Por qu¨¦ el intestino podr¨ªa tener mucho que ver con tu alegr¨ªa o tristeza
La parte del cuerpo que se encarga de gestionar nuestros residuos hace tiempo que es objeto de atenci¨®n. Numerosos experimentos aseguran que su buen mantenimiento es el mejor seguro de salud posible.
El intestino nunca ha ocupado un lugar de honor en nuestro orden de prioridades. El coraz¨®n, los pulmones, el h¨ªgado, el est¨®mago, son elementos clave y su funcionamiento es decisivo para nuestra salud, pero hasta ahora nadie hab¨ªa dado demasiada importancia a uno de los ¨®rganos m¨¢s infravalorados del cuerpo humano, el que se encarga de procesar los desechos, el departamento de basuras. La ciencia, sin embargo, est¨¢ ¨²ltimamente muy interesada en esta parte de la anatom¨ªa e investigaciones recientes relacionan el buen o mal estado de la flora intestinal, rebautizada ahora como microbiota, con l...
El intestino nunca ha ocupado un lugar de honor en nuestro orden de prioridades. El coraz¨®n, los pulmones, el h¨ªgado, el est¨®mago, son elementos clave y su funcionamiento es decisivo para nuestra salud, pero hasta ahora nadie hab¨ªa dado demasiada importancia a uno de los ¨®rganos m¨¢s infravalorados del cuerpo humano, el que se encarga de procesar los desechos, el departamento de basuras. La ciencia, sin embargo, est¨¢ ¨²ltimamente muy interesada en esta parte de la anatom¨ªa e investigaciones recientes relacionan el buen o mal estado de la flora intestinal, rebautizada ahora como microbiota, con las alergias, depresiones o el sobrepeso, y los estudios no han hecho m¨¢s que empezar. De lo que se deduce que el intestino, el ¨®rgano m¨¢s grande del cuerpo humano, tendr¨ªa que ver en muchas de las enfermedades o patolog¨ªas para las que todav¨ªa no se ha encontrado remedio.
Giulia Enders es una investigadora alemana que trabaja en el Instituto de Microbiolog¨ªa e Higiene Hospitalaria de Fr¨¢ncfort, y que ha publicado un libro titulado La digesti¨®n es la cuesti¨®n (Urano, 2015). A pesar de tratar temas, en principio tan ¨¢ridos como la bacteria Helicobacter, la obra es un best seller y su conferencia, que compart¨ªa el mismo t¨ªtulo que su publicaci¨®n, gan¨® el premio del Festival Science Slam en Friburgo, Berl¨ªn y Karlsruhe, adem¨¢s de ser trending topic en Youtube. Aunque, es de justicia decir que el inter¨¦s suscitado por el tema tiene mucho que ver con el humor, la iron¨ªa y la forma que tiene Enders de hablar de temas tan poco glamurosos como las vellosidades intestinales.
Para hacerse una idea de la importancia de este ¨®rgano hay que decir que desde hace mucho tiempo se le conoce con el t¨¦rmino del ¡°segundo cerebro¡±, seg¨²n cuenta Enders en su libro, porque ¡°posee un parque completo de veh¨ªculos con distintas sustancias transmisoras, materiales nerviosos aislantes y tipos de interconexiones similares a las del cerebro. Si el intestino fuera responsable solo de transportar alimentos y hacernos eructar de vez en cuando, un sistema nervioso tan ingenioso ser¨ªa un singular derroche de energ¨ªa; ning¨²n organismo crear¨ªa este tipo de redes neuronales para funcionar como un simple tubo extractor. Sin duda, debe haber algo m¨¢s. Desde tiempos remotos los seres humanos conocemos lo que la investigaci¨®n va descubriendo poco a poco: nuestros instintos viscerales influyen en gran medida en c¨®mo nos va. Nos ¡°entra el cague¡± o nos ¡°cagamos en los pantalones¡± cuando tenemos miedo. Algo ¡°nos produce un nudo en el est¨®mago¡± cuando no conseguimos solucionarlo. Nos ¡°tragamos la decepci¨®n¡±, ¡°digerimos¡± las derrotas y un comentario desagradable nos puede ¡°amargar¡± el d¨ªa. Si estamos enamorados, tenemos ¡°mariposas en el est¨®mago¡±. Nuestro ¡®Yo¡¯ est¨¢ formado por la cabeza y el est¨®mago, y no solo a nivel ling¨¹¨ªstico, sino en el laboratorio¡±.
