Coleccionistas de objetos ins¨®litos
Seis creadores sacan a relucir idolatr¨ªas ocultas: vinilos raros, mu?ecos, elementos de decoraci¨®n, complementos fetiche¡ Cada pieza ¨Cy su b¨²squeda¨C es un tesoro ¨²nico.
Existe una l¨ªnea muy fina entre la pasi¨®n del coleccionista y el s¨ªndrome de Di¨®genes?, explica el dise?ador Wences Sanz, entre risas, mientras muestra orgulloso su trastero repleto de cajas de zapatillas deportivas, algunas de hace m¨¢s de 20 a?os. Seg¨²n datos de la Asociaci¨®n Valenciana de Consumidores y Usuarios (Avacu), entidad miembro de la Confederaci¨®n de Consumidores y Usuarios (CECU), m¨¢s del 78% de los ciudadanos ha comenzado una colecci¨®n en alg¨²n momento de su vida. Y de esta mayor¨ªa, un 35% confiesa que no ha conseguido terminarla jam¨¢s. Las seis personas a las que hemos retratad...
Existe una l¨ªnea muy fina entre la pasi¨®n del coleccionista y el s¨ªndrome de Di¨®genes?, explica el dise?ador Wences Sanz, entre risas, mientras muestra orgulloso su trastero repleto de cajas de zapatillas deportivas, algunas de hace m¨¢s de 20 a?os. Seg¨²n datos de la Asociaci¨®n Valenciana de Consumidores y Usuarios (Avacu), entidad miembro de la Confederaci¨®n de Consumidores y Usuarios (CECU), m¨¢s del 78% de los ciudadanos ha comenzado una colecci¨®n en alg¨²n momento de su vida. Y de esta mayor¨ªa, un 35% confiesa que no ha conseguido terminarla jam¨¢s. Las seis personas a las que hemos retratado, junto a tesoros recopilados durante a?os, tienen un factor en com¨²n: todos son conscientes de que su objetivo no tiene fin, ?porque hay cosas que ni siquiera sabemos que existen?, explica la divulgadora Gladys Palmera. Todos han hecho alguna locura para conseguir una pieza determinada. Ya dec¨ªa Walter Benjamin que ?cualquier pasi¨®n bordea el caos; la del coleccionismo, el de los recuerdos?.
JUAN RED?N
Todas las versiones de Mickey Mouse
La idea del dise?ador industrial Alessandro Mendini de realizar un objeto para que fuese customizado por diferentes artistas, part¨ªa del origen warholiano de repetir una misma imagen, pero haci¨¦ndola diferente. Ese planteamiento rige tambi¨¦n los mu?ecos Bearbrick de la japonesa MediCom Toy. Y estos son los Art Toys que colecciona el arquitecto Juan Red¨®n, especialista en encontrar las mil y una representaciones de Mickey Mouse, en el que focaliza parte de su colecci¨®n.
Es un apasionado de lo que tiene y de lo que no. ?La mejor pieza de mi colecci¨®n es la que comprar¨¦ ma?ana?, apunta. El primer rat¨®n de Disney lo adquiri¨® hace 25 a?os y el primer Art Toy hace unos 10. ?Mi atracci¨®n por Mickey lleg¨® a trav¨¦s de mi inter¨¦s por el pop como elemento presente en cualquier momento y lugar, continuamente revisitado. No me seduce la representaci¨®n del objeto como obra de arte, sino el toy sin m¨¢s. ?l es la aut¨¦ntica transici¨®n del mu?eco al Bearbrick con cabeza de oso y cuerpo antropomorfo?.
Sus aut¨¦nticas rarezas son un cuadro de Saura y otro de Arroyo con la imagen del rat¨®n, pero tiene otras incre¨ªbles: ?La evoluci¨®n del personaje a lo largo del tiempo es de lo m¨¢s curioso. Algunas de mis piezas, como la del tel¨¦fono amarillo (en la foto) est¨¢n agotadas, as¨ª que ahora no podr¨ªa encontrarla. Me divierte much¨ªsimo la fusi¨®n de Mickey y Mario Bross, incluso las imitaciones, las falsificaciones?.
