C¨®mo la t¨¦cnica del nido de abeja recorre la historia de la moda: de los vestidos infantiles a las blusas del momento
La historiadora de la moda Alison Toplis lleva a?os descubriendo historias relacionadas con el ¡®smock¡¯, la prenda que une a los lecheros de Londres con los pintores prerrafaelitas
Antes de verse en la pechera de los trajecitos infantiles que llevan los hijos de la realeza, en las colecciones de dise?adores como Molly Goddard y en la app de Zara, en m¨²ltiples blusas y vestidos, la t¨¦cnica del nido de abeja ten¨ªa una existencia mucho m¨¢s prosaica. Se utilizaba sobre todo en blusones de trabajo para hombre, que eran la prenda m¨¢s com¨²n para la clase menestral. Fijarse en ellas sirve para hacer un viaje por la historia de la moda y ver c¨®mo una prenda basta y barata se resignific¨® cuando en el siglo XIX la adopt¨® gente como de la bohemia, los llamados ¡°dress reformers¡±, y a...
Antes de verse en la pechera de los trajecitos infantiles que llevan los hijos de la realeza, en las colecciones de dise?adores como Molly Goddard y en la app de Zara, en m¨²ltiples blusas y vestidos, la t¨¦cnica del nido de abeja ten¨ªa una existencia mucho m¨¢s prosaica. Se utilizaba sobre todo en blusones de trabajo para hombre, que eran la prenda m¨¢s com¨²n para la clase menestral. Fijarse en ellas sirve para hacer un viaje por la historia de la moda y ver c¨®mo una prenda basta y barata se resignific¨® cuando en el siglo XIX la adopt¨® gente como de la bohemia, los llamados ¡°dress reformers¡±, y ap¨®steles del dandismo como Oscar Wilde, que vio en los trajes sencillos de los lecheros de Londres la pureza que no encontraba en las ropas burguesas.
La historiadora de la moda Alison Toplis lleva a?os investigando estas prendas y contando historias relacionadas con ellas en un blog y una cuenta de Instagram que mantiene muy actualizados, y ahora publica tambi¨¦n un libro, The Hidden History of the Smock Frock (Bloomsbury Visual Arts). ¡°Como historiadora, lo que apasiona es investigar sobre a ropa que llevaba la gente ordinaria¡±, explica. Adem¨¢s, al contrario de lo que suele suceder con las prendas de los obreros y los campesinos, que suelen estar muy ausentes de los archivos de moda porque no existi¨® inter¨¦s en conservarlas, s¨ª que existen suficientes blusones con fruncidos en los museos brit¨¢nicos.
En lugar de escoger para la portada del libro un vestido espectacular de nido de abeja de los que aparecen a veces en su Instagram, como uno de Sarah Burton para McQueen que subvierte la imagen inocente de esa t¨¦cnica al usarla sobre un escote de balc¨®n y con un cors¨¦ por encima, o un traje de c¨®ctel los a?os 30, que lleva nido de abeja desde la pechera hasta las rodillas, Toplis ha preferido poner en la cubierta la foto de Arthur Smith, un chaval que en 1872 rob¨® un conejo y pos¨® para su foto policial con un blus¨®n con fruncidos en la pechera, probablemente bastante sucio. ¡°Quer¨ªa enfatizar esa idea poco rom¨¢ntica del smock, que era una prenda ordinaria del d¨ªa a d¨ªa y que muchos hombres trabajadores la llevaban a mediados del siglo XIX, y que no todos estaban bien hechos. Muchas veces los confeccionaban muy r¨¢pido mujeres a las que pagaban muy poco¡±.
Algunas de sus historias preferidas relacionadas con esta prenda, que est¨¢n en el libro y tambi¨¦n en el blog van por ah¨ª. ¡°Son eventos ordinarios de hombres trabajadores, cosas que normalmente se pierden en los archivos hist¨®ricos. Por ejemplo, hombres que iban al pueblo de al lado despu¨¦s de cobrar su jornal a beber con amigos y de paso comprarse una bata. Si sabemos de eso es porque a veces acababan en los juzgados, si hab¨ªa alg¨²n tipo de altercado por el consumo de alcohol y perd¨ªan la bata¡±. En un apartado habla tambi¨¦n de los ¡°Rebecca riots¡±, unos altercados que sucedieron en 1843 en Gales, cuando una protesta por el pago de peajes en las carreteras rurales ¨Cde ah¨ª el nombre de Rebeca, que en la Biblia dice que ¡°poseer las puertas de aquellos que nos odian¡±¨C devino en un mot¨ªn general contra las condiciones de pobreza de la gente del campo. Los manifestantes se hac¨ªan indistinguibles a la polic¨ªa vistiendo todos sus smocks.
Estos portadores originarios del smock frock aparecen en pinturas de principios del siglo XIX, en postales que glorificaban el campo ingl¨¦s y en algunas de las primeras fotograf¨ªas. Vemos por ejemplo a un granjero y predicador metodista de Swanbourne, fotografiado en 1894 con una bata de nido de abeja que no desentonar¨ªa mucho ahora en la colecci¨®n de una marca de ropa artesanal tipo Andion.