El intestino es, como apunta esta cient¨ªfica, el mayor ¨®rgano sensorial del cuerpo y una de sus funciones es la de ser el corre ve y dile de nuestra mente, algo que Enders explica as¨ª en su libro, ¡°el cerebro necesita esa informaci¨®n para poder formarse una imagen de lo que est¨¢ llegando al cuerpo, dado que es el ¨®rgano m¨¢s aislado y protegido de todos. Se encuentra dentro de un cr¨¢neo de hueso, envuelto en un grueso manto y filtra de nuevo cada gota de sangre antes de que circule por las diferentes ¨¢reas del cerebro. En cambio, el intestino est¨¢ situado en medio del tumulto. Conoce todas las mol¨¦culas de nuestra ¨²ltima comida, intercepta inquisitivamente las hormonas que pululan en la sangre, les pregunta a las c¨¦lulas inmunitarias como les va el d¨ªa o escucha atentamente el zumbido de las bacterias intestinales. Le cuenta al cerebro cosas sobre nosotros que, de lo contrario, ¨¦ste nunca llegar¨ªa a saber¡±.
Un intestino sano, el mejor seguro de salud
Seg¨²n Francisco Guarner, m¨¦dico gastroenter¨®logo del Hospital Delfos de Barcelona e investigador del VHIR, Vall d¡¯Hebron Research Institute, esta important¨ªsima labor de interpretaci¨®n de la realidad, que realiza el intestino, ¡°empieza con la toma de decisiones de tolerancia o rechazo. El tubo digestivo es el que califica a algo como amigo o enemigo, lo que tiene mucho que ver con las alergias. Las c¨¦lulas del sistema inmune, llamadas inmunocompetentes, pueblan distintas partes de nuestra anatom¨ªa, pero se concentran en mayor n¨²mero en el tubo digestivo, y son las que reconocen una sustancia externa como ¡°buena¡± o ¡°mala¡±. Por eso si esta parte del cuerpo decide, por ejemplo, que el gluten es malo, el resto reaccionar¨¢ para defenderse. Las alergias han aumentado en los ¨²ltimos tiempos, en parte porque las bacterias que han vivido con nosotros durante siglos est¨¢n cambiando. Los antibi¨®ticos han eliminado muchas enfermedades y los pat¨®genos cl¨¢sicos han desaparecido, pero ese barrido se ha llevado tambi¨¦n a lo que se denominamos ¡®viejos amigos¡¯; es decir, bacterias beneficiosas que desempe?aban un importante papel. El frenes¨ª que experimentamos por la limpieza y por acabar con todos los g¨¦rmenes ha puesto fin a las grandes plagas, pero tambi¨¦n a peque?os y valios¨ªsimos microorganismos. Si se compara la microbiota de habitantes europeos con la de algunas poblaciones sudamericanas resulta que, aunque tenemos el mismo n¨²mero de pobladores, nuestros cong¨¦neres en v¨ªas de desarrollo registran una mayor diversidad de bacterias buenas¡±.
Una sana y variada flora intestinal es el mejor seguro de salud posible. Algo tan delicado y complejo que el ser humano tarda diez a?os en fabricar, ya que, como apunta Guarner, ¡°hay que esperar a esa edad para tener una microbiota de adulto. Antes de nacer, el beb¨¦ est¨¢ en un medio as¨¦ptico, y con el nacimiento se produce el primer in¨®culo. Si el ni?o viene al mundo de forma natural y no por ces¨¢rea, el paso por la vagina de la madre le proporciona ya el primer paquete de bacterias colonizadoras y la leche materna el segundo, ya que est¨¢ llena de anticuerpos y sustancias beneficiosas. La forma m¨¢s adecuada para poblar los intestinos infantiles con una buena microbiota es que los peque?os est¨¦n en contacto con muchas bacterias, pero que no sean infecciosas. Se ha comprobado que los ni?os criados en granjas, en contacto con animales, tienen menos problemas de alergias, asma o rinitis y cogen menos infecciones¡±.
Mucho que ver con nuestro estado de ¨¢nimo
Adem¨¢s de esta funci¨®n de juez de lo que entra en contacto con nuestro organismo, el intestino guarda una estrecha relaci¨®n con c¨®mo nos sentimos. La doctora M? Dolores de la Puerta Soler es experta en medicina biorreguladora y antienvejecimiento, medical advisor del Instituto de Microecolog¨ªa y del laboratorio Cobas (Madrid), miembro representante de Espa?a en el equipo m¨¦dico de expertos del International ImuPro Scientific Advisory Board y autora del libro Protocolo Tria. Intolerancias alimentarias, diagn¨®stico, tratamiento y patolog¨ªas asociadas. De la Puerta apunta que ¡°en el intestino hay tantas neuronas como en la m¨¦dula espinal y ¨¦stas se encargan de sintetizar muchos neurotransmisores como la serotonina, GABA, noradrenalina o dopamina; que son mol¨¦culas que modulan nuestro estado de ¨¢nimo. Las bacterias que viven en el intestino humano, es decir la microbiota intestinal, tienen la capacidad de estimular o inhibir las s¨ªntesis de estos neurotransmisores¡±.