Juan tiene expuestos cientos de toys, y otros tantos bien guardados. ?Creo que la obsesi¨®n es inherente a un coleccionista, el campo es inagotable, pero no necesito ver todas las piezas, mi colecci¨®n est¨¢ en mi cabeza?, concluye Red¨®n.
GLADYS PALMERA. ?S¨¦ que Matt Dillon y Andy Garc¨ªa tambi¨¦n poseen buenos discos, pero no tienen ni idea de lo que yo guardo?.
Ximena Garrigues y Sergio Moya
GLADYS PALMERA
La joya m¨¢s completa de la m¨²sica latina
Aunque todo el mundo la conoce por el nombre de su emisora de radio, Gladys Palmera, en su documento de identidad pone Alejandra Fierro Eleta. Durante toda su infancia, tuvo una banda sonora latina de fondo. De hecho, su t¨ªo, Carlos Eleta, fue el compositor de la canci¨®n Es la historia de un amor. ?En mi casa siempre se escuchaban boleros?, explica sentada frente a la colecci¨®n que tiene en su residencia de El Escorial. Lleva m¨¢s de 30 a?os sumando t¨ªtulos en unas estanter¨ªas donde se cuentan m¨¢s de 30.000 vinilos, 50.000 CD y portadas de cha cha ch¨¢: ?Es la colecci¨®n m¨¢s valiosa de m¨²sica afrocubana que existe en el mundo. Comprende los siglos dorados de las melod¨ªas latinoamericanas de los 40, 50 y 60. Piezas ¨²nicas?.
Gladys cuenta que antes, en pa¨ªses como Cuba, los artistas no ten¨ªan la posibilidad de grabar un disco. ?Lo hac¨ªan en 45 revoluciones y elaboraban 30 copias que repart¨ªan por las vitrolas ¨Clas m¨¢quinas de discos que hab¨ªa en los bares¨C para darse a conocer. Esos que se hicieron en Cuba los tengo todos?. Cada pieza cuenta una historia. Gladys confiesa que ha comprado en lugares ins¨®litos como ?pujas en contenedores y casas particulares?. Los mercadillos y ferias se los conoce al dedillo. Pero lo m¨¢s importante es su obsesi¨®n: dar a conocer sus tesoros y compartirlos con la gente. ?Le doy salida a todo lo que tengo a trav¨¦s de los canales online de mi radio, gladyspalmera.com?. Tiene a dos personas que la ayudan con su biblioteca clasificada por orden alfab¨¦tico. ?Todo tiene que estar fotografiado, catalogado e introducido en mi archivo?, dice.
WENCES SANZ. ?Hay muchas zapatillas que no me pongo para que no se rompan?, explica. Tiene m¨¢s de 200 pares.
Ximena Garrigues y Sergio Moya
WENCES SANZ
Obesi¨®n por Jordan
Este reconocido profesional del dise?o y la publicidad en Espa?a, cofundador de Domestika, es un loco de las zapatillas. No sabe cu¨¢ntas puede tener almacenadas, porque las reparte entre su casa y su trastero, pero son m¨¢s de 200 pares. Lleva m¨¢s de 20 a?os sin tirar algunos modelos. ?Tengo hasta en la ba?era. Algunas zapatillas son de los 90 y ni se me ha ocurrido estrenarlas. Pero la mayor¨ªa son Nike?.
Confiesa que, de algunas, se ha comprado dos pares: ?Unas para usar y otras para conservar?. De una caja descolorida con la etiqueta del precio en pesetas muestra unas de sus predilectas: ?Son las originales Air Max de los 80. El creador se inspir¨® en el Museo Pompidou para dise?ar la c¨¢mara de aire?. Unos 300 euros es el precio m¨¢s alto que ha pagado por unas. ?Son las Jordan 11; mis favoritas. Se trata de un modelo ic¨®nico?, explica.
