70 a?os bajo los efectos de ¡®Lucy in the Sky with Diamonds¡¯
Siete d¨¦cadas despu¨¦s del nacimiento del LSD, recordamos el viaje lis¨¦rgico de la cultura pop a trav¨¦s de la m¨²sica, el cine, la literatura e incluso la moda.
"Hay experiencias de las que la mayor¨ªa de nosotros no se atreven a hablar porque no se ajustan a la realidad cotidiana y desaf¨ªan toda explicaci¨®n racional. Pueden ser tan ligeras y fugaces como un soplo de aire, y son ellas las que dieron forma a las l¨ªneas principales de mi visi¨®n del mundo y me convencieron de la existencia de una realidad milagrosa, impactante, insondable, que estaba oculta". As¨ª se expresaba Albert Hofmann en el libro LSD: Mi hijo problem¨¢tico. Suyo es el ¨¦xito ?hay quienes prefieren emplear otro sustantivo??de haber dado vida a una de las dro...
"Hay experiencias de las que la mayor¨ªa de nosotros no se atreven a hablar porque no se ajustan a la realidad cotidiana y desaf¨ªan toda explicaci¨®n racional. Pueden ser tan ligeras y fugaces como un soplo de aire, y son ellas las que dieron forma a las l¨ªneas principales de mi visi¨®n del mundo y me convencieron de la existencia de una realidad milagrosa, impactante, insondable, que estaba oculta". As¨ª se expresaba Albert Hofmann en el libro LSD: Mi hijo problem¨¢tico. Suyo es el ¨¦xito ?hay quienes prefieren emplear otro sustantivo??de haber dado vida a una de las drogas psicod¨¦licas m¨¢s famosas del siglo XX. Descubierta por casualidad en su laboratorio en 1943, el qu¨ªmico suizo abri¨® las puertas de una realidad paralela en la que cabr¨ªan The Beatles, Woodstock, la CIA, Steve Jobs y hasta Giorgio Armani.
"Lo ¨²ltimo que esperaba es que esta sustancia se pudiera emplear como una droga estimulante", aseguraba Hofmann en la misma obra. Tampoco Alfred Nobel imaginaba que la dinamita servir¨ªa para lo que ha servido, pero lo cierto es que el ¨¢cido lis¨¦rgico ya es parte irrenunciable de la historia del siglo pasado y responsable de la metaliteratura que define un parte sustancial de los ismos m¨¢s rebeldes que alteraron los sentidos de la m¨²sica, el cine y otras artes. Tanto es as¨ª que incluso la CIA lo emple¨® como herramienta para experimentar con las conductas humanas, seg¨²n material desclasificado en 2012. En plena Guerra Fr¨ªa y ante el temor de que los sovi¨¦ticos se valieran del LSD para controlar voluntades, los asistentes al festival de Woodstock fueron las inopinadas v¨ªctimas de una operaci¨®n aprobada por la agencia de inteligencia.
A pesar de su ilegalizaci¨®n en 1962, nadie pudo frenar su r¨¢pida expansi¨®n entre la juventud estadounidense. Concebida originalmente para uso cl¨ªnico en trastornos psiqui¨¢tricos, desde el barrio de Haight-Ashbury de San Francisco los hippies lo adoptaron como una de las se?as de identidad de su movimiento. En la d¨¦cada de los 60 las dosis de LSD fueron protagonistas de numerosas canciones y pel¨ªculas. Muchos vieron en el t¨ªtulo y la letra de la canci¨®n Lucy in the sky with diamonds de The Beatles una referencia velada al ¨¢cido??un extremo desmentido por el propio John Lennon?, as¨ª como en las animaciones de la pel¨ªcula Yellow Submarine. Desde entonces, en el argot callejero la droga es conocida como Lucy. Stanley Kubrick hizo un gui?o al LSD en el final de 2001: Una odisea del espacio, y Cary Grant aseguraba que tomarlo le hac¨ªa "libre" porque pod¨ªa ver todas sus "culpas, miedos, represiones e inseguridades". Los escritores Philip K. Dick y el beatnik Allen Ginsberg escribieron sobre el ¨¢cido en tono laudatorio, y en Espa?a algunos disc¨ªpulos del doctor L¨®pez Ibor lo aplicaron en sus consultas.
Setenta a?os despu¨¦s de su descubrimiento todav¨ªa hoy se habla del LSD. En un cap¨ªtulo de la serie Mad Men, uno de los personajes acude a una reuni¨®n en una casa particular donde los asistentes lo prueban y acaban con alucinaciones. En la moda, en junio de este a?o Giorgio Armani relataba en una entrevista al Telegraph de Londres su experiencia con el ¨¢cido: "Fue hace tiempo, un d¨ªa que acabamos exhaustos en la oficina, cuando el amigo de un amigo me dijo que probara algo que me iba a dar mucha energ¨ªa". El avispado viejito, seg¨²n el apelativo que usa Diego Della Valle, "no sab¨ªa qu¨¦ era aquello", pero despu¨¦s de tomarlo empez¨® "a re¨ªr y re¨ªr como un loco".
En 2005, otro l¨ªder de opini¨®n se un¨ªa a las voces favorables sobre el ¨¢cido lis¨¦rgico. Steve Jobs, fundador de Apple y gur¨² de la modernidad, confesaba al periodista John Markoff que tomar LSD hab¨ªa sido "una de las dos o tres cosas m¨¢s importantes" que hab¨ªa hecho en su vida. En respuesta a semejante revelaci¨®n, Albert Hofmann le pidi¨® a trav¨¦s de una carta p¨²blica que "estar¨ªa muy interesado en aprender m¨¢s sobre c¨®mo?le hab¨ªa sido ¨²til". Y a?ad¨ªa:?"Te estoy escribiendo ahora, poco despu¨¦s de mi 101 cumplea?os, para pedirte apoyo en el estudio propuesto por el psiquiatra suizo Peter Gasser sobre c¨®mo puede ayudar a pacientes con ansiedad".
A pesar de los incansables intentos de Hofmann por resaltar los puntos positivos de su estigmatizado hallazgo, tanto la legislaci¨®n internacional como la percepci¨®n social del LSD est¨¢n lejos del sue?o de su descubridor. El C¨®digo Penal espa?ol lo incluye entre las drogas que "causan un grave da?o a la salud". Por tal motivo, la pena m¨ªnima para quienes lo elaboren, trafiquen o faciliten su uso es de tres a nueve a?os de c¨¢rcel, m¨¢s la multa correspondiente. A fin de cuentas, no es posible confirmar la existencia de un cielo de diamantes: lo que s¨ª hay son miles de testimonios sobre viajes sin retorno. Y qui¨¦n sabe si Lucy volvi¨® alguna vez.