?El coito est¨¢ en todas las culturas, pero el beso, no?
Hablamos con Martha Zein y Anal¨ªa Iglesias, autoras del ensayo ¡®Te puedo. La fantas¨ªa del poder en la cama¡¯, que estudia el poder que subyace en las relaciones sexoafectivas en la era del ultraliberalismo sexual.
Cuando alguien junta los t¨¦rminos poder y amor, poder y sexo o poder y afectos, autom¨¢ticamente una vocecilla interior, casi inconsciente, parece anunciar que la fiesta se acaba; que, una vez m¨¢s, el mal va a derrotar al bien y que, incluso sin esa intenci¨®n, la naturaleza corrupta del primero acabar¨¢ por eclipsar los buenos deseos de los sentimientos. Como si un ni?o entrara en pol¨ªtica.
Sin embargo, las relaciones de poder nos atraviesan y est¨¢n presentes en todos nuestros actos, ya sean p¨²blicos, privados o ¨ªntimos, desde el nacimiento a la muerte, y obviar este detalle es facilitar ...
Cuando alguien junta los t¨¦rminos poder y amor, poder y sexo o poder y afectos, autom¨¢ticamente una vocecilla interior, casi inconsciente, parece anunciar que la fiesta se acaba; que, una vez m¨¢s, el mal va a derrotar al bien y que, incluso sin esa intenci¨®n, la naturaleza corrupta del primero acabar¨¢ por eclipsar los buenos deseos de los sentimientos. Como si un ni?o entrara en pol¨ªtica.
Sin embargo, las relaciones de poder nos atraviesan y est¨¢n presentes en todos nuestros actos, ya sean p¨²blicos, privados o ¨ªntimos, desde el nacimiento a la muerte, y obviar este detalle es facilitar el camino a todos los que pretenden asumir no solo su cuota de poder, sino tambi¨¦n la de los dem¨¢s.
En el mundo de las relaciones sexoafectivas, el poder es un partenaire que siempre se apunta, aunque no se le haya invitado. Por eso nunca est¨¢ de m¨¢s hacerse ciertas preguntas sobre la naturaleza e intenciones de este elemento, presente en toda relaci¨®n. Elemento que no tiene que tener siempre connotaciones negativas, ya que poder no es sin¨®nimo de tiran¨ªa y tambi¨¦n puede ejercerse de forma adecuada, aunque esto suene a utop¨ªa. ?Qu¨¦ modelo de poder predomina en la cama y qu¨¦ modelo nos gustar¨ªa tener? ?Ha evolucionado ¨¦ste con los feminismos y la era Me Too? ?Gestionamos adecuadamente nuestro poder o lo ponemos en manos de otros? Estas y otras preguntas se hacen las autoras de Te Puedo. La fantas¨ªa del poder en la cama (Los Libros de la Catarata, 2019), que sale al mercado el pr¨®ximo 3 de junio.
Martha Zein y Anal¨ªa Iglesias firman este ensayo y repiten colaboraci¨®n que ya iniciaron en Lo que esconde el agujero (Los Libros de la Catarata, 2016), reflexi¨®n sobre el porno en tiempos obscenos.
Zein ha publicado ocho ensayos (escritos junto a Nazanin Armaniam) relacionados con la realidad social y pol¨ªtica de Oriente Medio, desde un punto de vista feminista; ha hecho documentales sobre la violencia de estado (cinco de los cuales obtuvieron premios internacionales) y cree que uno de los movimientos que m¨¢s soluciones puede aportar al mundo es el ecofeminismo. Como apunta este libro, Petra Kelly (1947-1992), una de las principales fundadoras del partido alem¨¢n Alianza90/Los Verdes y ecofeminista, dijo: ¡°es posible ser tierno y, al mismo tiempo, subversivo¡±.
Anal¨ªa Iglesias es escritora y periodista. Coordin¨® durante cinco a?os el blog de sexualidad Eros de El Pa¨ªs, peri¨®dico con el que colabora adem¨¢s de con El Asombrario (Diario P¨²blico), CTXT y otros medios espa?oles y de Am¨¦rica Latina.
Nunca hablamos de poder en el ¨¢mbito sexoafectivo. Como dice el libro, ¡°somos capaces de cuestionar el deseo, el instinto, las t¨¦cnicas amatorias, las fantas¨ªas, el modelo de relaci¨®n, los roles, pero guardamos silencio ante el poder que tenemos, el que queremos y nuestra forma de usarlo¡±, ?por qu¨¦?