Nos comenta que muchas de las que se venden por Internet son falsas. ?Se nota porque vienen m¨¢s apretadas en la caja, e incluso he visto a Michael Jordan gordo en algunas?, dice riendo. Wences tiene un grupo de WhatsApp de amigos, como ¨¦l, fan¨¢ticos de las zapatillas, en el que se avisan de las gangas que encuentran en Internet. ?Y nos beneficiamos haciendo un pedido com¨²n?.
ION FIZ. Lleva dise?ando y cosiendo trajes para sus mu?ecas Nancy desde que cumpli¨® 6 a?os.
Ximena Garrigues y Sergio Moya
ION FIZ
Nancys perfectas
?Si me imagino mi infancia, es jugando con mi hermana durante horas con las Nancys?, dice el dise?ador mientras coloca sus preciadas mu?ecas encima de su mesa de trabajo. Tuvo la primera a los 6 a?os. Era de una t¨ªa suya y la encontr¨® en casa de su abuela, que era costurera. ?Empec¨¦ a dise?ar trajes para la mu?eca con los retales que ten¨ªa por la casa. Fueron mis primeros soportes?. Desde entonces, atesora m¨¢s de 50 entre sus casas de Bilbao y Madrid. ?Hubo un momento en el que o¨ªa ¡®Nancys¡¯ por todas partes. Y la palabra Famosa, antes de saber que significaba ¡®F¨¢bricas Agrupadas de Mu?ecas de Onil Sociedad An¨®nima¡¯, ?me sonaba genial!?.
De repente, un d¨ªa le llam¨® la propia empresa de juguetes para que vistiera de noche a una de sus piezas e hicieron 10.000 unidades de la misma. ?Fue la ilusi¨®n de mi vida. Para m¨ª, que he reproducido muchos de mis desfiles en miniatura para las mu?ecas, con los mismos tejidos y complementos, era un sue?o tener un encargo de Famosa?.
Ion muestra a algunas vestidas de todas las ¨¦pocas creativas de su vida. ?Lo ¨²nico que se me ha resistido a este tama?o han sido los cors¨¦s?, explica riendo. En 2002 cre¨® su primera colecci¨®n de camisetas y sudaderas de Nancy. ?Ahora estoy haciendo una vitrina para exponerlas en mi atelier?. Entre ellas, varios caprichos: ?Una de los 70 que me cost¨® 700 euros y otra negra, que compr¨¦ en eBay por unos 200?.
BEGO?A EGURBIDE ?La primera pieza de mi colecci¨®n fueron los anteojos de mi madre?.
Ximena Garrigues y Sergio Moya
BEGO?A EGURBIDE
Lentes con historia
Los libros, los objetos, las obras de arte y curiosidades varias conviven en casa de la artista Bego?a Egurbide, donde vida y trabajo se interrelacionan con naturalidad. Ella es una coleccionista intuitiva y muchas de la gafas de sol que atesora han llegado por impulso. ?Tengo cientos. Desde ni?a las he utilizado para protegerme y he acabado recopil¨¢ndolas. Me atraen sin importarme si son buenas, malas o regulares. Compradas en Zara, Mango, en un mercadillo o en un lugar especial como Wilde Sunglasses, en Barcelona?. En realidad, lo que a ella le interesa es el poder que tienen para determinar la personalidad de quien las lleva. ?Las gafas de sol ocultan, pueden cambiar tu fisonom¨ªa, modificar lo que los dem¨¢s perciben de ti y construir una imagen alterada de lo que somos?, explica.
Su afici¨®n est¨¢ ligada a su trabajo porque su obra se basa en la mirada. ?Como artista, investigo sobre lo que vemos y las im¨¢genes que percibimos. Experimento con la fotograf¨ªa lenticular, una t¨¦cnica digital que permite la aparici¨®n y desaparici¨®n de los fotografiados, de manera que el espectador reconstruye la imagen ¨Cque se apaga e ilumina¨C de la misma manera que funcionan los recuerdos?, afirma.
