77 a?os criando corgis: por qu¨¦ Isabel II y los amantes de los perros se apoyan en ellos para superar el duelo
Hablamos con expertos sobre c¨®mo apoyarse en el amor a un perro puede ser muy beneficioso para pasar una ¨¦poca de duelo.
Que Isabel II es una amante de los perros no es algo que sorprenda a nadie m¨ªnimamente familiarizado con la realeza brit¨¢nica. Sin embargo, lo que no sabe todo el mundo es que la reina lleva 77 a?os compartiendo su vida con una misma generaci¨®n de corgis, la raza originaria de Gales a la que pertenecen los 30 perros que la acompa?an desde la Segunda Guerra Mundial y que, ahora, la ayudan a superar la p¨¦rdida de su marido.
La relaci¨®n de la reina con estos animales es tan antigua que ...
Que Isabel II es una amante de los perros no es algo que sorprenda a nadie m¨ªnimamente familiarizado con la realeza brit¨¢nica. Sin embargo, lo que no sabe todo el mundo es que la reina lleva 77 a?os compartiendo su vida con una misma generaci¨®n de corgis, la raza originaria de Gales a la que pertenecen los 30 perros que la acompa?an desde la Segunda Guerra Mundial y que, ahora, la ayudan a superar la p¨¦rdida de su marido.
La relaci¨®n de la reina con estos animales es tan antigua que Susan, su primera perra, lleg¨® a su vida antes de que se casara con el pr¨ªncipe Felipe en 1947. Y es que, a pesar de que la reina manifest¨® en 2015 su rechazo a criar m¨¢s perros por temor a morirse antes y dejarlos solos, hace poco m¨¢s de un mes, mientras el duque de Edimburgo estaba hospitalizado, su hijo el pr¨ªncipe Andr¨¦s le regal¨® dos nuevos corgis. Actualmente, los cachorros Fergus y Muick conviven con ella y su perro m¨¢s longevo, Candy, en el palacio de Windsor.
El entorno natural alejado de Londres y los espacios al aire libre son algunos de los factores que han inclinado la balanza a favor de que la reina se quede permanente en Windsor, lugar donde reside desde que estall¨® la pandemia y se aisl¨® all¨ª con su marido. De hecho, una de las primeras cosas que hizo despu¨¦s de conocer el fallecimiento del pr¨ªncipe Felipe fue salir a pasear con sus mascotas. Si antes de enviudar los perros ya la manten¨ªan activa en el d¨ªa a d¨ªa, ahora representan esa muleta emocional que una mujer de 95 a?os y acostumbrada a convivir durante m¨¢s de siete d¨¦cadas con su marido, necesita para salir a flote.
¡°Los perros pueden notar las emociones que nosotros sentimos porque ellos se manejan muy bien con la parte emocional del cerebro. Digamos que su parte racional est¨¢ mucho menos evolucionada que la nuestra, pero dado que su lado emocional es muy similar al humano tienen la capacidad de percibir c¨®mo nos sentimos. Por ejemplo, no es extra?o ver que, cuando una persona en terapia rompe a llorar, la perra con la que habitualmente trabajo tiende a acercarse y apoyar la cabeza en la pierna de esa persona. Es como si, de alguna forma, entendiese la emoci¨®n que est¨¢ sintiendo el paciente y desde ah¨ª decidiese brindarle su apoyo¡±, explica Ver¨®nica Soler, psic¨®loga especializada en terapia asistida con perros.
Un estudio elaborado por la Universidad japonesa de Azabu afirm¨® tras varias investigaciones que los perros hab¨ªan desarrollado habilidades cognitivas sociales que les permit¨ªan estrechar su relaci¨®n con los seres humanos. Como consecuencia del proceso de domesticaci¨®n llevado a cabo durante siglos, a d¨ªa de hoy, los perros establecen v¨ªnculos emocionales y relaciones de apego con sus due?os, lo que hace que sean capaces de diferenciarles del resto de seres humanos y, por ende, variar su comportamiento respecto a ellos. Del mismo modo y tras analizar la orina de las personas que participaron en el estudio, se evidenci¨® c¨®mo sus niveles de oxitocina (hormona de la felicidad) se disparaban cuando sus perros simplemente les miraban a los ojos.
