Tener la opci¨®n de elegir puede reducir la felicidad
Si te engulle un mar de dudas, clarificar valores es el primer paso.
Cuando se formul¨® la llamada teor¨ªa de la decisi¨®n el siglo pasado, muchos cient¨ªficos sociales y economistas respiraron tranquilos ante la idea de una f¨®rmula que contempla a las personas como entes capaces de optimizar racionalmente, de valorar los pros y los contras de cada propuesta para quedarnos con la m¨¢s ventajosa.
Desafortunadamente ¨Co no¨C la realidad es otra, y las personas nos parecemos poco a R2-D2. Para empezar, ...
Cuando se formul¨® la llamada teor¨ªa de la decisi¨®n el siglo pasado, muchos cient¨ªficos sociales y economistas respiraron tranquilos ante la idea de una f¨®rmula que contempla a las personas como entes capaces de optimizar racionalmente, de valorar los pros y los contras de cada propuesta para quedarnos con la m¨¢s ventajosa.
Desafortunadamente ¨Co no¨C la realidad es otra, y las personas nos parecemos poco a R2-D2. Para empezar, decidir cansa. Y mucho. La decisi¨®n correcta puede depender de que te hayas tomado el pincho del almuerzo, o de que hayas descansado bien esa noche. Pero hay otros muchos factores ¨Csesgos o prejuicios¨C que intervienen en el proceso de toma de decisiones,? como qued¨® patente en un encuentro? que reuni¨® hace unos meses en Frankfurt (Alemania) a un grupo de expertos para reevaluar la teor¨ªa que nos coloca a un paso de las m¨¢quinas.
Tomamos entre 2.500 y 10.000 decisiones al d¨ªa, se?ala Kate Douglas en NewScientist. Desde elegir entre cereales o tostada en el desayuno hasta tener o no hijos. Muchas de ellas est¨¢n motivadas por sentimientos muy dif¨ªciles de examinar. Pero incluso las cuestiones m¨¢s triviales tienen tantos atributos que es complicado sopesarlas tal y como har¨ªa un ordenador.
Entramos, pues, en el terreno de los atajos mentales. He aqu¨ª unos cuantos: la ¡°heur¨ªstica del reconocimiento¡± te empujar¨¢ a elegir la opci¨®n m¨¢s conocida cuando dispones de poca informaci¨®n; la ¡°heur¨ªstica de la satisfacci¨®n¡± te empuja a escoger la primera opci¨®n que cumple tus expectativas cuando no te conviene retrasar la elecci¨®n; el ¡°sesgo de confirmaci¨®n¡± apunta a nuestra tendencia a? dar m¨¢s peso a algo que confirme lo que ya cre¨ªamos; la ¡°aversi¨®n a la p¨¦rdida¡± destaca que sienta peor perder algo que ganar la cantidad equivalente;? con el ¡°efecto ancla¡± nos influye, por ejemplo, el precio astron¨®mico que nos piden inicialmente por una vivienda, o los descuentos de las rebajas.
Dicho lo cual, ?c¨®mo no naufragar en el mar de dudas? Joaqu¨ªn Pardo, profesor de psicopatolog¨ªa en la Universidad LaSalle, se?ala que lo fundamental es aclarar cu¨¢les son los valores que rigen nuestra vida. Pardo indica que, cuando acuden a su consulta, muchos pacientes no han identificado los valores realmente importantes en su vida, o tienen valores contradictorios. ¡°Ser consciente de qu¨¦ es lo que est¨¢ moviendo mis acciones es primordial, porque el valor es lo que nos empuja a actuar¡±, indica Pardo, que tambi¨¦n es director del servicio de psicolog¨ªa de IRF. Cuando uno ya se ha decantado por una opci¨®n, es importante seguir adelante con ella en lugar de revisitarla constantemente, a?ade Pardo.
Para clarificar tus valores, el profesor recomienda las terapias de aceptaci¨®n y compromiso. Otra opci¨®n, indicada en estas fechas veraniegas, es retirarse un tiempo (a un monasterio, por ejemplo) para salir de lo cotidiano y dedicar tiempo a reflexionar sobre lo que de verdad queremos. La tercera opci¨®n que propone Pardo es imaginar que uno ha llegado al final de sus d¨ªas, y hacerse la pregunta de qu¨¦ le gustar¨ªa hacer si este fuera su ¨²ltimo a?o por vivir.
Nadie puede tomar decisiones por ti, por supuesto. Pero listas como las que propone ?ngel Gonz¨¢lez en su libro? ?A o B? Depende ¨C 70 reflexiones para elegir el camino adecuado? ayudan a desgranar los pros y contras de asuntos importantes, como vivir en el campo o la ciudad.? ¡°Hasta los m¨¢s reacios a los cambios est¨¢n siendo empujados a elegir entre diferentes opciones en estos tiempos de grandes cambios¡±, se?ala el autor.? ¡°Muchas personas no se sienten a gusto consigo mismas porque s¨®lo toman decisiones que tienen que ver con las peque?as cosas. En cambio, no reflexionan sobre las grandes cuestiones y acaban viviendo la vida que les marcan los otros o las circunstancias¡±, a?ade.
La paradoja es que la posibilidad de elegir puede ser enemiga de la felicidad. Dan Gilbert, profesor de psicolog¨ªa en Harvard y autor del s¨²per ventas Tropezar con la felicidad demuestra en sus investigaciones c¨®mo el hecho de tener m¨¢s opciones generalmente contribuye a que decrezca nuestro nivel de felicidad, porque tendemos a quedarnos aturullados cuestionando buena parte de nuestras decisiones.
Esta variedad de opciones que ¨Cpese a la crisis¨C muchas personas contin¨²an teniendo hoy en los pa¨ªses desarrollados conduce a que nos quedemos mirando fuera de nosotros a la espera de la siguiente cosa que nos suceda, la pr¨®xima novedad sobre la que elegir. Perdemos as¨ª el contacto con esa parte de nosotros que sabe lo que deseamos y valoramos independientemente de lo que ocurra alrededor. Y en ese momento, cuando perdemos el contacto con ese ¡°gu¨ªa interior¡±, se desata el conflicto.
?Pero acaso existe tal cosa como la decisi¨®n perfecta? ¡°Es una tonter¨ªa pensar que siempre vas a acertar. Entre otras cosas, las cosas cambian. Lo que un d¨ªa fue una decisi¨®n adecuada puede dejar de serlo con el tiempo. Por ejemplo: en una relaci¨®n de pareja, cambia uno de los dos y me deja de compensar¡±, se?ala Pardo. ¡°Plantearme que no me voy a equivocar nunca es un objetivo loco¡±.
@nataliamartin es periodista. Si quieres ponerte en contacto con ella escribe a natalia@vidasencilla.es