Las Ray-Ban Wayfarer fueron su objetivo durante alg¨²n tiempo, pero en la historia de cada gafa est¨¢ el misterio de su conquista. ?Estas lentes antiguas de Paloma Picasso me las regal¨® una amiga, y esas Yves Saint Laurent las perdi¨® otra en una visita que me hizo a la monta?a. Las encontr¨¦ destrozadas un a?o despu¨¦s. Las Balenciaga o las Gucci eran de mi madre y las Vivienne Westwood me gustaron sin m¨¢s?, dice se?al¨¢ndolas una a una.
Perteneciente a una familia que abandon¨® Cuba tras la revoluci¨®n de Fidel, la madre de Bego?a estudi¨® en Nueva York. ??Viajaba a Europa en el Queen Mary! Era de una belleza delicada, dulce y so?adora, ten¨ªa muy buen gusto. Conoci¨® a mi padre en el Pa¨ªs Vasco, donde su familia pasaba el verano. ?l era un ingeniero brillante, el segundo de su promoci¨®n. Lo recuerdo como un hombre muy vasco, encantador, con un gran sentido del humor?. Antes del nacimiento de Bego?a, la pareja se traslad¨® a vivir a Barcelona, donde reside actualmente.
Esta creadora empez¨® a pintar poco despu¨¦s de acabar Bellas Artes, donde conoci¨® a su marido, el artista Marcel.l¨ª Ant¨²nez. Pero a partir de 1994 incorpor¨® la fotograf¨ªa, el v¨ªdeo y el ordenador a sus herramientas habituales. ?Lo interesante de la ¨®ptica ¨Ca?ade¨C es su cualidad como ampliaci¨®n de formato. Nos permite ver lo que no podr¨ªamos apreciar en una situaci¨®n normal o, al menos, no a primera vista?. Todos los d¨ªas va a nadar y, si por el camino se enamora de alguna gafa que le venden por la calle, se rinde y la compra.
ANTX?N G?MEZ. El director de arte de las pel¨ªculas de Almod¨®var afirma que ?no hay nada comparable a llenar el coche de trastos?.
Ximena Garrigues y Sergio Moya
ANTX?N G?MEZ
Coleccionista de profesi¨®n
Bancos de Friso Kramer para las Olimpiadas de M¨²nich del 72, butacas de Osvaldo Borsani, l¨¢mparas de Mario Botta, piezas de Tobia Scarpa y un largo etc¨¦tera. ?El secreto para hacer una buena adquisici¨®n es que vendedor y comprador se sientan satisfechos ¨Cconfiesa¨C. Durante mucho tiempo he comprado muebles y objetos cuyos propietarios desconoc¨ªan su valor, por ello he podido conseguir piezas magn¨ªficas?, nos dice. Despu¨¦s de 30 a?os reuni¨¦ndolas se siente liberado porque lo tiene todo catalogado: datado y fotografiado. Ahora queda la an¨¦cdota.
Se define como un trapero de lujo y explica que este af¨¢n se inici¨® en su infancia donostiarra con las monedas, los minerales o las cajas de cerillas. Su llegada a Barcelona en los a?os 70 marc¨® el inicio de su profesi¨®n como director de arte y, tambi¨¦n, su mejor excusa para conseguir una colecci¨®n indefinible en la que conviven objetos populares y bizarros dise?os con firma. ?Mi colecci¨®n est¨¢ ligada ¨ªntimamente a mi trabajo ¨Cjustifica¨C. Cuando me enamoro de algo pienso que acabar¨¢ en alg¨²n lugar, que encontrar¨¢ su sitio, y eso me anima?. Las piezas van y vienen; algunas se han ido quedando por el camino. Pero la esencia permanece en este almac¨¦n donde los objetos siguen dispuestos a vivir futuras peripecias. ?Yo soy un ecl¨¦ctico total aunque, en el fondo, me confieso minimalista¡ como le sucede a Almod¨®var?, puntualiza.