Ese traspaso, de lo r¨²stico y masculino, a lo delicado y femenino se produjo, explica Toplis, en torno a 1880, cuando los hombres de clase trabajadora abandonaron las batas por los pantalones y chaquetas de manufactura industrial, y se enamoraron de esas prendas los llamados ¡°dress reformers¡±, los reformadores del vestir que abogaban por ropajes unisex que permitieran el libro movimiento. En ese momento, tambi¨¦n se valora vestir a los ni?os de manera menos encorsetada. ¡°Adem¨¢s ten¨ªan un elemento como de disfraz, lo cual era importante en ese momento¡±, explica la historiadora. ¡°Los vend¨ªan en tiendas como Liberty (los famosos grandes almacenes de Londres) y se convirtieron en el vestido preferido para los hijos de la ¨¦lite, incluida la realeza. Hay fotos de gente como el pr¨ªncipe Felipe de Edimburgo o Agatha Christie llev¨¢ndolos de beb¨¦s¡±.
En Espa?a, donde el sector de la ropa infantil artesanal o semiartesanal de estilo cl¨¢sico sigue teniendo una enorme potencia, los vestidos infantiles con nido de abeja son un cl¨¢sico dominguero que tambi¨¦n se exporta. Los que suele llevar la princesa Charlotte, por ejemplo, son de Pepa & Co, la firma de estilo nost¨¢lgico que abri¨® una malague?a en Londres.
El movimiento Arts and Crafts, que ten¨ªa un fuerte componente de reacci¨®n anti-industrial y buscaba valorar los oficios y la artesan¨ªa a mediados del siglo XIX, tambi¨¦n vio en los blusones campesinos y en el nido de abeja una especie de pureza original. Se les confer¨ªa a esas prendas, adem¨¢s de comodidad, cierta altura moral, como si recogieran entre sus frunces la dignidad del trabajo y la sencillez de lo campestre. ¡°La actriz victoriana Ellen Terry era una fan¨¢tica de este estilo¡±, explica Toplis. ¡°En 1897 estaba representando una obra en el Lyceum de Londres y se tom¨® unas vacaciones por Inglaterra. En Berkshire vio a un lechero que llevaba una bata blanca y se enamor¨® al instante. Quiso compr¨¢rsela all¨¢ mismo. El hombre dijo que no pero la llev¨® a la tienda donde las compraba ¨¦l. Ella se hizo enviar uno a Londres y desde entonces hac¨ªa que todos los que la visitaban en su casa de del campo se los pusiesen¡±. Tambi¨¦n los llevaba para trabajar el pope del movimiento Arts and Crafts, William Morris, y los pintores prerrafaelitas, partidarios de los ropajes anchos llevados con cierta teatralidad. Artistas como Dante Gabriel Rossetti empezaron a vestir a las modelos de sus cuadros con vestidos arcaizantes y m¨¢s tarde los adoptaron tambi¨¦n sus esposas. Ten¨ªan las mangas anchas, estaban te?idos con tintes naturales y a menudo luc¨ªan t¨¦cnicas de labor complejas, como el propio nido de abeja. Ese estilo, que se hac¨ªa llamar el ¡°vestido art¨ªstico¡± y que se hizo popular en c¨ªrculos intelectuales en torno a la d¨¦cada de 1860, se transform¨® dos d¨¦cadas despu¨¦s en algo distinto y mucho m¨¢s lujoso, en esos vestidos infantiles de telas caras, pero los blusones siempre conservaron un pie en la bohemia. En torno a 1917 hab¨ªa varias mujeres artistas que viv¨ªan en Greenwich Village, en Nueva York,que los los volvieron a adoptar como vestido de diario. Una de ellas dera Jessie Tarbox Beals, una de las primeras fotorreporteras.
Siguiendo con el aura neorruralista de la prenda, los hippies volvieron a valorar el smock en los a?os 60 y 70, sobre todo porque permit¨ªa hacer vestidos y blusas fluidos que serv¨ªan de tapiz para los grandes estampados. Eso se sofistic¨® y se traslad¨® ya entonces a algunas colecciones de Yves Saint Laurent y Givenchy. ¡°La t¨¦cnica tambi¨¦n fue muy atractiva para lso dise?adores japoneses rupturistas, como Kenzo en los 70¡±, apunta Toplis.
?Y ahora? ¡°Molly Goddard ha sido brillante haciendo que el nido de abeja vuelva a ser relevante. Ella ha generado una nueva silueta, la ligerezaza de sus vestidos de tul genera un efecto muy atractivo y, como dice ella misma, nos recuerda a la infancia y a disfrazarnos¡±, apunta la historiadora. En su opini¨®n, el hecho de que el nido de abeja vuelva a estar muy presente en las colecciones desde hace un par de a?os tiene que ver con la nostalgia y el deseo de recuperar t¨¦cnicas artesanales. ¡°Dior, Gucci, Hermes y otras han incorporado estos fruncidos, y tambi¨¦n las marcas mass market como Zara, H&M y Uniqlo. Todo esto indica que la moda lenta quiere presentarse como un consuelo en medio de la pandemia y la crisis clim¨¢tica¡±.