Con este marco te¨®rico como referencia, no es de extra?ar que los perros sean ¨²tiles a la hora de superar procesos traum¨¢ticos, trastornos como la depresi¨®n o, en general, cualquier tipo de duelo. En esta l¨ªnea, Sara (M¨¢laga, 37 a?os) reconoce que no se imagina c¨®mo hubiese vivido el duelo de una relaci¨®n de 11 a?os sin su perra: ¡°Despu¨¦s de haber crecido con aquella persona, cuando lo dejamos y me vi sola con mi perra, sent¨ªa que no ten¨ªa donde agarrarme, que no hab¨ªa nada estable en mi vida. Necesitaba un ancla y, de repente, me di cuenta de que ese ancla era la perra, porque ten¨ªamos un v¨ªnculo y tener que estar disponible para ella, sacarla y cuidarla lo reforzaba. Me di cuenta que haber roto con mi pareja no significaba que yo no tuviese otros v¨ªnculos importantes en mi vida y fue mi perra quien se encarg¨® de record¨¢rmelo. Para ella yo era importante. Alguien a quien mirar y darle la patita¡±, expone Sara.
¡°Cuando me encontr¨¦ a mi perro abandonado en la calle, yo no contemplaba en absoluto adoptarle. Acababa de salir de una relaci¨®n de maltrato y viv¨ªa en la precariedad. Sin embargo, nos quisimos mutuamente nada m¨¢s vernos; yo me qued¨¦ fascinada con su car¨¢cter y su necesidad instant¨¢nea de m¨ª. En aquel momento para m¨ª era muy dif¨ªcil confiar, incluso dormir en la misma cama con alguien. Ten¨ªa muchas pesadillas y un trastorno de estr¨¦s postraum¨¢tico que me hac¨ªa pasar ratos espantosos. Y aunque intentaba seguir adelante, lo cierto es que no ten¨ªa fuerzas. Recuerdo cruzar muchas veces con el sem¨¢foro en rojo o entregarme a peligros sin pensarlo, simplemente porque me daba un poco igual lo que me pasara. Cuando le encontr¨¦, todo cambi¨®. Recuerdo la primera vez que me obligu¨¦ a no cruzar con el sem¨¢foro en rojo porque en mi casa me esperaba mi perro¡±, relata Bibiana, de 42 a?os y natural de Zaragoza.
As¨ª, de la misma forma que los corgis de la reina Isabel II son esa muleta emocional que hoy necesita la monarca para mirar de nuevo hacia delante, los perros de Sara y Bibiana tambi¨¦n han sido clave en sus vidas a pesar de las diferencias que hay entre sus historias personales: ¡°El apoyo emocional y la compa?¨ªa que ofrecen los perros es sanador en s¨ª mismo para la persona que pueda encontrarse en un proceso de duelo o en un momento especialmente dif¨ªcil. Un perro no puede hablar con nosotros a trav¨¦s de las palabras o darnos un consejo, pero su compa?¨ªa, cari?o, fidelidad o apoyo son variables muy necesarias e importantes para el ser humano en momentos complicados. Muchas veces no necesitamos las palabras de los dem¨¢s, si no un abrazo o la sensaci¨®n de saber que el otro est¨¢ ah¨ª y esto es lo que los perros ofrecen. Son grandes expertos en detectar nuestros estados emocionales¡± a?ade la psic¨®loga del centro Cepsim Ligia G.Asensi.
Una investigaci¨®n realizada por la Universidad de Washington, tras observar a 249 participantes, concluy¨® que pasar 10 minutos al d¨ªa interactuando con un perro (jugando con ¨¦l, acarici¨¢ndole, etc) reduc¨ªa los niveles del las hormonas asociadas al estr¨¦s y, por ende, mejoraba parcialmente la calidad de vida de estas personas. Precisamente por esta raz¨®n y a sabiendas del rol terap¨¦utico que tienen los canes, Ver¨®nica Soler coordina tambi¨¦n un programa de gesti¨®n emocional para una asociaci¨®n especializada en duelo. Este programa se desarrolla en varios colegios de Albacete con el objetivo de que los ni?os entiendan cu¨¢les son las emociones que se producen despu¨¦s de la p¨¦rdida de un ser querido.