Martha Zein: Generalmente, la gente cree que en una relaci¨®n de este tipo solo hay amor y deseo, y eso borra todo lo dem¨¢s porque son cosas muy poderosas. En nuestro imaginario estamos colonizados por una forma de entender el poder que hace que sea incompatible con otros elementos, como la sexualidad, el deseo o el amor. A medida que he ido escribiendo el libro me ha venido la idea de que el poder es una p¨¢gina en blanco, un jard¨ªn sin cultivar. Nos hemos centrado tanto en el poder tirano, coercitivo, que hemos olvidado que hay otro tipo de poderes que, aunque ya est¨¢n circulando por el mundo, no son noticia, no se promueven. Yo me he inspirado para escribir este libro en la pol¨ªtica (lo personal es pol¨ªtico y lo pol¨ªtico es personal), las comunidades ind¨ªgenas, en las ecoaldeas. F¨ªjate que decimos mujeres empoderadas y no mujeres poderosas. Y ah¨ª hay una trampa, la palabra empoderamiento, que procede del anglosaj¨®n y que no se utilizaba en castellano, significa persona que necesita acceder a su poder. Yo te empodero, te concedo el poder, cuando lo ideal es que seamos ya conscientes de nuestro poder sin que nadie nos lo muestre. Yo me vinculo mucho a la rama del ecofeminismo y cuando veo a compa?eras m¨¢s j¨®venes que reclaman el poder, me pregunto, ?pero de qu¨¦ tipo quieres tener? No puedes acceder a la toma de decisiones sin saber qu¨¦ tipo de poder quieres.
Se podr¨ªa hablar de tres tipos de poder que nos afectan en todo: el patriarcado, el capitalismo salvaje y el poder que uno mismo se impone de manera inconsciente (somos nuestros propios tiranos). ?Cu¨¢l pesa m¨¢s en las relaciones sexoafectivas?
?M.Z.: Est¨¢n todos relacionados. Es el mismo expresado en diferentes aspectos, el impositivo. Hay que redefinir el poder. Mientras sigamos entendiendo el poder como un ¡®poder sobre¡¯, que alguien te entrega e impone, la cosa no va a cambiar. Para ejercerlo necesitamos unas herramientas, unos medios, entender a qui¨¦n beneficia y tener unos roles. La forma c¨®mo manejes estos cuatro elementos es lo que har¨¢ que tu poder sea de una manera u otra. El escritor y fil¨®sofo Byung-Chul Han habla del poder libre y dice que la violencia es la demostraci¨®n de que alguien est¨¢ perdiendo el poder y necesita imponerse (ya sea una persona o un pa¨ªs).
La figura del amante acorazado, con miedo al amor y a los sentimientos (de la que habla el libro) siempre ha sido m¨¢s propia de los hombres que de las mujeres. Las f¨¦minas hemos pasado de no poder reconocer nuestros deseos sexuales (porque si lo hac¨ªamos, ¨¦ramos unas guarras) al capitalismo sexual, donde hay que consumir de todo. ?Hemos cogido lo malo de los hombres en esta transici¨®n un tanto forzada?
M.Z.: Hemos sustituido un tirano por otro, qu¨ªtate tu que me pongo yo. Y para no reproducir la misma violencia que han ejercido sobre nosotras, hay que estar dispuestas a perder determinados privilegios. Si quiero el poder, no en beneficio propio sino colectivo, tendr¨¦ que renunciar a ciertos privilegios.
?Qu¨¦ privilegios hemos tenido las mujeres en el terreno sexoafectivo??
M.Z.: Nos han otorgado ser las due?as del amor, saber manejarlo. Ellos huyen porque no saben como abordarlo, pero nosotras sabemos comunicarnos con el otro, dialogar. Nos han dado el espacio del amor, pero en la sociedad capitalista el amor est¨¢ relegado a la casa y es pariente de la locura. Algo que no es poderoso, aunque luego decimos que s¨ª, que lo es. De la misma forma que la potencia es una cualidad masculina y el multiorgasmo es femenina. Pero no es siempre as¨ª.
El libro dice que el hombre combate el miedo al amor con la espada del falo.
Anal¨ªa Iglesias: S¨ª, el pene es tambi¨¦n la representaci¨®n de un poder en peligro de extinci¨®n. Para el hombre, la polla siempre est¨¢ al margen del amor, desconectada con el sentir; incluso a veces, es un ente con personalidad propia al que se le pone nombre (nosotras no bautizamos a nuestros genitales). Pero el hombre, generalmente, no se pregunta el porqu¨¦, no se plantea interrogantes, aunque esto es algo que le ha sido impuesto y que es muy limitante.
En el fondo, el patriarcado tambi¨¦n ha fastidiado mucho a los hombres.
