As¨ª fue la fiesta m¨¢s escandalosa de Jean Paul Gaultier en Par¨ªs
Travest¨ªs reci¨¦n aterrizados de la corte de Luis XVI, imponentes camareras con cofia y una cohorte de ¡®influencers¡¯ y modelos no quisieron perderse la presentaci¨®n del perfume Scandal. S Moda estuvo all¨ª.
?Qu¨¦ es escandaloso? ?Nada lo es ya? ?U hoy lo es todo? La embajada de Ruman¨ªa de Par¨ªs sirvi¨® el pasado 15 de junio de laboratorio sociol¨®gico para contestar a esa pregunta. Un edificio que en el siglo XIX estuvo habitado por una condesa con gustos algo concupiscentes. ¡°Y extravagantes. Sol¨ªa recibir a las visitas con una peluca verde y tumbada sobre una alfombra de tigre. Celebraba conciertos y espect¨¢culos de teatro y un pasillo conectaba el backstage de los artistas con su dormitorio¡ Por eso, hemos ...
?Qu¨¦ es escandaloso? ?Nada lo es ya? ?U hoy lo es todo? La embajada de Ruman¨ªa de Par¨ªs sirvi¨® el pasado 15 de junio de laboratorio sociol¨®gico para contestar a esa pregunta. Un edificio que en el siglo XIX estuvo habitado por una condesa con gustos algo concupiscentes. ¡°Y extravagantes. Sol¨ªa recibir a las visitas con una peluca verde y tumbada sobre una alfombra de tigre. Celebraba conciertos y espect¨¢culos de teatro y un pasillo conectaba el backstage de los artistas con su dormitorio¡ Por eso, hemos organizado la fiesta aqu¨ª¡ encaja en el universo de Scandal (esc¨¢ndalo en ingl¨¦s, y el nombre de la nueva fragancia)¡±, nos contaba Thomas James, manager general de Jean Paul Gaultier, sobre el lugar escogido para presentar el perfume de la firma (a la venta en septiembre).
Suelos de m¨¢rmol blanco y rojo; escaleras con pasamanos rematados en oro, pasillos abovedados con columnas d¨®ricas, l¨¢mparas de ara?a de cristal; pianos de cola y violines; paredes de espejos que trepan hasta el techo; un exceso arquitect¨®nico colmado de tropezones barrocos donde los 250 asistentes ¨Cla mayor¨ªa prensa e influencers¨C prorrumpieron varios Ohs al entrar. La invitaci¨®n los convocaba a las 19.00 pero muchos llegaron tarde, como reza el protocolo, sobre las 20.30 o las 21.00 a una recepci¨®n con pase privado incluido. Un despacho de suelos de madera, una mesa con un ordenador Commodore, varios peri¨®dicos, un libro de Sade y unas cajoneras con lencer¨ªa y fustas sirvi¨® de happening para la presentaci¨®n del nuevo aroma, un Chipre goloso y de su campa?a rodada en el Ministerio de Trabajo, una r¨¦plica del Eliseo. Aunque no duraba m¨¢s de 5 minutos, la estad¨ªa en la sala terminaba (casi siempre) alarg¨¢ndose. Dif¨ªcil resistir la tentaci¨®n de fotografiarse en la silla ochentera de cuero, con un abrigo de pieles o en unas escaleras que trepaban hasta otro piso.
¡°Detr¨¢s del perfume, est¨¢ la historia de Madame La Ministre (Se?ora Ministra, en franc¨¦s), una mujer con una doble vida, una oficial y otra m¨¢s escandalosa¡±, nos cuenta James. Imposible no acordarse de la pol¨ªtica francesa, con buena parte de los candidatos a las ¨²ltimas elecciones supuestamente enfangados en casos de corrupci¨®n. ¡°El anuncio y esta fiesta tienen una cariz pol¨ªtico, porque la definici¨®n de escandaloso cambia, no significa lo mismo para m¨ª que para ti, pero en pol¨ªtica est¨¢ m¨¢s claro¡±, afirma James. Una vez explicada la excusa del jolgorio, todos nos perdemos en el nuestro. Unos se retratan en fotomatones ¨Cque conectan en la imagen la cabeza del sujeto a unas piernas kilom¨¦tricas de dibujo¨C, otros comen de pie y alrededor de una mesa gigante ¨Ccon camareros que sirven buen foie, inmejorable salm¨®n y una interesante col con cangrejo¨C y los de m¨¢s all¨¢ se hacen selfies con travest¨ªs reci¨¦n aterrizados de la corte de Luis XVI, imponentes camareras con cofia y una cohorte de influencers. La core¨®grafa y bailarina Blanca Li con un vestido largo y negro y zapatos color plata; la actriz y modelo Farida Khelfa con un mono negro y brillante que dejaba la espalda al descubierto o las maniqu¨ªes No¨¦mie Lenoir con un conjunto de pantal¨®n y camisa a flores y Catherine Loewe, de blanco.
