Bimba Bos¨¦, la cara opuesta a la ni?a rubia de portada
En 2001 The New York Times la bautiz¨® como ?la modelo del momento?. La est¨¦tica empezaba a cambiar y las marcas buscaban caras nuevas. Ella representaba justo lo que buscaban: lo contrario al convencionalismo.
Bimba Bos¨¦ no fue solo una modelo. Fue una artista polifac¨¦tica cuyo ¨¦xito sobre la pasarela anunci¨® el derrumbe de los viejos c¨¢nones est¨¦ticos hace ya quince a?os. Mucho antes de que el concepto ¡°g¨¦nero fluido¡± fuera trending topic. Para Tom Ford, entonces a las riendas de Gucci [m¨¢quina de vender sexo con envoltorio de lujo], Bimba personificaba ?el esp¨ªritu de ambig¨¹edad? que se respiraba en la industria en 2001. Apenas dos a?o antes, Hilary Swank se hab¨ªa llevado el Oscar a la mejor actriz por interpretar un personaje transg¨¦nero en Boys don¡¯t cry. ?Esta...
Bimba Bos¨¦ no fue solo una modelo. Fue una artista polifac¨¦tica cuyo ¨¦xito sobre la pasarela anunci¨® el derrumbe de los viejos c¨¢nones est¨¦ticos hace ya quince a?os. Mucho antes de que el concepto ¡°g¨¦nero fluido¡± fuera trending topic. Para Tom Ford, entonces a las riendas de Gucci [m¨¢quina de vender sexo con envoltorio de lujo], Bimba personificaba ?el esp¨ªritu de ambig¨¹edad? que se respiraba en la industria en 2001. Apenas dos a?o antes, Hilary Swank se hab¨ªa llevado el Oscar a la mejor actriz por interpretar un personaje transg¨¦nero en Boys don¡¯t cry. ?Estaba en el sitio adecuado en el momento indicado?, resumi¨® Bimba en una entrevista publicada en 2001. ?Se refer¨ªa a Madrid? No. Ella hablaba de Nueva York. La modelo se hab¨ªa mudado en 1999 a la capital financiera de la industria de la moda en busca de una oportunidad. ?En Espa?a es dif¨ªcil empezar si no eres rubia y mona?.
Sin embargo, en la escena internacional, con el nuevo milenio, ?la est¨¦tica empezaba a cambiar; y las marcas buscaban caras nuevas?. Su irrupci¨®n, la de una joven alta, atl¨¦tica, con un innegable aire masculino, tatuajes, rasgos angulosos y una mirada nada angelical, subyug¨® a Peter Lindbergh, Terry Richardson, Bruce Weber, Richard Avedon, Mario Testino y Steven Meisel, que retrat¨® a la maniqu¨ª en la ¨²ltima portada de Vogue Italia del a?o 2000. Bimba se convirti¨® en ?la modelo del momento?, seg¨²n The New York Times. Para el mallorqu¨ªn Miguel Adrover, cuyo trabajo ya hab¨ªa atra¨ªdo la mirada de Anna Wintour, Bimba representaba ?la cara opuesta de la ni?a rubia de las portadas?.
?La suya no es la belleza compleja de su abuela, la actriz italiana Luc¨ªa Bos¨¦. M¨¢s bien tiene la elegancia masculina y austera de otro pariente famoso, su abuelo, el legendario matador Domingu¨ªn?, dijo de ella el cr¨ªtico Guy Trebay en The New York Times en abril de 2001. Para Trebay, las palabras que dedic¨® Ernest Hemingway en 1954 a Domingu¨ªn describ¨ªan muy bien el atractivo de Bimba: ?Encantador, moreno, alto, sin caderas, un cuello demasiado largo para ser torero, con un gesto grave y burl¨®n que pasaba del desd¨¦n profesional a la risa f¨¢cil?. Una descripci¨®n que dibujaba la ant¨ªtesis de Gisele Bundchen. La alternativa (y el revulsivo) a la ola de sensualidad brasile?a que seis meses antes hab¨ªa acaparado las semanas de las moda (y los titulares).
El desfile de la colecci¨®n primavera 2001 de Gucci fue su primer gran show. Antes se hab¨ªa subido a la pasarela de Montesinos, ?con toda la familia, que siempre te meten en ese tipo de cosas para rellenar?. Tambi¨¦n hab¨ªa trabajado, por ejemplo, para Locking Shoking y Amaya Arzuaga. Pero Eleonora prefer¨ªa pinchar. Para ella, la moda fue, desde el principio, un amante pasajero. Flirte¨® con todos. Chlo¨¦, Chistian Dior, Alexander McQueen, Gucci, Givenchy¡ Y consigui¨® aquello a lo que aspiran todas las modelos, el premio gordo del sector: una campa?a de belleza (para Nars). Incluso entonces quiso dividir su tiempo entre la pasarela y los escenarios. Y a finales de 2002 desapareci¨® del circuito internacional. Aunque nunca del todo [en 2006 volver¨ªa a desfilar para Kenzo; y en 2011 posar¨ªa en la campa?a de Salvatore Ferragamo].
?Para m¨ª Bimba es mucho m¨¢s que una musa?, ha repetido David Delf¨ªn en m¨²ltiples entrevistas. Ella no solo abr¨ªa y cerraba sus desfiles. Era parte de la empresa. Lo vivieron todo juntos desde que en septiembre de 2001 fundaron la marca davidelfin junto a los hermanos Postigo. Aplausos y abucheos. ?xitos y varapalos comerciales. Fueron trasgresores, elogiados y vilipendiados. Visionarios de otras plasticidad. Pero, sobre todo, fueron mentes creativas necesarias en un sector que hace 15 a?os parec¨ªa condenado a morir de una sobredosis de convencionalismo. Bimba y Delf¨ªn agitaron los cimientos de Cibeles desde el primer d¨ªa, con Cour des miracles, su opera prima, cuando David sac¨® a las modelos con la cara tapada, capuchas a modo de burkas y sogas al cuello. En la banda sonora, el sonido de un orgasmo. En su moodboard, referencias al surrealismo de Dal¨ª y Bu?uel y Los amantes de Magritte. El p¨²blico no lo entendi¨®. Pero el tiempo les dio la raz¨®n y su lema sigue alimentando el sue?o. ?La ¨²nica provocaci¨®n que nos interesa es provocar emociones?.