Los experimentos de los ratones nadando, que cita Enders en su libro, son tambi¨¦n muy reveladores. Cuando se ponen ratones en un recipiente con agua, ¨¦stos empiezan a nadar con el fin de tocar tierra firme. Sin embargo, los roedores con caracter¨ªsticas depresivas no nadan durante mucho tiempo y tiran antes la toalla que sus cong¨¦neres normales. En sus cerebros, como dice Enders, ¡°las se?ales inhibidoras se comunican mucho mejor que los impulsos de motivaci¨®n e incitaci¨®n¡±. El investigador Irland¨¦s John Cryan y su equipo alimentaron a una muestra de ratones con una bacteria que se sabe que cuida el intestino, Lactobacillus rhamnosus JB-1. Los ratones con el intestino ¡°tuneado¡± no solo nadaron m¨¢s tiempo, sino que en su sangre se registr¨® menos hormonas del estr¨¦s y en las pruebas de memoria y aprendizaje obtuvieron resultados considerablemente mejores que sus compa?eros.
La microbiota ofrece todo un mundo de experimentaci¨®n relacionada con los conducta y el aprendizaje. Numerosos estudios de distintos organismos en Suecia y Singapur, publicados en revistas especializadas, empiezan a demostrar como la colonizaci¨®n microbial en mam¨ªferos, en los primeros a?os de vida, estimula mecanismos que afectan a los circuitos neuronales y que tienen relaci¨®n con el control motor y con el comportamiento de la ansiedad.
Pero si nuestra microbiota influye en nuestro estado de ¨¢nimo, esta relaci¨®n tambi¨¦n se da a la inversa y las preocupaciones prolongadas o el estr¨¦s tienen efectos devastadores en el intestino, como apunta De la Puerta, ¡°como respuesta a situaciones de estr¨¦s, nuestras gl¨¢ndulas suprarrenales sintetizan una hormona llamada cortisol. Su metabolismo afecta a la estabilidad de la microbiota y favorece la inflamaci¨®n de la mucosa. Todo ello altera el delicado equilibrio intestinal y puede producir cambios en la modalidad intestinal (diarrea o estre?imiento), en la secreci¨®n de enzimas neurotransmisores y hormonas y en un aumento de la permeabilidad intestinal, lo que favorece las intolerancias alimentarias¡±.
Algunas bacterias del intestino son m¨¢s tragonas que otras
Como comenta De la Puerta, ¡°la microbiota intestinal tiene funciones protectoras, inmunomoduladoras y metab¨®licas. Dentro del apartado del metabolismo, hay estudios que demuestran que determinadas bacterias (Akkermansia muciniphila, entre otras) intervienen en rutas metab¨®licas relacionadas, por ejemplo, con la normal regulaci¨®n de la glucemia. Se ha visto que en enfermos con diabetes tipo 2 o pacientes obesos con mucha resistencia a adelgazar con dietas hipocal¨®ricas, esta bacteria est¨¢ muy disminuida¡±.
Un art¨ªculo de la revista m¨¦dica Frontiers in Microbiology sobre el impacto de la microbiota en el desarrollo de la obesidad y la diabetes, recoge numerosos experimentos que se est¨¢n realizando y que cada vez conectan m¨¢s la poblaci¨®n de bacterias de nuestro intestino con la tendencia al sobrepeso. Si a un rat¨®n delgado se le hace un trasplante de bacterias intestinales de un rat¨®n gordo, el primero experimenta un aumento de peso. El art¨ªculo recoge tambi¨¦n otro experimento en el que se analizaba la microbiota de ni?os de 0 a 7 a?os. Los que estaban delgados ten¨ªan muchas bacterias del tipo Bifidobecterium spp y muy pocas Staphylococus aureus. Hay todav¨ªa mucho que investigar, pero todo indica que, como dice Enders en su libro, ¡°algunas personas crean un odioso colch¨®n de grasa aunque no coman m¨¢s que otras, ya que su flora intestinal posiblemente saque m¨¢s provecho de la comida (¡). En estudios con personas con sobrepeso se ha demostrado que ¨¦stas tienen una microbiota de diversidad menor, en la que predominan las bacterias que metabolizan los hidratos de carbono¡±.