El edificio impone, pero el p¨²blico no se corta y aunque las salas de piedra fr¨ªa no invitan al desparrame, algunos corrillos se metamorfosean ya con la copa de champ¨¢n en la mano. Los ba?os escapan tambi¨¦n al oficialismo y a causa de un accidente se convierten en un videojuego de Mario Bros. Los lavabos con desag¨¹es enormes incitan la tragedia. Una chica exclama ¡°?NOOOO!¡±. El lavabo acaba de engullir su anillo. Glock, glock, se acaba de escuchar. Le preguntamos, ?la alianza?¡±¨C; ella replica, ¡°?No!, mucho peor; es de diamantes ¡?qu¨¦ lo abran!¡±¨C y nos vamos pregunt¨¢ndonos qui¨¦n habr¨¢ all¨ª para extirpar una sortija de una tuber¨ªa tan antigua.
En uno de los salones, encontramos a Jean Paul Gaultier ¨Ccon chaqueta, jeans, corbata de topos y una sonrisa de c¨®mic; en persona es tan pop como el mundo que recrea. El dise?ador se fotograf¨ªa con todo el que se lo pide. Lo mismo hace la rusa Vanessa Axente, imagen de la campa?a, con un short min¨²sculo en un gui?o al frasco del perfume coronado con un tap¨®n con interminables piernas. ¡°?Qu¨¦ por qu¨¦ unas piernas?¡±, nos contesta el modisto cuando le preguntamos por ellas, ¡°Porque sirven para andar. Representan la libertad, algo necesario hoy¡±, asegura antes de que lo secuestre otro grupo para hacerse otro selfie.
A medida que las salas se llenan ¨Cno demasiado, el edificio es enorme¨C, la temperatura sube. Decidimos bajar al ropero a dejar la chaqueta. Cuando volvemos, el champ¨¢n ha obrado su m¨ªstico misterio y en vez de recibirnos los salones de m¨¢rmol, nos acoge la oscuridad rematada de terciopelo rojo de un escenario escapista con filtro Lyncheano. ?Nos hemos equivocado de escaleras? S¨ª, y no. Acabamos de dar con el teatro libidinoso de la Condesa. Por encima de nuestras cabezas, el segundo piso con el pasillo que lo comunica a sus antiguos aposentos. Hemos subido por otros escalones para terminar donde deb¨ªamos a esa hora (las 22.15), un teatro con dos barras y varias mesas dispuestas en un espect¨¢culo de variet¨¦s. Bienvenidos al mundo de Jean Paul Gaultier. Travest¨ªs, trans, mujeres de rostros angulosos, ligueros, desnudez; la experimentaci¨®n de lo escandaloso se opera aqu¨ª y as¨ª con el franc¨¦s escenificando los grandes ¨¦xitos est¨¦ticos y sensuales de su carrera en varias coreograf¨ªas ¨Ccuatro ideadas por ¨¦l mismo, todas firmadas por la compa?¨ªa Manko Cabaret.
Nos desatamos, se desatan y a la una ya no queda champ¨¢n. Caras largas, y se arrancan algunas quejas, aunque no tanto por la bebida. El problema; no hay cuartel para los tacones. El pero a la velada lo corean varios c¨ªrculos. No hay mesas suficientes y en las seis o siete existentes est¨¢ instalada la plana de la firma o, para algunos incomprensiblemente, la organizaci¨®n de la velada.
El segundo debate se opera sobre el escenario. Lo reciente ha recalado ah¨ª, en el concepto de Jean Paul de lo moderno, de mujer, de g¨¦nero, de masculinidad, de sexo. Clich¨¦s escenificados con I want to break free de Queen de fondo, por ejemplo. Con travest¨ªs que recuerdan a Jessica Rabit o a Divine y los trans m¨¢s bellos que hayan visto en su vida. Hasta los dj¡¯s se aclimatan entre funci¨®n y funci¨®n con un abanico. Algunas cantantes como Lady Gaga han seguido ahondado en esa definici¨®n m¨¢s fluida de la identidad, donde todo se mezcla con l¨¢tex y pelucas. Pero, ?es la mujer un baile de cors¨¦s, medias y sujetadores? ¡°Estoy cansado de la representaci¨®n femenina que existe en las campa?as de perfumes, con Scandal, buscaba una versi¨®n m¨¢s feminista¡±; aseguraba a James, Gaultier. ?Pero es esto feminismo? Como el t¨¦rmino esc¨¢ndalo, el concepto se presta a las trampas. Nada lo es hoy. Todo lo dice ser. Pero tal vez sean necesarios, como predica Gaultier, bastante esc¨¢ndalo y mucho feminismo. Queda por ver si las dosis necesarias son o no de este tipo. Mientras lo piensan, nosotros bailamos.