Blanca Coll-Vinent, m¨¦dica: ¡°Las mujeres tienen s¨ªntomas poco estudiados y como no nos cuadran, los ignoramos¡±
La especialista del Hospital Cl¨ªnic de Barcelona dirige ¡®Ets una exagerada¡¯, un libro coral que desgrana los sesgos que provoca en la salud la mirada androc¨¦ntrica de la medicina
Si una mujer sufre un paro card¨ªaco en la calle, tiene menos probabilidad de ser reanimada que si el que se desploma por un infarto es un hombre. Los motivos, cuenta la m¨¦dica Blanca Coll-Vinent (Barcelona, 59 a?os), son variados: ¡°Por miedo a hacer da?o, porque no pensaban que las mujeres realmente pod¨ªan tener alguna cosa grave o por miedo a que les acusaran de abuso sexual porque les vas a tocar los pechos¡±. Estos son los argumentos que plasma una encuesta publicada en la revista cient¨ªfica Circulation y que recupera tambi¨¦n el libro Ets una exagerada. Biaix de g¨¨nere i sexe en salut (Raig Verd, 2024) para cristalizar el sesgo de g¨¦nero y sexo que arrastra la medicina.
Coll-Vinent, que es coordinadora de la Comisi¨®n Cl¨ªnica de Sexo y G¨¦nero en Salud del Hospital Cl¨ªnic de Barcelona, dirige, junto a la periodista Isabel Montan¨¦, este libro coral que describe la falta de perspectiva de g¨¦nero en el abordaje de diversas enfermedades. A trav¨¦s del relato de m¨¦dicos especializados en diversos campos y pacientes que han vivido en sus carnes los efectos de una medicina androc¨¦ntrica, Ets una exagerada transita por 13 enfermedades que se diagnostican y tratan ¡°a partir de un modelo de hombre universal¡±, asumiendo que el g¨¦nero y el sexo no cambia nada cuando, en realidad, lo cambia todo.
Pregunta. Dicen en el libro que la medicina siempre ha tenido una mirada androc¨¦ntrica. ?La sigue teniendo?
Respuesta. Ha cambiado, pero todav¨ªa falta much¨ªsimo. Todav¨ªa sigue siendo una mirada fundamentalmente androc¨¦ntrica y, sobre todo, ¨²nica. Es decir, es un modelo ¨²nico que habitualmente es masculino y no se diversifica, no se separa, no tiene en cuenta las peculiaridades de cada persona y, especialmente, del sexo y el g¨¦nero, que son dos caracter¨ªsticas important¨ªsimas.
P. ?Qu¨¦ implicaciones tiene eso en la pr¨¢ctica cl¨ªnica?
R. Puede haber diferencias de presentaci¨®n cl¨ªnica, de la manera en que se manifiestan los s¨ªntomas de enfermedades. El ejemplo m¨¢s conocido es el de la isquemia coronaria, el del infarto, que puede no ser un dolor tor¨¢cico opresivo que va al cuello, sino que puede ir acompa?ado de cansancio, de ahogo, de malestar¡ Las mujeres no lo identifican como un infarto y pueden llegar m¨¢s tarde; y nosotros, el personal sanitario, podemos no identificarlo de entrada y retrasar el diagn¨®stico.
Tambi¨¦n puede ocurrir que el mecanismo de acci¨®n de las enfermedades sea distinto y la respuesta al tratamiento tambi¨¦n. Por ejemplo, en el c¨¢ncer, la inmunoterapia del c¨¢ncer no tienen el mismo efecto en las mujeres y los hombres. Y esto es important¨ªsimo porque les va la vida a las pacientes afectadas.
P. En el libro inciden en que ¡°estos sesgos de g¨¦nero y sexo provocan discriminaciones, desigualdades y consecuencias nocivas¡±. ?Cu¨¢l es el caso m¨¢s flagrante?
R. El ejemplo que m¨¢s me inquieta es el de las dosis de los medicamentos. Se ajustan por edad, por peso, por si hay un defecto en los ri?ones o no... Pero no se ajusta por sexo y mucho menos por g¨¦nero. Se sabe que las mujeres respondemos de manera distinta porque eliminamos los f¨¢rmacos de manera m¨¢s lenta. Hay muchos factores que hacen que acumulemos m¨¢s f¨¢rmaco y eliminemos menos, con lo cual necesitamos menos dosis porque si no, hay riesgo de intoxicaci¨®n. Y luego tambi¨¦n es importante ver que algunos f¨¢rmacos son efectivos en hombres y poco en mujeres o al rev¨¦s.
