As¨ª se hizo rica la adolescente que empez¨® a vender sujetadores diferentes
¡®Time¡¯ la considera una de las adolescentes m¨¢s influyentes del mundo. Es Megan Grasell, la chica que se fue de compras y regres¨® con una idea millonaria.
Hace un par de a?os, Megan Grasell acompa?¨® a su hermana menor, Mery Margaret, a comprarse su primer sujetador. La peque?a eligi¨® varios modelos y, cuando se prob¨® el primero ¨Ccon sistema push-up y estampado de leopardo¨C, su hermana mayor exclam¨® ¡°Oh, my God! You can¡¯t wear that!¡± (Dios m¨ªo, no puedes llevar eso). El particular ?eureka! de esta adolescente norteamericana de 17 a?os se repiti¨® durante las horas que estuvieron buscando, sin ¨¦xito, un modelo adecuado para su hermana de 13.
Todos ten¨ªan aros, relleno o eran demasiado sexys. Poco adecuados al estilo de vida de una pre ado...
Hace un par de a?os, Megan Grasell acompa?¨® a su hermana menor, Mery Margaret, a comprarse su primer sujetador. La peque?a eligi¨® varios modelos y, cuando se prob¨® el primero ¨Ccon sistema push-up y estampado de leopardo¨C, su hermana mayor exclam¨® ¡°Oh, my God! You can¡¯t wear that!¡± (Dios m¨ªo, no puedes llevar eso). El particular ?eureka! de esta adolescente norteamericana de 17 a?os se repiti¨® durante las horas que estuvieron buscando, sin ¨¦xito, un modelo adecuado para su hermana de 13.
Todos ten¨ªan aros, relleno o eran demasiado sexys. Poco adecuados al estilo de vida de una pre adolescente, en definitiva. Y Megan volvi¨® a casa enfadada y dispuesta a explicarle al mundo qu¨¦ clases de ropa interior necesita una chica en los cuatro o cinco a?os m¨¢s confusos de su vida.
?El resto de la historia es tan milagrosa como previsible. Megan vuelve a casa y le comenta a su madre que est¨¢ dispuesta a crear ella misma sujetadores m¨¢s apropiados. Aunque no sabe dise?ar, coser ni prototipar comienza a hacer dibujos de lo que imagina. Encuentra las muestras de tela sin saber su nombre. Pregunta lo que no sabe y da con una patronista que le ayuda a ejecutar los primeros bocetos. Busca inversores para su idea y, como no los encuentra ¨Cprevias desilusiones propias del adolescente en constante lucha generacional¨C, se financia a trav¨¦s de un crowfunding que, pr¨¢cticamente, dobla la petici¨®n inicial de 25.000 d¨®lares. Encuentra productores. Los convence para producir a peque?a escala. Crea una p¨¢gina web y comienza a llegar el inter¨¦s medi¨¢tico tras el que se consolidan las ventas por Internet. Solo han pasado unos meses desde su frustrante d¨ªa de compras con Mary Margaret. Primero se fij¨® en ella The New York Times, Forbes, Fortune, The Huffington Post, Daily News y ahora la revista Time, que acaba de situarla entre los veinticinco adolescentes m¨¢s influyentes del a?o.
Pero, ?es tan sencillo dar con un nicho de mercado y acertar en su planteamiento? La respuesta es s¨ª y no. Porque la historia de Megan puede parecer un golpe de suerte, pero en realidad revela su enorme talento para el branding. Y para entender sus n¨²meros (de los que, por cierto, es muy celosa) lo mejor es analizar la perfecta alineaci¨®n de su nombre, su mensaje, su misi¨®n, su tono, su historia y su producto.
El nombre
Yellowberry significa algo as¨ª como baya de color amarillo. Y no se trata del capricho crom¨¢tico de una jovencita. Megan har¨ªa palidecer de envidia a cualquier experto en naming con su elocuencia a la hora de expresar en un solo t¨¦rmino que, frente a la hipersexualizaci¨®n de la moda y de la mujer, hay una edad intermedia, un punto previo a la madurez, que es de color amarillo. Un fruto primero es verde, luego amarillo y, solo al final del desarrollo, adquirir¨¢ el color apropiado. Brillante.
El mensaje
En su web, Megan explica que ese color amarillo simboliza la etapa de la vida que va de los once a los quince o diecis¨¦is a?os. Con sutileza, pero con ideario, el mensaje que transmite es el que origin¨® su idea ¡°you can¡¯t wear that¡± (no puedes llevar eso) o, lo que es lo mismo, no puedes llevar eso porque no es apropiado. Y no es apropiado porque te hace mayor, te invita a quemar etapas, no permite que disfrutes de tu edad y tu edad es maravillosa, no necesitas renunciar a ella, deber¨ªas disfrutarla.
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La misi¨®n
Liderar una suerte de movimiento juvenil ¨Cque a fin de cuentas es lo que propone Yellowberry¨C ha de contener una propuesta emocional. Pero la credibilidad y la filiaci¨®n se multiplicar¨¢n si, en lugar de una propuesta, se trata de una respuesta emocional. Y Megan justifica su ins¨®lita protecci¨®n de la pubertad con la sabidur¨ªa, sobrevenida a destiempo, por la muerte accidental de su hermana Caroline a los cinco a?os. ¡°Su muerte me ense?¨® a ir m¨¢s despacio y disfrutar cada d¨ªa¡± se?ala en su p¨¢gina web en un alegato genuinamente conmovedor que avala la misi¨®n de Yellowberry y sus reivindicaciones de lo que algunos ya han llamado empoderamiento para pre adolescentes. Una declaraci¨®n de principios magistral.
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El tono?????????????????????????????????????
Todo. Absolutamente todo parece estar contado por una legi¨®n de expertos en comunicaci¨®n y marketing con sofisticadas t¨¦cnicas de monitorizaci¨®n que ajusten los mensajes a sus p¨²blicos. Desde la intensidad emocional de la historia de Caroline, pasando por la tipograf¨ªa de la web, los nombres y la descripci¨®n de los productos que hacen referencia al estilo de ocio que Megan considera acorde con la edad de las chicas a las que se dirige (hogueras, deporte, naturaleza¡), hasta la cadencia narrativa con la que explica su historia o las expresiones naturales de las ni?as de esa edad. El tono de voz de Yellowberry es el de Megan, o sea, el de la hermana a la que toda ni?a quiere parecerse mientras se hace mayor.
Historia
Poco m¨¢s hay que decir. Megan Grasell borda el storytelling, que es el arte de contar historias a trav¨¦s de palabras e im¨¢genes que publicistas de todo el mundo tratan de perfeccionar en busca de la identificaci¨®n del cliente. Si tuvi¨¦ramos que apostar por un secreto de su ¨¦xito podr¨ªamos decir que la historia de Yellowberry chorrea verdad, quiz¨¢ por eso ha funcionado.
El producto
Ni demasiado sexys ni demasiado ?o?os. Coloristas, c¨®modos, divertidos. Perfectos y polivalentes. Megan sab¨ªa lo que quer¨ªa cuando plante¨® el negocio y ha sabido cumplir su prop¨®sito llevando a su web sujetadores que no intimidan.
Megan Grasell acaba de cumplir 19 a?os y todav¨ªa no ha puesto un pie en la universidad. Dice que quiere estudiar y tambi¨¦n continuar con su empresa. Es muy consciente de que no vende sujetadores para ni?as sino empoderamiento para las mujeres que ser¨¢n. Definitivamente, los adolescentes tienen mucho que ense?arnos.
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