Lo dice porque conoce bien al director manchego, ya que ha participado en la mayor¨ªa de sus pel¨ªculas y ha sido nominado al Premio Goya a la Mejor Direcci¨®n Art¨ªstica por tres de ellas: La piel que habito, La mala educaci¨®n y Todo sobre mi madre. Aunque el ansiado Goya le lleg¨® con la primera parte de Che, el filme del director norteamericano Steven Soderbergh. Sus ¨²ltimos trabajos en la gran pantalla no se han estrenado todav¨ªa en Espa?a. Son Messi, un documental de ?lex de la Iglesia sobre el futbolista del FC Barcelona, y la cinta Nao Pare nao Pista: A Melhor Hist¨®ria de Paulo Coelho, de Daniel Augusto. Mientras, sus compromisos con los rodajes de publicidad no censan.
?Lo m¨ªo es una pasi¨®n, no un negocio ¨Cdestaca¨C, pero alquilar las piezas me ayuda a preservarlas. La gente ha tirado mucho, lo hace todav¨ªa. Se han perdido magn¨ªficos muebles de pl¨¢stico o de fibra inyectada, dise?os de Kartell o de los inicios de Ingo Maurer. Y en los objetos se puede observar la evoluci¨®n de la vida. Lo vemos en algo tan simple como pueden ser los envoltorios de las cuchillas de afeitar?.
Entre las joyas de su colecci¨®n se encuentran los primeros dise?os de Tresserra, la mesa de despacho del personaje que interpretaba Antonio Banderas en La piel que habito, l¨¢mparas de Fase o Metalarte y, sobre todo, papeles pintados de distintas ¨¦pocas y procedencias, la mayor¨ªa de ellos de B¨¦lgica. Dicen que para encontrar peque?as joyas hay que tener tiempo. Y Antx¨®n lo ha sacado de debajo de las piedras porque, seg¨²n confiesa, ?no hay nada comparable a llenar el coche de trastos?.
CONFESIONES DE UN ADICTO
CARLOS ARECES DESTRIPA SU 'VICIO'?
Yo colecciono CD, vinilos, mu?ecos y pel¨ªculas. Pero lo que m¨¢s disfruto es lo relacionado con el papel: carteles y afiches de cine, postales, revistas, fotograf¨ªa antigua (post m¨®rtem, de comuni¨®n e incluso tengo una colecci¨®n de fotos encontradas por la calle) y, sobre todo, tebeos.
El placer que me da terminar una colecci¨®n de viejos tebeos inencontrables es semejante al orgasmo. Si est¨¢n en muy buen estado, es a¨²n mejor. Un conocido vino a casa y, al ver mis colecciones, solt¨®: ?Yo tambi¨¦n soy coleccionista. Mis amigos me traen una cucharilla de cada ciudad que visitan?. Ante esta falta de respeto, tuve que darle dos tortas a mano abierta y echarle de casa. ?C¨®mo pod¨ªa comparar ese absurdo coleccionismo pasivo con mi labor de arqueolog¨ªa por mercadillos? ?El esfuerzo se lo estaban regalando los dem¨¢s!
?D¨®nde est¨¢ el sufrimiento por buscar, por localizar, por conseguir? ?D¨®nde la ansiedad de necesitar lo que falta? Porque el grado mayor del coleccionismo es el completismo: la autoimposici¨®n enfermiza de terminar lo que se empieza. Imposible disfrutar del grueso si la colecci¨®n no es total. Cuando miro mis c¨®mics solo veo el hueco del elemento ausente. Mi cerebro no acepta la imperfecci¨®n de la falta y me lo indica generando desasosiego. Necesito el todo para alcanzar la paz de esp¨ªritu. Comprendo que para alguien cuerdo es dif¨ªcil de entender, pero no pod¨¦is pedirme que sea feliz porque tengo cuatro dedos donde deber¨ªa haber cinco. El coleccionismo exige constancia obsesiva, el acumulacionismo mera compulsi¨®n. Yo tengo lo peor de ambos. A veces pienso que la ¨²nica diferencia entre una persona con s¨ªndrome de Di¨®genes y yo es que a ¨¦l su basura le sale gratis.