En medicina sigue habiendo una mirada androc¨¦ntrica¡±
P. ?Qu¨¦ es lo que no han mirado bien a las mujeres?
R. No es que no lo hagamos bien. Hacemos lo que sabemos, hacemos lo que los protocolos dicen que tenemos que hacer. Entonces, exactamente, como no se ha estudiado, no te puedo decir lo que no hacemos y, a lo mejor, tendr¨ªa que hacerse. Tenemos que estudiar mucho m¨¢s para ver qu¨¦ se tiene que hacer a las mujeres que no se le haga los hombres o al rev¨¦s. Es muy importante escuchar o preguntar cu¨¢les son las necesidades de las personas que tenemos delante, porque igual las necesidades y las preocupaciones de salud de las mujeres no son las mismas que las de los hombres.
P. ?En la consulta se escucha menos a las mujeres? ?Se toman menos en serio sus palabras?
R. Aqu¨ª hay un problema tambi¨¦n de tiempo y de recursos: una consulta con el m¨¦dico de familia son ocho minutos, seis o 15 y no hay tiempo a escuchar muchas cosas. Creo que hay poca escucha a las mujeres y en general. Y las mujeres son el grupo m¨¢s perjudicado porque tienen s¨ªntomas poco estudiados y como no nos cuadran, pues ya directamente los ignoramos, los atribuimos ansiedad o los clasificamos mal. Pero creo que, en general, la falta de tiempo y de recursos va a perjudicar a todo el mundo. Pero insisto: el problema principal es el hecho de meter a todo el mundo en el mismo saco.
P. En las enfermedades coronarias, el libro desgrana que hay un retraso diagn¨®stico de 20 minutos en las mujeres con respecto a los hombres. Ellas tardan m¨¢s en consultar, pero una vez que llegan al hospital, ?qu¨¦ sucede?
R. Una vez las vemos, si no explican unos s¨ªntomas que nosotros tenemos clasificados como isquemia coronaria, se nos puede escapar. Y, a veces, s¨ª que suelen consultar por dolor, pero este dolor no tiene las mismas caracter¨ªsticas que el dolor que suelen tener los hombres, porque pueden no ser un dolor opresivo que va al cuello, sino que a veces es una molestia, o lo tienen la espalda, o a veces aumenta al respirar. Puede ser distinto de lo que los libros ponen que tendr¨ªa que ser para ser t¨ªpico y, adem¨¢s, muchas veces va acompa?ado de otros s¨ªntomas y estos nos hacen perder un poco el diagn¨®stico.
P. ?Por ejemplo?
R. Ahogo, cansancio, malestar. Por ejemplo, pueden venir porque se ha descompensado la diabetes. El ahogo puede ser consecuencia de llegar tarde, de que el coraz¨®n falla un poco ya y hace insuficiencia card¨ªaca. El hecho de que el dolor no sea el t¨ªpico que decimos para hombres y que adem¨¢s vaya acompa?ado de otros s¨ªntomas, hace que no pensemos directamente en esto. E insisto en lo de t¨ªpico porque se considera t¨ªpico el dolor que explican los hombres y at¨ªpico todos los dem¨¢s cuando las mujeres son el 50% de la poblaci¨®n. Ya solo esa terminolog¨ªa tendr¨ªa que erradicarse.
P. Hace unos meses, un art¨ªculo en The Lancet advert¨ªa del riesgo de una ¡°excesiva medicalizaci¨®n¡± de procesos naturales, como la menopausia. Pero tambi¨¦n hubo quejas ante quien apelaba solo al abanico para paliar los s¨ªntomas. ?C¨®mo se encuentra un equilibrio?
R. Los procesos naturales son normales, pero los s¨ªntomas no lo son. No tenemos que normalizar pasarlo mal. Igual es frecuente, pasa muchas veces, pero no tendr¨ªa que ser normal tener dolor o tener los s¨ªntomas vasomotores inaguantables o que un dolor menstrual sea incompatible con tu trabajo. A veces, menospreciamos s¨ªntomas de un proceso natural o por ser frecuentes, como si no tuvi¨¦ramos que darles ninguna importancia. Los procesos femeninos que sean frecuentes no significa ser normales, especialmente si dan s¨ªntomas o alteran la calidad de vida.