M.Z.: Ambos sexos est¨¢n manejados por un modelo de poder que se perpet¨²a porque es rentable, facilita la jerarqu¨ªas, que haya un 1% y un 99% en el reparto de la riqueza, por eso no se dan a conocer otras propuestas alternativas. En Am¨¦rica Latina, las mujeres ecologistas y feministas, que cuidan los r¨ªos y que son asesinadas, practican un poder que no tiene nada que ver con la jerarqu¨ªa, sino con el cuidado de la Tierra y de ellas mismas. Se ayudan y crean redes de apoyo. El patriarcado afecta a hombres y mujeres, y si esto lo entendieran ellos se har¨ªan feministas o lo que fuera, me da igual el t¨ªtulo. Pero entender que este modelo de poder les atenaza tambi¨¦n a a ellos y buscar otro nuevo implica correr riesgos y perder privilegios. Y muchos no est¨¢n por la labor.
Ese nuevo modelo de poder deber¨ªa ser horizontal y no vertical. El libro apunta algunas f¨®rmulas, como las de Martin Luther King.
M.Z.: Es un poder consensuado. Si te respetas a ti mismo, es imposible que no respetes al otro porque tomas conciencia de tus fragilidades, de tus capacidades. Llevarse bien con tus fragilidades implica que puedes aceptar la fragilidad del otro, del que tienes en frente y hasta le amas por su debilidad y no por su fortaleza. A lo mejor esta contradicci¨®n puede ser bella, adem¨¢s de un reto: amar desde otro lugar. Las campa?as de violencia de g¨¦nero no funcionan, entre otras cosas, porque es un problema dif¨ªcil de atajar y muy complejo. ?Por qu¨¦ los hombres matan a las mujeres y luego se matan a s¨ª mismos? Porque no pueden soportar no tener el poder. Si se quedan sin las personas a las que machacar, ya no tienen sentido sus vidas. Para m¨ª, el que ejerce violencia de g¨¦nero es el mejor hijo del ultraliberismo, porque ha aprendido perfectamente las leyes de c¨®mo se impone uno: con la violencia, sin respeto al otro, sin querer renunciar a los privilegios. Rita Segato (antrop¨®loga argentina-brasile?a) ha trabajado mucho con violencia de g¨¦nero en las c¨¢rceles, a nivel internacional. Ella dec¨ªa a sus t¨¦cnicos que no existe el nosotros y el vosotros. Existe solo el nosotros. Ella se pregunta de qu¨¦ manera estamos todos vinculados, c¨®mo dejamos que esto pase.
El ensayo habla tambi¨¦n de que sustituir¨ªa el t¨¦rmino ¡®consentimiento¡¯ por ¡®acuerdo¡¯, porque el primero parece que se hace porque no queda otra. Critica tambi¨¦n la forma en la que los medios de comunicaci¨®n cuentan hechos como los de La Manada, que convierten este espect¨¢culo atroz para muchos en tentador para otros (los depredadores). Pero, por otro lado, tampoco es muy partidario de que la justicia normativice la er¨®tica, porque eso es ver a las mujeres como damiselas en peligro, a las que hay que salvar.
M.Z.: Todo esto se solucionar¨ªa con ¨¦tica y filosof¨ªa. ?Cu¨¢ndo se aprenden? ?Qu¨¦ espacio se dedica a estas materias en la ense?anza? Cuando un pa¨ªs ha sido cat¨®lico, apost¨®lico y romano, y luego viene la democracia y se elimina la religi¨®n, se deber¨ªa plantear una alternativa laica. A los ni?os en las escuelas no se les ense?a a pensar, a preguntarse, a dudar, a tener inquietudes. La campa?a ¡®s¨ª es s¨ª¡¯ o ¡®no es no¡¯ es de afirmaciones, y yo lo que quiero es la duda hermosa, consciente. Tiene su raz¨®n de ser, pero deber¨ªamos exigirnos m¨¢s a estas alturas y ser due?as de nuestros s¨ªes y noes. Nos acercamos a un puritanismo disfrazado de valores, libertades y seguridad.
El movimiento queer est¨¢ cambiando el orden establecido y, en consecuencia, las relaciones de poder, pero ?no temen que acabe engullido y normativizado por el sistema?
M.Z.: El movimiento queer ha sido como mover la tierra: ¡®Oye, que aqu¨ª no hay solo dos g¨¦neros, hay muchas variedades¡¯. A m¨ª esto me despert¨® mucho, me ayud¨® a tomar conciencia de que hab¨ªa otras muchas formas de entenderme a m¨ª misma, al amor, a las relaciones sexuales. Sin embargo, no se ha planteado (cuando el sistema te empodera) qu¨¦ vas a hacer con ese poder: ?Reproducir el modelo ya existente o cambiarlo? Rita Segato estudi¨® c¨®mo las mujeres santeras en Brasil se reg¨ªan por normas distintas a los hombres, pero en la medida en que los gobiernos de turno fueron reconociendo estos grupos, se fueron descafeinando. El poder es algo corrosivo. ?C¨®mo evitar esto? Seg¨²n Segato, abriendo y cerrando las puertas (aceptando unas cosas y rechazando otras) y no d¨¢ndolo todo al sistema, guard¨¢ndote una parte.