¡°A este tipo de programas acudimos siempre con nuestra perra de terapia, Arya. ?Cu¨¢l es la funci¨®n del animal en este caso? B¨¢sicamente ayudar a los ni?os a entender las emociones presentes durante el duelo. Al ver las emociones en la perra, les cuesta menos generalizarlas y les resulta m¨¢s f¨¢cil expresarlas. Si ellos ven que la perra est¨¢ triste y que no hay nada malo en ello, comprenden que ellos tambi¨¦n pueden estar tristes. Si la ven enfadada, entienden que ellos tambi¨¦n pueden hacerlo. Y, as¨ª, vamos poco a poco trabajando la gesti¨®n de las emociones a trav¨¦s de la perra¡±, expone la psic¨®loga del Centro Kibel.
En l¨ªnea con los conceptos y las emociones que trabaja Ver¨®nica Soler en la terapia asistida con perros, Lidia G. Asensi explica por qu¨¦ el proceso de duelo var¨ªa tanto en funci¨®n de la persona. Es decir, por qu¨¦ hay quienes pasan por unas etapas m¨¢s r¨¢pido que otras: ¡°El cerebro humano no est¨¢ preparado para la p¨¦rdida y por eso necesitamos un tiempo para asimilar la ausencia de ese ser querido. El objetivo final de un proceso de duelo es aceptar lo sucedido y entender que esa persona ya no est¨¢ con nosotros. Este proceso consta de cinco etapas (negaci¨®n, ira, negociaci¨®n, depresi¨®n y aceptaci¨®n), pero hay que tener en cuenta que no se trata de un proceso lineal y secuencial en el que estamos primero en una fase, despu¨¦s en otra y as¨ª sucesivamente. Se puede estar en fase de ira, pasar a la fase de depresi¨®n y regresar a la fase de ira de nuevo¡±.
Adem¨¢s de ofrecernos compa?¨ªa y empatizar con el mal momento que estamos pasando, en casos como el de Bibiana, la adopci¨®n de su perro supuso un paso m¨¢s all¨¢ en su tratamiento para el estr¨¦s postraum¨¢tico. La similitud que hab¨ªa entre sus historias vitales hizo que ella adem¨¢s de sentirse acompa?ada, se sintiera protegida y comprendida: ¡°Mi perro maltrecho era de alguna forma el s¨ªmbolo visual de c¨®mo me sent¨ªa yo realmente. Hab¨ªa y hay una especie de identificaci¨®n inevitable, como si los dos fu¨¦semos el mismo ser que ha vivido cosas parecidas, que a¨²n reacciona con temblores y par¨¢lisis a cosas (yo, a cualquier menci¨®n de alguien a mi expareja y mi perro a los palos de escoba, a los paraguas y tambi¨¦n a los gritos)¡±, comparte y a?ade una an¨¦cdota que para ella es especialmente representativa para entender el rol de su perro: ¡°Un d¨ªa un amigo, haciendo una co?a, grit¨® como si estuviese enfadado conmigo y mi perro casi se abalanza sobre ¨¦l. Los dos tenemos un instinto de protecci¨®n mutua. Luego, en su comportamiento habitual, mi perro, igual que yo, no parece nada traumatizado: es alegre, adora socializar, le encantan las fiestas y saludar a la gente que quiere. Que sea as¨ª, que le guste la jarana, tambi¨¦n ha facilitado que yo no me haya aislado, que haya continuado mi vida a pesar de todo¡±.
Adem¨¢s de sentirse acompa?ada y querida tambi¨¦n por su perra, Sara reconoce lo mucho que ¨¦sta le ayud¨® a mantener una rutina durante su divorcio: ¡°Sin mi perra creo que hubiese sufrido much¨ªsimo m¨¢s. De hecho, de no haberla tenido, probablemente hubiese adoptado una. Sin ella s¨¦ que me hubiese costado mucho m¨¢s salir de casa o mantener unos h¨¢bitos diarios. Adem¨¢s, al ser yo una persona emocionalmente dependiente, ella me ayudaba a sentirme importante en el v¨ªnculo que manten¨ªamos¡±, explica.
¡°En este tipo de situaciones un perro puede ayudar a mejorar nuestro estado de ¨¢nimo, ya que nos permite cumplir con sus propias necesidades, lo que nos obliga a tener que vestirnos, salir a la calle y caminar, algo muy beneficioso en momentos tan dif¨ªciles¡±, reafirma Lidia G. Asensi.
As¨ª, del mismo modo que la reina Isabel II se mantiene activa y mentalmente distra¨ªda en su proceso de duelo gracias a los paseos que da con sus tres perros, Bibiana y Sara aprendieron a retomar el ritmo de sus nuevas vidas acompa?adas tambi¨¦n de los suyos.