Diario de una ¡®runner¡¯ inexperta: c¨®mo entrenar cuando est¨¢s de viaje
Nada como California. Nada como recorrer sus calles empalmeradas y sucumbir a la luz vibrante y famosa de ese estado. Nada como subir avenidas en un mustang por West Hollywood y jalonar trayectos con Chateau Marmont, Viper¡¯s Room, Amoeba o Opening Ceremony de fondo. Pero todo parece mucho mejor con un filtro de Instagram.
Subo muchas im¨¢genes a las redes cuando viajo. No abuso, pero tampoco me corto. Escojo perspectivas propias de paisajes reconocibles. El ¨¢lbum de fotos que nunca tuve. Y cuando regreso de mis viajes de prensa, mis amigos erran. Presuponen que he estado en (much¨ªsimos) ...
Nada como California. Nada como recorrer sus calles empalmeradas y sucumbir a la luz vibrante y famosa de ese estado. Nada como subir avenidas en un mustang por West Hollywood y jalonar trayectos con Chateau Marmont, Viper¡¯s Room, Amoeba o Opening Ceremony de fondo. Pero todo parece mucho mejor con un filtro de Instagram.
Subo muchas im¨¢genes a las redes cuando viajo. No abuso, pero tampoco me corto. Escojo perspectivas propias de paisajes reconocibles. El ¨¢lbum de fotos que nunca tuve. Y cuando regreso de mis viajes de prensa, mis amigos erran. Presuponen que he estado en (much¨ªsimos) sitios, conocido a gente (famosa) y accedido a fiestas. Pero como dec¨ªa todo sabe mejor en Instagram.
Aunque lo reconozco: esta visita a Los ?ngeles ha sido de las mejores. Y no por el running. Antonio no estar¨ªa orgulloso. ¡°Estamos incrementando la base muscular y articular para que en el futuro puedas aumentar la intensidad. Unos 40 minutos de carrera bastan. Complem¨¦ntalo con una rutina de abdominales y lumbares en la habitaci¨®n del hotel, as¨ª evitaremos desequilibrios musculares. Con una hora al d¨ªa, habr¨¢s cumplido¡±.
Con 19? C y cero viento, ejercitarse al aire libre habr¨ªa sido lo suyo. Pero me alojaba en el Standard Hotel de West Hollywood, en Sunset Strip; es decir, dorm¨ªa cuesta arriba. ¡°No te metas muchas pendientes¡±, me hab¨ªa recomendado Antonio. La zona era un merendero de rampas. Desmotivador sobre todo para una novata. Tocaba saltarse la sugerencia del coach: ¡°Escoge un parque no una cinta¡±. El Standard no ten¨ªa gimnasio pero tentaban con descuentos (15 d¨®lares / d¨ªa) para ejercitarse en el Crunch, an¨¦cdota estereotipada del levantapesas. ?C¨®mo se as apa?aban sus miembros para cumplir con el prototipo cinematogr¨¢fico de atleta? ?En qu¨¦ distopia est¨¦tica quemagrasa y helen¨ªstica me encontraba? La televisi¨®n me dio una pista: anuncios de comida org¨¢nica, funcional y enriquecida. Muerte a lo gen¨¦ticamente modificado. La cortes¨ªa era otro de sus fuertes. Aunque a veces resultara contraproducente.
¡°Perdona, no sab¨ªa que no hab¨ªas terminado con esa m¨¢quina¡±.
Vale, no hab¨ªa acabado con la serie de tr¨ªceps, pero no era necesario volver. ?Por qu¨¦ me devolv¨ªa la m¨¢quina ese musculoso veintea?ero? ?A qu¨¦ ven¨ªa tanto inter¨¦s para que terminara el levantamiento de pesas? ?Es porque me hace m¨¢s falta¡ que a ¨¦l?
El jet lag no estaba siendo ben¨¦volo conmigo. Pero s¨ª mi compa?¨ªa. El Crunch abr¨ªa a las 5 am y otra periodista me hac¨ªa de carabina al gimnasio cada ma?ana. Nos arrastr¨¢bamos juntas ladera arriba y cuando termin¨¢bamos trot¨¢bamos ligeras de camino al desayuno.