorio Flor. ¡°Espec¨ªficamente, las lesiones en accidentes de tr¨¢nsito sirven como un ejemplo pertinente que ilustra c¨®mo las expectativas sociales y las normas de g¨¦nero pueden impulsar las disparidades en salud. Los hombres suelen participar m¨¢s en comportamientos percibidos como arriesgados o alineados con las nociones tradicionales de masculinidad, como fumar, beber en exceso y conducir agresivamente. Estas actividades no s¨®lo se ven reforzadas culturalmente en muchos contextos, sino que tambi¨¦n est¨¢n vinculadas a tasas m¨¢s altas de accidentes y enfermedades cr¨®nicas. La brecha en la carga de las lesiones por accidentes de tr¨¢nsito, que surge a una edad temprana entre los g¨¦neros, pone de relieve el papel de los comportamientos de riesgo¡±, explica la investigadora.
El estudio destaca que esas diferencias ¡°persistentes¡± que se encuentran en la salud seg¨²n el sexo y el g¨¦nero comienzan ¡°a una edad temprana¡±, en la adolescencia. Los autores consideran que esta ¨¦poca es ¡°una etapa de la vida marcada por cambios puberales y una socializaci¨®n de g¨¦nero intensificada, cuando la identidad, los roles y las normas de g¨¦nero divergen marcadamente y ganan prominencia, lo que subraya la necesidad de respuestas tempranas y espec¨ªficas¡±. En un comentario adjunto a la publicaci¨®n del art¨ªculo, las investigadoras Sarah J. Hawkes, Angela Y. Chang, del Instituto de Salud Global del University College London, lamentan que los datos desglosados por sexo se suelen pasar ¡°por alto o simplemente se ignoran en los procesos de toma de decisiones¡± ¡°No hemos visto el mismo nivel de atenci¨®n prestada a la cuesti¨®n de integrar la sensibilidad de g¨¦nero en las respuestas destinadas a reducir los DALY o alargar la esperanza de vida. Sin embargo, es el g¨¦nero ¨Ces decir, la distribuci¨®n desigual del poder y los privilegios en los sistemas y estructuras que determinan la salud y el bienestar¨C lo que determina una gran parte de las diferencias observadas en la salud y la esperanza de vida entre las personas¡±, alertan.
Jordi Alonso, investigador del Hospital del Mar Research Institute y subdirector cient¨ªfico del Centro de Investigaci¨®n Biom¨¦dica en Red de Epidemiolog¨ªa y Salud P¨²blica, se?ala que esta investigaci¨®n ahonda en lo que ya conoc¨ªan. ¡°Las mujeres viven m¨¢s, pero la esperanza de vida libre de enfermedad es un poco m¨¢s baja. Ya se sabe, pero ayuda a ver el tipo de enfermedades y cuantifica las relaciones entre patolog¨ªas¡±, se?ala el cient¨ªfico, que no ha participado en este estudio. Alonso coincide con los autores en que estos hallazgos muestran la necesidad de ¡°dar salida a estos problemas y afrontarlos¡±. ¡°Nos identifica y cuantifica mejor la situaci¨®n y deja claro que hay que profundizar en el conocimiento de posibles causas e intervenciones. Adem¨¢s, pone el foco en los problemas de salud m¨¢s discapacitantes y que est¨¢n inadecuadamente atendidos¡±, valora.
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