El pornocapitalismo o el ultraliberalismo sexual, al convertir el sexo en una mercanc¨ªa m¨¢s que hay que consumir y donde prima la cantidad a la calidad, ha acabado con la seducci¨®n, el erotismo, el ¨¦xtasis. Y en esto ha igualado la ¨¦poca actual a la Edad Media. Los beatos y los porn¨®grafos.
A.I.: S¨ª, porque sigue la dicotom¨ªa cuerpo-alma. Antiguamente, el sexo serv¨ªa para reproducirse y a los hombres se les permit¨ªa el desahogo (siempre sin amor). Las apps de citas, el cibersexo, los robots sexuales son el desahogo, ahora permitido tambi¨¦n a las mujeres. Hay que sumar experiencias m¨¢s que profundizar en ellas. Pero el ¨¦xtasis, con su connotaci¨®n trascendental y hasta espiritual (que no religiosa), no tiene cabida en este modelo. Frente a esto, la sociedad nos propone el orgasmo pacificador. Uno se corre y se queda tranquilito. Volvemos a una ¨¦poca puritana y relegamos el sexo a donde est¨¢n los cuerpos perecederos.
M.Z.: El ¨¦xtasis te obliga al absoluto abandono, y esto es lo que los m¨ªsticos persiguen, vivir en ese estado constante. Esto es revolucionario para cualquiera que lo viva, por eso el sistema incentiva un consumo de sexualidad que no necesite llegar al orgasmo, una satisfacci¨®n por n¨²mero y no por intensidad. He le¨ªdo que el n¨²mero de mujeres que sufren anorgasmia est¨¢ aumentando porque vivimos en un mundo muy exigente, en el que tienes que estar siempre a tope y no puedes bajar la guardia. Si uno aprende este patr¨®n, no puede luego llegar a la cama y, por arte de magia, abandonarse.
A nosotras se nos ense?¨® a esconder el instinto sexual y a ellos, los sentimientos. Vivimos en una ¨¦poca de profilaxis, que se acent¨²a con el mundo digital. Ante la falta de corporeidad, Rita Segato propone el ¡®arraigo relacional¡¯. ?De qu¨¦ se trata?
M.Z.: Es hacerte presente y reconocerte en v¨ªnculo con la otra persona. No es tanto que t¨² aceptes un compromiso tipo ¡®Te querr¨¦ toda la vida¡¯, que es algo que aterra a muchos hombres y mujeres, sino vincularse al otro/a, crear una historia que var¨ªa a lo largo del tiempo. Esto supone un trabajo, un tiempo, una implicaci¨®n y un riesgo. Cultivar esto nos arraiga m¨¢s a la existencia, poder amar sin sospechar que lo otro, lo que no es m¨ªo, es el enemigo.
El beso es tambi¨¦n una herramienta para lograr lo anterior. Seg¨²n dicen en el libro, es lo ¨²nico que a¨²n contin¨²a puro porque no se puede falsificar. Las prostitutas no besan y las parejas que han aparcado el sexo hace tiempo, tampoco.
A.I.: S¨ª, el coito est¨¢ en todas las culturas, pero el beso, no, y en algunas tiene significados diferentes. Los amantes, en las ¨¦pocas cortesanas, se escond¨ªan para besarse (los esposos no lo hac¨ªan porque el matrimonio era un contrato, y el amor no era un elemento indispensable) y los primeros cristianos se besaban en la boca para reconocerse pertenecientes a una misma comunidad. El beso va m¨¢s all¨¢ de un mero gesto reproductivo y tiene m¨¢s que ver con la pasi¨®n, el afecto o el poder de la confianza. Un beso fingido se nota, no enga?a a nadie.
A d¨ªa de hoy, ?cu¨¢l es el peor enemigo del placer en las relaciones?
M.Z.: La obligaci¨®n de ser lo que no eres, la falta de creatividad. No hacerte preguntas sobre lo que sientes, lo que quieres. Deber¨ªamos sentir el placer de amar antes que el desenga?o de no ser correspondido. Y esto no tiene nada que ver con el amor rom¨¢ntico.
A.I.: No entender lo que pasa. No entender que el capitalismo afecta a nuestras relaciones. Todos estamos en esto y deber¨ªamos hablar y reflexionar sobre ello de forma consciente. Que los hombres puedan expresar sus dudas, que muestren sus heridas (la herida es el reverso de la caricia). Mostrar las heridas es esencial para el acercamiento al otro.