No, la vida de los dem¨¢s seguramente no es mejor que la tuya
O c¨®mo superar la frustraci¨®n que la aparente vida ¡®perfecta¡¯ que otros proyectan en sus redes (o que les imaginamos por falta de transparencia sobre, por ejemplo, cu¨¢nto ganan), nos genera al compararnos.
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??De d¨®nde saca el dinero la gente para vivir a todo tren en Instagram??. El ¨²ltimo v¨ªdeo de la ilustradora Roc¨ªo Quillahuaman para Yorokobu representa el sentir de diferentes generaciones enganchadas al scroll de sus pantallas. ??No entiendes c¨®mo puede pagar nada en general? ?C¨®mo puede tener tantos abrigos? ?C¨®mo puede pagar esos taxis? ?C¨®mo tiene tanto tiempo libre, adem¨¢s??. Pensamientos y frustraciones en los que los usuarios de esta red social se reconocen f¨¢cilmente. Y que abordan una conversaci¨®n vigente que empieza a ganar espacio en medios y en otras redes como Twitter: ?Si todas estas respuestas no te dejan dormir por la noche, si necesitas una respuesta ya, te traigo la soluci¨®n definitiva: preg¨²ntale esto. ¡®Oye, una cosa, ?tus padres d¨®nde viven??, plantea Quillahuaman. Hablar de dinero, de cu¨¢nto pagan por hacer ese o aquel trabajo o de qu¨¦ tipo de intercambio hay detr¨¢s de la recomendaci¨®n de ese resort de lujo en un pa¨ªs ex¨®tico que ning¨²n veintea?ero (como pintan) podr¨ªa pagar -el sueldo medio de las personas de entre 18 y 34 a?os en Espa?a es de 1.334,28 euros, seg¨²n Fintonic-. Una v¨ªa para evitar frustraciones al comparar la vida propia con la que proyecta el vecino y para conocer tambi¨¦n cu¨¢l es nuestra realidad econ¨®mica.
¡°La comunicaci¨®n puede ser constructiva para tener una visi¨®n m¨¢s objetiva, en contacto con la vida real y reducir el malestar que las comparaciones generan¡±, cuenta a S Moda el psic¨®logo Hugo Filippe, del Grupo Doctor Oliveros. Caer en la trampa de medirse con el otro es casi inevitable, seg¨²n explica Filippe, esa comparaci¨®n ¡°nos sit¨²a psicol¨®gicamente en diferentes dimensiones (a nivel social, econ¨®mico, cultural¡) respecto a los dem¨¢s, seg¨²n los valores imperantes en una cultura o sociedad en un momento concreto. Por ejemplo, la belleza, el triunfo profesional, el ¨¦xito sexual, el poder social o la riqueza econ¨®mica¡±. En funci¨®n del resultado de esa comparaci¨®n, ¡°uno puede sentirse reforzado en su percepci¨®n de val¨ªa o bien puede aparecer angustia vinculada a sentimientos de inferioridad¡±, explica.
¡°Depresi¨®n, ansiedad, fobia social, aislamiento y trastornos de alimentaci¨®n, que afectan especialmente a los m¨¢s j¨®venes¡±, son algunos de los efectos demostrados que, como explica el psic¨®logo, pueden surgir de la comparaci¨®n que fomentan las redes. En un estudio de la organizaci¨®n sin ¨¢nimo de lucro Royal Society for Public Health, realizado entre j¨®venes de 14 a 24 a?os, se demostr¨® adem¨¢s que Instagram es la plataforma que mayores efectos negativos despierta en relaci¨®n a la propia imagen y al FOMO (miedo o ansiedad por perderse eventos). Lo que ha generado que muchos de estos usuarios adolescentes o centennials renuncien a seguir en ellas, revelando mejor¨ªas en su salud mental y autoestima tras abandonarlas. ¡°Siento menos ansiedad y me siento menos fracasada¡±, ¡°estoy mucho m¨¢s positivo¡± o ¡°puedo centrarme en vivir mi vida y no en intentar encajar en una que luzca bien en redes¡±, revelaban algunos testimonios recogidos por The Guardian en un art¨ªculo sobre j¨®venes que han optado por esta desconexi¨®n.
?Por qu¨¦ la mayor¨ªa caemos en querer mostrar esa versi¨®n 10 de nuestras vidas? ¡°En realidad siempre tendemos a presentar las cosas mejor de lo que son como forma de protegernos, de cuidarnos, de proyectarnos en positivo, y las redes son esto: c¨®mo nos presentamos ante el resto¡±, cuenta Guillermo Fouce, doctor en Psicolog¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid, a S Moda. Algo que, como a?ade Hugo Filippe, se da ¡°desde la infancia. Tenemos esa necesidad de crear y proyectar una imagen que pueda generar aceptaci¨®n y admiraci¨®n en los dem¨¢s. Existe una tendencia a mostrar una imagen p¨²blica adornada en nuestras relaciones, como un intento de influir en la imagen que los dem¨¢s captan y que as¨ª nos vean m¨¢s valiosos o con menos ¡®fallos¡¯,? permitiendo esto a su vez un aumento artificial en la autoimagen y autoestima¡±. Un fen¨®meno que se manifiesta especialmente en Instagram. La visi¨®n positiva que fomenta la plataforma a base de im¨¢genes, que ganan m¨¢s ¡®me gusta¡¯ en funci¨®n de lo id¨ªlico de la escena, de lo bien que se vea nuestro f¨ªsico, de lo felices, satisfechos y enamorados que aparezcamos en ellas, la convierte a su vez en potencialmente da?ina. Tambi¨¦n como forma de autoenga?o. ¡°Uno de los problemas es que uno puede mentir y no hay forma de comprobarlo, puedes construir una vida diferente y alternativa e incluso acabar creyendo las propias mentiras¡±, apunta Fouce.
Para librarse de esos sentimientos negativos que provoca la falsa percepci¨®n de la realidad de otros, ambos psic¨®logos recomiendan: ¡°Recordar que las redes sociales son una proyecci¨®n intencionadamente maquillada de la vida de cada uno. Todos tenemos dificultades, problemas, obst¨¢culos, y aspectos imperfectos y ¡®feos¡¯. La vida no es perfecta ni lo somos nosotros¡±, dice Filippe. Para Guillermo Fouce la clave es simple: ¡°Conviene recordar que otros proyectan im¨¢genes ideales igual que intentamos hacerlo nosotros¡±. Hacerse m¨¢s responsable de lo que se publica? manteni¨¦ndose m¨¢s fiel a la realidad en una suerte de desnudo, como el striptease econ¨®mico que planteaba Sabina Urraca en ElDiario.es aplicado a las redes con la idea de ¡°tener una noci¨®n m¨¢s clara de la sociedad en la que vivimos¡±, puede ser liberador en lo personal y en lo colectivo.